Parasitosis intestinal en niños pueden ocasionar anemia hasta e infecciones urinarias

Nota de prensa

12 de setiembre de 2009 - 12:00 a. m.

La parasitosis intestinal en los niños es un problema muy común en Lima y en todo el Perú, y sus consecuencias pueden ser anemia, diarreas, desnutrición, retardo en el crecimiento y hasta infecciones urinarias. Cuando en la familia alguien la padece, todos los miembros deben recibir el tratamiento pues de lo contrario pueden reinfectarse.

Así lo manifestó el Dr. Eduardo Verne, pediatra infectólogo del hospital Cayetano Heredia, al precisar que los parásitos más comunes en la costa y sierra son la giardia lamblia y los oxiuros, en tanto que en la selva, donde hay mayor cantidad de parásitos, predominan los estrongiloides.

Entre las consecuencias de padecer parasitosis intestinal se encuentran la anemia, principalmente porque esos parásitos se localizan en ciertas porciones del intestino donde provocan pequeños sangrados que muchas veces no se ven, con la pérdida de hierro y otros nutrientes. También se presenta diarrea y retardo en el crecimiento.

Alertó que los oxiuros pueden promover otras infecciones, como la urinaria, porque generalmente se localizan en la región anal, zona que los niños se rascan cuando tienen el parásito y de esa manera pasan los gérmenes al tracto urinario, produciendo infecciones urinarias. En las niñas puede causar vulvovaginitis.

“La parasitosis es una problemática oculta, a la que no prestamos mucha atención, pero que debería recibirla porque ya es un mal endémico en nuestro país. Los oxiuros se transmiten muy fácilmente, de persona a persona, y por eso cuando se da tratamiento no solamente es para el niño sino para toda la familia, además de hacer una higiene de la casa el día que están tomando el tratamiento”, comentó.
Como medidas de prevención, principalmente están la higiene en la preparación de los alimentos, y el lavado de manos frecuente, cada vez que se utilizan los servicios higiénicos o se viene de la calle o de jugar, pues los pequeños tienen la costumbre de llevarse las manos sucias a la boca, facilitando la introducción de huevos y larvas de los parásitos, manteniendo de esa manera la vía de infestación.

Si el niño presenta dolor abdominal, de cabeza, asco, vómito, pérdida o disminución del apetito, y en ocasiones desgano y mal genio, es sospechoso de tener parásitos. También puede suceder que rechinen sus dientes, presente problemas durante el sueño o que se sienta molesto por el intenso prurito anal y nasal.

El Dr. Verne señaló que esta infección es muy común en personas que carecen de servicios de agua y desagüe, especialmente en áreas rurales. Es muy frecuente en la selva, donde afecta el crecimiento y desarrollo de los niños.

Como es de alta diseminación, las madres, hermanos y demás personas que vivan con los niños infectados están muy expuestos al contagio. “Por eso, cuando se detecta a un niño con parásitos, los más conveniente es que toda la familia entre en tratamiento, que debe ser por indicación médica”.