Uso de pantallas y salud mental: un llamado urgente en defensa de nuestra niñez y adolescencia

Artículo

31 de octubre de 2025

Uso de pantallas y salud mental: un llamado urgente en defensa de nuestra niñez y adolescencia

Dr. Alfredo Saavedra Castillo

Durante más de dos décadas, la investigación científica ha venido documentando de manera consistente el impacto del uso de pantallas en el desarrollo infantil y adolescente. Desde los primeros estudios sobre exposición televisiva en los años noventa hasta las más recientes investigaciones sobre redes sociales y dispositivos móviles, la evidencia acumulada muestra con claridad los riesgos asociados al uso excesivo de pantallas en la salud física, emocional y cognitiva.

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) estableció recomendaciones específicas para niños menores de cinco años: evitar totalmente la exposición a pantallas en menores de dos años, y limitarla a un máximo de una hora diaria entre los 2 y 4 años, privilegiando contenido educativo de calidad y siempre bajo la supervisión de un adulto. Estas directrices se basan en hallazgos que evidencian cómo la exposición temprana interfiere con el desarrollo motor, cognitivo y socioemocional.

En la actualidad, frente al incremento exponencial del uso de dispositivos digitales, múltiples metanálisis recientes confirman asociaciones significativas entre el tiempo de pantalla y problemas de salud mental, bajo rendimiento académico y mayor prevalencia de obesidad en la población infanto-juvenil.

1. Impacto en la salud mental
El estudio de Twenge y Campbell (2018), con más de 40 000 adolescentes, encontró que quienes utilizan pantallas más de cinco horas al día presentan una prevalencia de depresión del 4,1%, frente al 0,9% en quienes las usan menos de una hora, lo que representa un riesgo 4,5 veces mayor.

De forma consistente, el metanálisis de Braillard et al. (2021) —con más de 45 000 adolescentes— halló que el uso de redes sociales incrementa en 38% el riesgo de depresión (OR = 1,38), mientras que el uso de smartphones lo eleva en 26% (OR = 1,26). Entre los mecanismos implicados destacan el ciberacoso, la comparación social y la alteración del sueño.

Asimismo, Keles et al. (2020) documentaron que la exposición al ciberacoso casi duplica el riesgo de depresión y ansiedad (OR = 2,15), y que la privación del sueño lo aumenta en 87% (OR = 1,87). Por su parte, Liu et al. (2022) confirmaron que existe una relación de dosis–respuesta: a mayor número de horas frente a pantallas, mayor probabilidad de síntomas depresivos. Un uso diario superior a 4 horas constituye un riesgo clínicamente significativo, y más de 6 horas amerita evaluación e intervención especializada.

2. Impacto en el rendimiento académico
El metanálisis de Adelantado-Renau et al. (2019), con más de 580 000 estudiantes, identificó una asociación negativa entre el tiempo de pantalla y el rendimiento académico. En concreto, el uso excesivo de televisión aumentó el riesgo de bajo desempeño en 79% (OR = 1,79), el uso de videojuegos en 82% (OR = 1,82) y el de internet o redes sociales en 53% (OR = 1,53). Aunque el tamaño del efecto fue moderado (r = -0,17), los resultados son consistentes y estadísticamente robustos.

3. Impacto en la salud física y obesidad
La revisión sistemática de Stiglic y Viner (2019), que integró datos de aproximadamente 400 000 participantes, evidenció que un mayor tiempo frente a pantallas se asocia con un 50% más de riesgo de obesidad (OR ≈ 1,5). Los mecanismos explicativos incluyen la reducción de la actividad física, la exposición a publicidad de alimentos ultraprocesados y el consumo pasivo de alimentos durante el uso de dispositivos digitales.

4. Grupos de mayor vulnerabilidad
Diversos estudios destacan que las adolescentes mujeres, los jóvenes de 12 a 14 años y aquellos con baja autoestima o escaso apoyo familiar son los grupos más vulnerables, presentando efectos negativos hasta tres veces mayores.

5. Recomendaciones basadas en evidencia

Menores de 2 años
  • Evitar completamente la exposición a pantallas (excepto videollamadas familiares supervisadas).
  • Priorizar el juego físico y la interacción humana directa.
  • No utilizar pantallas como medio de calma o distracción.

Niños de 2 a 4 años
  • Máximo 1 hora diaria de contenido educativo de calidad.
  • Co-visualización obligatoria con adultos que orienten el aprendizaje.
  • Evitar contenidos sobreestimulantes o con publicidad.
  • Establecer rutinas fijas y horarios predecibles.

Niños de 5 a 12 años
  • Limitar el uso recreativo a 2 horas diarias.
  • Supervisar activamente contenido y contactos en línea.
  • Mantener zonas libres de pantallas (dormitorio y comedor).
  • Fomentar el uso creativo y productivo frente al consumo pasivo.
  • Restringir el uso antes de dormir.

Adolescentes de 13 a 18 años
  • Máximo 2 a 3 horas diarias de uso recreativo.
  • Evitar el uso nocturno (después de las 22:00 h).
  • Promover la alfabetización digital crítica y la seguridad en línea.
  • Fomentar la conciencia sobre la comparación social y sus efectos.
  • Monitorear el bienestar emocional y ajustar los hábitos digitales según necesidad.

Recomendaciones transversales para todas las edades
  • Mantener una comunicación familiar abierta sobre el uso digital.
  • Modelar hábitos saludables por parte de padres y cuidadores.
  • Asegurar equilibrio entre pantallas, actividad física, sueño y socialización presencial.
  • Evaluar periódicamente el impacto emocional y académico.
  • Fortalecer la colaboración entre escuela y familia en la educación digital.

Conclusión
El uso de pantallas constituye un desafío emergente para la salud pública y la salud mental infantil. La evidencia científica es contundente: la sobreexposición digital afecta el bienestar emocional, académico y físico de niños y adolescentes.

Como institución referente en salud mental del país, el Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado - Hideyo Noguchi” hace un llamado urgente a las familias, educadores y autoridades sanitarias a implementar estrategias preventivas, promover hábitos digitales saludables y proteger activamente a la población más joven frente a los riesgos del entorno digital.

Referencias
  1. Adelantado-Renau, M., et al. (2019). Association between screen media use and academic performance among children and adolescents: A systematic review and meta-analysis.JAMA Pediatrics, 173(11), 1058–1067. https://doi.org/10.1001/jamapediatrics.2019.3176
  2. Braillard, O., et al. (2021). Systematic Review and Meta-Analysis: The Association Between Child and Adolescent Depression and Smartphone and Social Media Use. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry.https://doi.org/10.1016/j.jaac.2021.01.022
  3. Keles, B., McCrae, N., & Grealish, A. (2020). The influence of social media on depression, anxiety and psychological distress in adolescents. International Journal of Adolescence and Youth, 25(1), 79–93. https://doi.org/10.1080/02673843.2019.1590851
  4. Liu, C., et al. (2022). The association between social media use and depressive symptoms in adolescents: A systematic review and meta-analysis. Journal of Affective Disorders, 301, 200–208. https://doi.org/10.1016/j.jad.2022.01.013
  5. Stiglic, N., & Viner, R. M. (2019). Effects of screentime on the health and well-being of children and adolescents: a systematic review of reviews. BMJ Open, 9(1), e023191. https://doi.org/10.1136/bmjopen-2018-023191
  6. Twenge, J. M., & Campbell, W. K. (2018). Associations between screen time and lower psychological well-being among children and adolescents: Evidence from a population-based study. Preventive Medicine Reports, 12, 271–283. https://doi.org/10.1016/j.pmedr.2018.10.003 World Health Organization. (2019). Guidelines on physical activity, sedentary behaviour and sleep for children under 5 years of age.
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