Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca celebra 46 años como el corazón de agua, vida y desarrollo del sur del Perú
Nota de prensaMás de un millón de personas dependen de sus lagunas y humedales, que hoy suman nuevos hitos de conservación y desarrollo sostenible.





11 de agosto de 2025 - 10:35 a. m.
Con un emotivo encuentro en la plaza principal de San Juan de Tarucani, comunidades campesinas, autoridades y aliados nacionales e internacionales celebraron ayer el 46° aniversario de la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca (RNSAB), área natural que abastece de agua a más de un millón de personas y sostiene las principales actividades económicas de la ciudad de Arequipa. Esta reserva, pieza clave para el desarrollo de la macrorregión sur —que integra a las poblaciones de Arequipa, Moquegua, Tacna, Puno, Cusco, Apurímac y Ayacucho, se consolida como un modelo de conservación con impacto tangible en la vida y economía regional.
El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), organismo adscrito al Ministerio del Ambiente, encabezó la ceremonia en la que se destacó dos hitos: la implementación del Mecanismo de Retribución por Servicios Ecosistémicos Hídricos (MERESE Hídrico) y el fortalecimiento del aprovechamiento sostenible de la fibra de vicuña, que beneficia a más de 800 familias.
“La ciudad de Arequipa bebe del corazón de esta reserva. Sus humedales y lagunas altoandinas son la fuente principal del agua que nutre la vida y la economía de toda la región. Conservar la RNSAB no es una opción, es una prioridad para garantizar un futuro sostenible”, afirmó Deyvis Huamán Mendoza, director (e) de Gestión Territorial de Áreas Naturales Protegidas del Sernanp.
En tanto, Enrique Neyra Saavedra, director (e) de Uso Sostenible de los Recursos Naturales del Sernanp, resaltó que “el aprovechamiento responsable de la fibra de vicuña demuestra que la conservación puede ir de la mano con el desarrollo económico. Aquí, naturaleza y comunidades trabajan unidas para generar oportunidades y bienestar”.
La ceremonia contó también con la presencia de John Machaca Centty, jefe de la Reserva Nacional Salinas y Aguada Blanca; Floro Choque Vilca, alcalde distrital de San Juan de Tarucani; Nicolás Choque Flores, subprefecto distrital; Nicolás Jara Yancapallo, presidente del Comité de Gestión de la RNSAB; Kenny Caballero Marchan, gerente del Contrato de Administración – Desco; Eliphas Coeli, gerente general de Loro Piana Perú; así como autoridades regionales, comunales y representantes de instituciones públicas, privadas y organizaciones vinculadas a la conservación y uso sostenible de los recursos naturales de la reserva.
Un motor de vida y desarrollo
Creada el 9 de agosto de 1979, la RNSAB protege más de 366 mil hectáreas de puna seca sudamericana, hogar de especies como la vicuña, el guanaco, el puma andino, el gato andino, los flamencos, el suri, etc. Su ubicación estratégica en la cabecera de la cuenca Quilca–Chili garantiza la cantidad y calidad del agua para consumo humano, agricultura, generación hidroeléctrica y actividades productivas de gran escala.
Vigente desde 2022, el MERESE Hídrico canaliza inversión directa para la conservación de ecosistemas frágiles, como los humedales y bofedales altoandinos, garantizando la continuidad de sus beneficios a través de los servicios ecosistémicos que sostienen la vida y la economía de toda la región sur del país.
Asimismo, la alianza comercial con la firma italiana Loro Piana viene posicionado la fibra de vicuña de la RNSAB en exigentes mercados internacionales, generando ingresos justos para las comunidades locales y reforzando su compromiso con la protección de la fauna silvestre.
La implementación del Contrato de Administración, bajo un modelo de cogestión a cargo de la ONG DESCO, permite ejecutar las acciones previstas y priorizadas en el Plan Maestro 2025–2030. Este esquema refuerza el estatus de conservación de la reserva y potencia la restauración de ecosistemas clave, así como la protección de especies emblemáticas de flora y fauna.
Por ello, la RNSAB encabeza iniciativas de restauración de ecosistemas altoandinos, reforestación con especies nativas, vigilancia comunal, emprendimientos turísticos sostenibles y programas de educación ambiental. Este conjunto de acciones consolida un modelo de gestión participativa que hoy es reconocido como referente de conservación a nivel nacional e internacional.