Advierten que problemas de salud mental provocarían trastornos alimenticios

Nota de prensa

21 de agosto de 2005 - 12:00 a. m.

Contrariamente a lo que muchos padres suelen creer, los problemas relacionados con el tipo y la cantidad de alimentos que ingieren los adolescentes no constituyen un capricho sino se trata de trastornos de la alimentación, en cuyo trasfondo subsisten problemas de salud mental que requieren de tratamiento prolongado y complejo.

Así lo dio a conocer el Dr. Rolando Pomalina, responsable del Programa de Trastornos de Conducta Alimentaria del Instituto Especializado de Salud Mental Honorio Delgado – Hideyo Noguchi, quien manifestó que los trastornos más frecuentes en este grupo poblacional son la anorexia nerviosa y bulimia nerviosa, seguidos de la orthorexia (obsesión por ingerir comidas sin condimentos) y vigorexia (obsesión por verse musculoso).

La anorexia suele ser de dos tipos; la restrictiva y purgativa. La primera consiste en disminuir la cantidad de fideos, arroz, pan y otros alimentos hasta finalmente no comer nada. El segundo caso consiste en que la persona come pero se purga mediante vómito, laxante o diurético.

Mientras tanto, la bulimia también puede ser de dos tipos; la purgativa y no purgativa. La primera se caracteriza por comer en exceso (atracón) y está asociada a la conducta de vómitos, así como al uso de laxantes o diuréticos. En tanto que la segunda consiste en comer excesivamente para luego, con el propósito de bajar de peso, purgarse y realizar ejercicios extenuantes o no comer durante varios días.

El psiquiatra manifestó que las personas con anorexia y bulimia tienen como característica fundamental la distorsión de la imagen corporal, es decir se ven diferentes de lo que realmente son; por ejemplo se observan gordas aún estando delgadas. Dijo que entre el 10% y 15% de personas con anorexia o bulimia fallecen

“El signo psicopatológico más evidente en estos pacientes es la distorsión del pensamiento o la obsesión por el peso y la forma del cuerpo, es decir por la apariencia física”, precisó.

Depresión

De otro lado, el 30% ó 40% de casos de trastornos alimenticios está asociado a problemas depresivos; un 20% ó 30% está relacionado a trastornos obsesivos compulsivos, y el 20% tiene que ver con el consumo de drogas o problemas de personalidad. También hay asociación con problemas de ansiedad o a la incapacidad de la persona para detectar o manifestar sus estados emocionales.

El especialista manifestó que la mayoría de personas con problemas de trastornos de alimentación que se han atendido en el Instituto de Salud Mental, tienen entre 15 y 20 años, pero se han observado casos de anorexia en pacientes de 10 años.

Según un estudio epidemiológico de dicho Instituto realizado entre el 2002 y 2003, el 3.8% de adolescentes (de 12 a 18 años) de Lima Metropolitana presenta crisis bulímica (ingesta excesiva de alimentos y vómitos), mientras que en la sierra es de 1,6%.

En el mencionado establecimiento de salud cada mes de a tiende de 40 a 60 casos nuevos de adolescentes con problemas de trastorno alimenticio.

Tratamiento

De otro lado, el Dr. Pomalima dijo que los trastornos de la alimentación requieren de tratamiento y no hacerlo supone riesgos de complicaciones severas. Una persona anoréxica puede tener una desnutrición tan grave que inclusive puede provocarle la muerte. Por ello estos pacientes necesitan una recuperación física y alimentación adecuada. Estos pacientes requieren de un tratamiento complejo y largo (de 6 a 9 meses).

El Instituto de Salud Mental brinda a estos pacientes una atención integral a través de un programa multidisciplinario en el cual participan psiquiatras, psicólogos, médicos internistas, trabajadoras sociales, enfermeras y otros profesionales.

El tratamiento para adolescentes y padres comprende cinco fases. La primera es de sensibilización y tiene como objetivo lograr que entiendan que el problema de trastornos alimenticios es una enfermedad.

La segunda fase es psicoeducativa para padres e hijos a quienes se les habla de la enfermedad. Se busca que los padres modifiquen sus modelos de crianza, ya que en muchos casos se encuentra a adolescentes con padres autoritarios, sobreprotectores y castigadores. Durante la tercera fase de reestructuración cognitiva se trabaja la distorsión de la imagen a fin de revertirla.

Durante la cuarta fase se trabaja las habilidades sociales para que puedan reintegrarse a sus labores habituales. La última fase es la de seguimiento y se realiza por dos o cinco años.

Paralelamente a este tratamiento se desarrollan terapias individuales, grupales o familiares, para tratar este problema de salud mental.

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