Discurso del señor Ministro de Relaciones Exteriores en el evento de conmemoración del Día de las Naciones Unidas

Discurso

27 de octubre de 2021 - 1:42 p. m.

Señor Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas en el Perú, Igor Garafulic;
Señor Viceministerio de Relaciones Exteriores encargado, Embajador Félix Denegri;
Nuncio Apostólico de su Santidad y Decano del Cuerpo Diplomático acreditado en el Perú, Monseñor Nicola Girasoli;
Señores Jefes de Misiones Diplomáticas acreditados en el Perú;
Señores Jefes de las agencias y programas del Sistema de las Naciones Unidas en el Perú;
Señoras y señores;
Hoy conmemoramos el Día de las Naciones Unidas y celebramos la entrada en vigor de la Carta que le dio forma a la Organización de las Naciones Unidas, cuyos propósitos y principios nos guían, para bien, desde hace 76 años.
La igualdad soberana de los Estados; el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional; la primacía del derecho y la justicia internacional; la cooperación para la solución de los problemas económicos, sociales, culturales y humanitarios; el respeto a los derechos humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana; son principios e ideales consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y siguen siendo tan actuales y necesarios como lo fueron en 1945, para cerrar uno de los episodios más oscuros de la historia de la humanidad.
Creo que esta es la ocasión propicia para reflexionar sobre el legado de la Organización de las Naciones Unidas, el cual ha contado, desde sus orígenes, con aportes de ilustres peruanos, como Víctor Andrés Belaúnde. Asimismo, es ocasión para ponderar los desafíos propios del contexto que atravesamos que, si bien presentan retos al multilateralismo, también evidencian lo indispensable que es, y será, la Organización de las Naciones Unidas.
A continuación, realizo un recuento no exhaustivo de estos desafíos y el rol vital de la Organización de las Naciones Unidas para su abordaje.
La gobernanza global se ha puesto a prueba más recientemente con la aparición de la Covid-19. La magnitud e impacto de esta pandemia ha mostrado la precariedad y disparidad del progreso alcanzado en décadas recientes, incrementando la pobreza y agudizando las desigualdades. Ello se ha visto exacerbado por el acceso desigual al instrumental médico, la infraestructura tecnológica, los insumos y, finalmente, las vacunas, afectando la atención e incluso la supervivencia de los más vulnerables, limitando la recuperación en muchas regiones.
La lucha efectiva a la pandemia supera el esfuerzo individual de cualquier país, y requiere una acción conjunta de todos los Estados. Los países tenemos la oportunidad de evitar que esto vuelva a ocurrir, en base a un “nuevo contrato social” que no deje a nadie atrás, como lo propuso el Secretario General, António Guterres.
Afrontar la Covid-19 sigue siendo una prioridad global y la inmunización extendida de la población ha demostrado ser la principal vía para regresar a una suerte de normalidad en el corto plazo y apuntalar la recuperación económica. Asegurar ello, como enfatizó el Presidente de la República, Pedro Castillo, requiere un acuerdo mundial para garantizar el acceso universal a las vacunas, sin discriminación ni privilegios, poniendo en práctica su carácter de bienes públicos globales, condición por la que ha abogado el Perú en todos los foros internacionales.
A lo anterior, se une la necesidad de disponer de una renovada arquitectura multilateral de la salud que incluya un sistema global de preparación y respuesta frente a las pandemias y otras amenazas sanitarias, con la Organización Mundial de la Salud en su centro.
Por otro lado, el impacto del calentamiento global ha llegado a índices alarmantes en las últimas décadas, lo que interpela los marcos de gobernanza global y alimenta larvariamente conflictos sociales y tensiones geopolíticas.
El Perú respalda plenamente los programas y compromisos de las Naciones Unidas para luchar contra el cambio climático en el marco de los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Conscientes de esta situación, el Perú se ha trazado como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del 30% al 40%, respecto de lo proyectado para el 2030, y a convertirse en un país carbono neutral al 2050. Esperamos que la COP26 resulte en compromisos del resto de la comunidad internacional igual de ambiciosos.
Al alero de este cometido estamos trabajando con otros países en la aprobación de un mandato en la Quinta Sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA 5), con miras a iniciar la negociación de un instrumento vinculante para luchar contra la contaminación por plásticos. Los aliento a unirnos en torno a este objetivo.
En esta ya compleja coyuntura es necesario renovar el compromiso con la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hoy, más que nunca, debemos unir esfuerzos para lograr las metas de la Agenda 2030 a todo nivel. Como lo afirmó el señor Presidente de la República en la Asamblea General, se trata de una transformación que realice en los hogares de cada familia, sus derechos a la educación, a la salud, al empleo decente, al salario digno, a la seguridad social, a la vivienda con agua y saneamiento, como derechos humanos fundamentales que debemos garantizar. En ese sentido, debemos redoblar esfuerzos para alcanzar la cobertura universal de estos servicios, garantizando su calidad y oportunidad, con asistencia de la cooperación internacional donde sea requerida.
En esta línea, la erradicación del hambre y la malnutrición, así como lograr la seguridad alimentaria son objetivos globales que requieren un esfuerzo y compromiso internacional, incluida la transformación de los sistemas alimentarios para asegurar la sostenibilidad ambiental.
De hecho, para el Perú, el respeto a los derechos humanos tiene un valor fundamental para el cumplimiento de los propósitos de la Carta de las Naciones Unidas. Por ello, hemos otorgado especial atención a los derechos de las personas en situación de vulnerabilidad, en particular las mujeres, los niños en situación de orfandad, las personas con discapacidad, los pobres y los pueblos originarios.
Nuestro compromiso en este ámbito nos ha llevado a presentar nuestra candidatura al Consejo de Derechos Humanos para el periodo 2024–2026, a fin de contribuir desde nuestra larga experiencia y reconocido compromiso con la promoción y protección de los derechos humanos. Igualmente aspiramos en el espacio hemisférico a que el doctor César Landa, prestigioso académico y ex Presidente del Tribunal Constitucional, sea elegido el próximo 12 de noviembre como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con el apoyo de los estados Partes del Pacto de San José.
De igual manera, las oleadas de refugiados y migrantes que escapan de los conflictos, la violencia política y la falta de oportunidades, entre otros, requieren que la comunidad internacional asuma solidariamente un reparto de responsabilidades, tanto para protegerlos como para ofrecerles posibilidades de progreso, cumpliendo el compromiso de velar colectivamente por una migración regular, ordenada y segura. En este aspecto, como expuse en la conferencia regional sobre la materia que organizó el gobierno colombiano en la que tuve el agrado de participar, es necesario que la cooperación internacional se dirija a atender las prioridades que los estados receptores, como es el caso del Perú, establezcan en esta perspectiva para atender a migrantes y refugiados.
Cabe mencionar, por otra parte, las nuevas amenazas a la paz y la seguridad internacional que han trascendido los conflictos tradicionales como disputas territoriales, la amenaza nuclear y las tensiones nacionales de diversos orígenes, para incluir a otros actores y medios como el terrorismo, la delincuencia organizada transnacional, o el uso de nuevas tecnologías con fines delictivos.
A lo anterior se suma el hecho que el espacio digital se ha convertido en un área clave para ejercer el dominio tecnológico, impulsar la prosperidad, la innovación, el desarrollo de la ciencia, entre otros. Estas potencialidades coexisten con otros desafíos y riesgos, por lo que el Perú apoya el proceso iniciado en las Naciones Unidas para elaborar una convención internacional integral sobre la lucha contra la utilización de las tecnologías de la información y las comunicaciones con fines delictivos. El resultado de este proceso debe asegurar que la digitalización garantice la inclusión y el cierre de brechas, así como un entorno digital confiable y seguro para el desarrollo sostenible y la protección de las libertades.
No es ajeno en este panorama el accionar del crimen transnacional organizado, cuya actividad degrada el tejido social. En ello, apelamos al principio de corresponsabilidad para su combate, especialmente frente a la problemática del tráfico ilícito de drogas, de gran impacto en nuestro país y cuya atención de manera integral es prioritaria para este gobierno.
No escapa en este panorama el problema de la corrupción, que cada año se apropia de varios puntos porcentuales del PBI mundial que podrían destinarse a atender las brechas descritas. La lucha contra la corrupción es una prioridad del Gobierno y una política de Estado, por lo que impulsaremos el seguimiento de la implementación de los compromisos de la Declaración Política adoptada en la Asamblea General Extraordinaria de las Naciones Unidas contra la corrupción, UNGASS 2021, cuya negociación co-lideró el Perú.
Por último, debo mencionar que el Perú mantiene un compromiso inquebrantable con el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, lo que nos ha llevado a contribuir tropas a las Operaciones de Paz de las Naciones Unidas desde 1958. Consistentes con ello el Perú aumentará su contribución de tropas para las operaciones de paz, incluyendo efectivos para una fuerza de reacción rápida y esperamos concretar en breve la ampliación de nuestra contribución en el componente policial con efectivos de la Policía Nacional del Perú. En ese sentido, acabamos de efectuar una emotiva ceremonia ante la efigie de Víctor Andrés Belaúnde, realizada con tropas peruanas que han servicio a esta noble causa de paz.
La contribución de esta fuerza multinacional a los esfuerzos de pacificación y consolidación de la paz en el mundo es clave. Cabe aquí evocar el enunciado del Embajador Javier Pérez de Cuéllar, cuando precisaba que los miembros del Consejo de Seguridad y, en particular, quienes tienen capacidad de veto, “tienen la responsabilidad de ponerse de acuerdo”. Ello es sin duda central para que este órgano principal de las Naciones Unidas atienda de manera efectiva las amenazas a la paz y la seguridad internacional.
Señoras y señores,
Hace poco más de un mes me fue especialmente grato suscribir con el Coordinador Residente del Sistema de las Naciones Unidas, Igor Garafulic, el nuevo Marco de Cooperación para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en el Perú, para el período 2022–2026, por un monto que asciende a 180 millones de dólares.
Este nuevo Marco, amén de renovar la fructífera relación del Perú con la ONU, constituye una herramienta fundamental para promover y canalizar la cooperación técnica internacional, en complemento a los esfuerzos nacionales para reducir brechas y vulnerabilidades, a fin de alcanzar una recuperación económica, social y ambiental sostenible. Aprovecho para reiterar mi agradecimiento a Igor y el equipo del sistema de las Naciones Unidas en el Perú por su magnífico trabajo, en particular en el contexto de la atención a los desafíos por la pandemia de salud.
Para el Perú es imperativo fortalecer los marcos multilaterales para promover una gobernanza global más inclusiva, asentada sobre el interés común, la cooperación y la solidaridad, para responder de mejor manera a los desafíos contemporáneos. Tal como expresó el Presidente Castillo en el Debate General del 76 Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Perú prioriza el componente social en la agenda internacional, desde la perspectiva de una diplomacia igualmente nacional, autónoma, democrática y descentralizada.
Por consiguiente, me valgo de esta oportunidad para renovar el compromiso del Perú con la Carta de las Naciones Unidas, cuyos designios se encuentran hoy tan vigentes para construir un mundo más justo, sostenible y próspero, con igualdad de oportunidades y sin discriminación, en el que todos podamos realizar nuestros derechos, conviviendo en paz.
En estas más de siete décadas, la presencia del Perú y su contribución a los trabajos de las Naciones Unidas ha involucrado, como dijimos, a muchos compatriotas y entre ellos a distinguidos colegas. En ese sentido, evoco con respeto al Dr. José Luis Bustamante y Rivero, ex mandatario de la República y ex Presidente de la Corte Internacional de Justicia.
En efecto, tanto el Dr. Bustamante y Rivero como Víctor Andrés Belaúnde, quien fuera Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas entre 1959 y 1960, y el Embajador Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones unidas en dos oportunidades –y quien nos dejó el año pasado en el centenario de su prolífica vida–, son icónicos diplomáticos peruanos que encarnan nuestras convicciones con el sistema de Naciones Unidas que hoy honramos, seguros que nos inspiran con su valiosa sindéresis.
Que su recuerdo y la de todos aquellos peregrinos por la paz nos orienten para atender los desafíos multilaterales que tenemos por delante, para que las lecciones aprendidas y la voluntad de concertar soluciones en las Naciones Unidas nos permitan dar forma al futuro mejor que queremos para todos.
Muchas gracias.