Embajador Manuel Rodríguez Cuadros, Representante Permanente del Perú, en Asamblea General de la ONU sobre situación humanitaria en Ucrania
Discurso
23 de marzo de 2022 - 5:15 p. m.
La intervención armada en Ucrania se agrava. La violencia se intensifica. Y la población civil continúa sufriendo injustamente los estragos del conflicto. La conciencia ética de los pueblos se alarma.
La historia nos enseña que la única manera, la más práctica, contundente y efectiva para poner fin al sufrimiento de la población civil en los conflictos armados, es el cese de las hostilidades. El cese del fuego. El cese de la violencia.
Este imperativo que la conciencia pacífica y democrática de la humanidad exige, es también el llamamiento que hace el gobierno del Perú para que las partes en el conflicto pacten, acuerden, un cese del fuego. Como media inmediata. Y continué el curso de las negociaciones diplomáticas que puedan poner fin al conflicto.
Mientras el conflicto no cese y las armas sigan disparando, hay que exigir el cumplimiento de la obligación imperativa que manda el derecho internacional y el derecho internacional humanitario, para poner limites al sufrimiento de la población civil, protegerla y asegurar el goce de sus derechos humanos.
No se trata de recomendaciones de buena voluntad. Ni horizontes de conductas deseables. Se trata de obligaciones internacionales adquiridas por las partes en el conflicto. Que deben imperativamente ser acatadas. El derecho internacional humanitario no se pregunta acerca de los motivos que originan un conflicto. Su interés principal consiste en aliviar el sufrimiento humano causado por la guerra. Y ese es el cometido específico de las decisiones que debemos adoptar.
La protección de las poblaciones no puede discriminarse por razones políticas. Responde única y exclusivamente a la dimensión humana de su protección, sin discriminación de ninguna naturaleza. Las Naciones Unidas tienen el mandato de proteger a toda la población civil que sufre en el conflicto.
Esa es la fuerza del derecho internacional humanitario y es a la vez la dimensión ética de la exigencia para que en cada, día, en cada hora del conflicto, las partes:
Respeten el derecho internacional humanitario, en particular, los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y su Protocolo adicional I, de 1977, así como garantizar la protección de la población civil y de las personas detenidas. Los ataques que empleen nuevas tecnologías y medios cibernéticos deben también respetar el derecho internacional humanitario.
Se abstengan de cometer ataques contra la población civil.
No realicen ataques que infrinjan las normas sobre la conducción de las hostilidades o las prohibiciones sobre los métodos y medios de guerra.
No utilicen armas prohibidas o en los lugares poblados armas con efectos en zonas extensas
No dirijan ataques contra bienes de carácter civil.
Preserven la infraestructura esencial, como los sistemas de abastecimiento de agua, gas y electricidad, que suministran e insumos vitales a los hogares, las escuelas y las instalaciones médicas.
Protejan los espacios en los que se despliegan las acciones humanitarias.
Acaten las prohibiciones de realizar bombardeos indiscriminados y tomar rehenes.
Brinden atención a todos los heridos, cualquiera sea la parte en el conflicto a la que pertenezcan.
Aseguren que los detenidos y prisioneros sean objeto de un trato humanitario y no se les aplique condiciones humillantes o contrarias a su dignidad.
Brinden sin restricciones la protección al personal medico, los establecimientos, unidades móviles y suministros de salud; y,
Cooperen con las acciones humanitarias que viene realizando el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) , acojan sus iniciativas y aseguren su acceso a las personas civiles.
Todas estas obligaciones deben ser, a la vez, exigidas y respetadas. Y ejecutadas conforme a los principios de humanidad, imparcialidad, neutralidad y universalidad, que fundamentan el derecho internacional humanitario.
Corresponde a la comunidad internacional un deber de solidaridad especial con los desplazados y refugiados. Cerca de 4 millones a la hora actual. El deber de protegerlos debe ejercerse sin discriminación de ningún tipo. Respetando su dignidad, derechos humanos y libertades fundamentales. Sin importar su comunidad de origen. Y combatiendo todo acto, manifestación y expresión de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia que afecten a las personas desplazadas por el conflicto. Incluidos los refugiados.
Si logramos la aplicación amplia del derecho internacional humanitario, además de proteger la dignidad, salud y la propia vida de las poblaciones civiles, estaremos contribuyendo al buen curso de las negociaciones entre las partes y estaremos haciendo más corto el camino que conduzca al establecimiento del cese de hostilidades y al éxito de las negociaciones de paz.
En circunstancias graves, como las actuales, que afectan la paz y la seguridad internacional - en una dimensión potencial sin antecedentes desde segunda guerra mundial- es indispensable no exacerbar las contradicciones. No atizar el conflicto. No propiciar el atrincheramiento en posiciones políticas irreductibles. Los tiempos reales de crisis, como los que estamos viviendo, son tiempos, también, de los valores de la firmeza y la serenidad, la ecuanimidad y la responsabilidad.
La historia - que discurre entre conflictos y procesos de paz - nos ha enseñado, desde 1945, que la paz no es sólo el impulso idealista de proclamarla y de quererla. Es también la visión realista de equilibrar intereses contrapuestos. Mientras no exista un Estado mundial, la paz siempre será un pacto de los Estados y de los pueblos. Por ello la paz se debe construir desde los propios conflictos. De allí la enorme trascendencia de fomentar, impulsar y cobijar las negociaciones entre las partes para poner fin al conflicto en Ucrania.
Una solución negociada, que contempla los intereses de todas las partes, concurrente con las normas del Derecho Internacional y la carta de las Naciones Unidas, es en primera y última instancia el medio, el único medio para restaurar la paz y poner fin al sufrimiento de las poblaciones.