Vocación que transforma vidas: Servidoras/es del Programa Nacional Warmi Ñan cruzan barreras por una vida sin violencia
Nota de prensa29 de mayo de 2025 - 4:28 p. m.
Con mochilas llenas de compromiso y corazones dispuestos a escuchar, miles de profesionales del Programa Nacional Warmi Ñan del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) recorren cada día zonas rurales, comunidades alejadas y espacios públicos, llevando prevención, atención y protección frente a la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar. Aquí te compartimos historias que, desde los Centros Emergencia Mujer (CEM), demuestran que la vocación de servicio no tiene horarios ni límites geográficos.
Desde la región San Martín, Janet Román, trabajadora social del CEM Tarapoto, recuerda una de las experiencias que marcaron su labor. "Salí a las tres de la mañana y viajé seis horas para atender a un adulto mayor víctima de violencia sexual. No tiene familia, así que lo llevé al hospital, le di de comer, lavé su ropa, acompañé y articulé con instituciones y ONG para conseguirle abrigo, ropa, pañales, suplementos y un hogar donde vivir". En ese camino encontré mucha gente buena que se sensibilizo y logramos ayudar. Así es cuando las instituciones y comunidad se juntan”, relata con emoción.
Para Janet, más que un trabajo, su labor es un compromiso de vida: “Ver que su sufrimiento puede transformarse, que alguien puede volver a vivir sin violencia, me llena el corazón. Nuestra tarea va más allá de lo integral; es una causa por la justicia y la dignidad”.
A más de 3,700 m.s.n.m, en Juliaca, Puno, Giovanna Atayupanqui lleva casi una década como profesional en prevención del CEM en Comisaría Santa Bárbara. Ella ha logrado generar vínculos sólidos con comunidades quechuas y aimaras. “El trabajo con la comunidad es horizontal. Escuchamos sus saberes ancestrales y hablamos sobre violencia desde un enfoque respetuoso. Usamos frases cotidianas, dinámicas y radios comunitarias para llegar a más personas. Así, el Estado tiene rostro y voz en sus vidas”, explica Giovanna.
“Voy a lugares muy lejanos, también a mercados, escuelas, universidades, tenemos una población muy variada y llevamos prevención y al identificar casos de atención lo trasladamos a nuestro CEM, que es ese nexo que la población necesita para que más instituciones intervengan, vamos sensibilizándolos a ellos, participando en mesas de concertación y diversas instancias”, cuenta.
En el norte del país, Mary Semino Challan, trabajadora social del CEM Piura, resume su trayectoria de 16 años con una frase: “Como servidoras y servidores públicas, somos la primera respuesta, incluso en medio de pandemias, incendios o desastres naturales. Nuestro compromiso no se detiene”. Mary ha recorrido todas las provincias de su región y afirma que el trabajo en red, la ética profesional y la empatía son claves para brindar atención efectiva: “Siempre buscamos proteger la integridad de la víctima y coordinar con aliados locales para su recuperación. Hay mucho camino por recorrer, pero seguimos adelante”.
Luis Chira La Rosa, coordinador de la Subunidad de Gestión de la Información y del Conocimiento, con 27 años en el sector, destaca el valor de la información para transformar políticas públicas: “Cuando se creó el MIMP no existían datos estadísticos sobre la violencia hacia las mujeres. Hoy, la información estadística permite tomar decisiones con evidencia y ampliar servicios de atención y prevención. Nuestro reto es reducir la tolerancia social frente a la violencia. Como equipo, trabajamos con disciplina y responsabilidad para que la data de los servicios del Programa Warmi Ñan sea consistente, oportuna y útil”.
Así el Programa Nacional Warmi Ñan cuenta con más 5000 servidoras y servidores públicos que trabajan en atención, prevención y protección en servicios esenciales poniendo en práctica conocimientos y reafirmando el compromiso del Estado con una vida libre de violencia para todas y todos.