Palabras del canciller Schialer en la inauguración de exposición documental “La Cancillería en el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho”
Discurso
5 de diciembre de 2024 - 9:39 p. m.
Muy buenos días.
Buenos días a los colegas extranjeras y obviamente nacionales presentes. Especialmente al Dr. Daniel Parodi Revoredo, que con la semblanza histórica de este inicio de la República del Perú nos ha hecho recordar aquellos momentos, aquellas fibras que hacen de Torre Tagle lo que todos consideramos que es, uno de los baluartes de la República.
Señor viceministro encargado del Ministerio de Relaciones Exteriores, embajador Eric Anderson Machado, querido Eric,
Señor director general de la Dirección para Asuntos Culturales, embajador Javier Yépez Verdeguer, querido Javier,
Excelentísimos embajadores y miembros del cuerpo diplomático acreditado ante el Gobierno del Perú,
Honorables representantes de los organismos internacionales acreditados ante mi gobierno,
Señores embajadores y miembros del Servicio Diplomático del Perú,
Dr. Daniel Parodi, nuevamente, historiador y catedrático universitario,
Señoras y señores,
Es un privilegio especial para mí, que nos reunamos hoy en este histórico Palacio de Torre Tagle, un lugar que no solo es símbolo de nuestra tradición diplomática, sino también guardián de una parte esencial de la memoria de nuestra nación. Sus archivos, que datan de principios del siglo XIX, es decir desde los albores mismos de en ese entonces joven república, que contienen documentos de incalculable valor que preservan e iluminan nuestra historia, y que nos ayudan a entender los hitos que han definido nuestro camino como república.
Con el bicentenario de la victoria en Ayacucho en el horizonte, que fue una victoria militar importante, que definió y selló el curso de la historia de la independencia del Perú y de América del Sur, presentamos con orgullo esta muestra titulada “La batalla diplomática: campaña por la independencia”, que pone en evidencia, como ya lo ha hecho el Dr. Pardo, el papel crucial de nuestra Cancillería en los esfuerzos por consolidar la independencia del Perú.
Cada documento aquí expuesto, y que veremos en breve, narra una historia de patriotismo, visión y sacrificio. Estas piezas reflejan los valores y pensamientos de quienes forjaron, desde las canteras de nuestra diplomacia, la imagen internacional del Perú, un Perú soberano, una nación comprometida con los principios, el respeto al derecho internacional y la integración latinoamericana.
Aquellos documentos, que fueron como dije seleccionados para esta muestra, destacan el papel fundamental que desempeñaron los primeros ministros de Relaciones Exteriores del Perú en la construcción de nuestra política exterior. En 1821, el general don José de San Martín confió esta labor al primer canciller del Perú, el colombiano Juan García del Río, quien, junto con el médico y político inglés Diego Paroissien, tuvo la misión de obtener el reconocimiento internacional de la independencia del Perú, a la par de asegurar los recursos financieros necesarios para sostener al Ejército Libertador.
La correspondencia de la época nos ha de revelar los intensos debates en las potencias europeas sobre su postura respecto a los países que se habían independizado de España. Aunque inicialmente negaron un reconocimiento explícito, la designación de cónsules representó un reconocimiento tácito que, hacia mediados del siglo XIX se oficializó, consolidando así la soberanía del Perú.
En 1824, bajo el liderazgo del ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, don José Faustino Sánchez Carrión, y en estrecha colaboración con el general Simón Bolívar, la diplomacia peruana enfrentó dos desafíos clave: proveer al Ejército Libertador de los recursos necesarios para alcanzar la victoria en Ayacucho y gestionar el reconocimiento internacional del Perú como Estado independiente. Los primeros países en otorgar dicho reconocimiento fueron Chile, las Provincias Unidas del Río de la Plata, México y la Gran Colombia.
Estos esfuerzos continuaron tras la victoria en Ayacucho. Entre los hitos de nuestra diplomacia del XIX destacan las acciones para obtener el reconocimiento jurídico del Perú por parte de Gran Bretaña, Francia y España. Este proceso se desarrolló en un contexto internacional complejo, como ya hemos escuchado, influido por las medidas conservadoras del Congreso de Viena de 1815, que buscaban preservar la legitimidad de los regímenes monárquicos y sus dominios coloniales; y por otro lado por los intereses británicos de expandir sus rutas y vínculos comerciales que apuntaban a una hegemonía en el Pacífico.
En el ámbito interno, la inestabilidad política de los primeros años de la República, conocida como la época del Caudillismo, dificultaba la consolidación del Estado peruano. A pesar de estas adversidades, la Cancillería peruana demostró prudencia, tenacidad y visión estratégica, logrando superar las tensiones bélicas y obtener el reconocimiento jurídico internacional de nuestra independencia.
Entre los documentos más destacados de este archivo se encuentran los relacionados con la labor del primer cónsul estadounidense, William Tudor, quien llegó al Perú en 1824 y desempeñó un papel clave en medio de los desafíos de la guerra de independencia; así como aquellos que registran el nombramiento y la llegada de James Cooley como encargado de negocios de los Estados Unidos en Lima, marcando una etapa crucial en los primeros vínculos diplomáticos entre ambos países.
Asimismo, la interacción diplomática con las Provincias Unidas del Río de la Plata, con Chile, con México, España, la Gran Colombia, Francia y los Estados Unidos consolidó al Perú como un actor respetado en la región y particularmente en el ámbito internacional. Como han señalado numerosos historiadores, el derecho internacional de la época brindó al Perú las garantías necesarias para establecer relaciones comerciales y proyectarse gradualmente en el sistema financiero y comercial global del siglo XIX.
El reconocimiento de nuestra independencia marcó un hito en la consolidación de nuestra soberanía y definió al Perú como un actor con voz y proyección en el concierto de las naciones. En esta tarea, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el primer ministerio creado en 1821, tuvo, qué duda cabe, un papel fundamental.
Hoy, a través de esta muestra, recordamos aquellos años decisivos que marcaron las líneas distintivas de nuestra diplomacia y que sentaron también las bases y la cultura institucional de Torre Tagle. Estos documentos no solo son testigos de un pasado de lucha y perseverancia, sino que también nos inspiran a seguir construyendo un Perú soberano, unido y con proyección hacia un mundo cada vez más interconectado, con la misma dedicación y compromiso de nuestros predecesores.
Muchas gracias.
Buenos días a los colegas extranjeras y obviamente nacionales presentes. Especialmente al Dr. Daniel Parodi Revoredo, que con la semblanza histórica de este inicio de la República del Perú nos ha hecho recordar aquellos momentos, aquellas fibras que hacen de Torre Tagle lo que todos consideramos que es, uno de los baluartes de la República.
Señor viceministro encargado del Ministerio de Relaciones Exteriores, embajador Eric Anderson Machado, querido Eric,
Señor director general de la Dirección para Asuntos Culturales, embajador Javier Yépez Verdeguer, querido Javier,
Excelentísimos embajadores y miembros del cuerpo diplomático acreditado ante el Gobierno del Perú,
Honorables representantes de los organismos internacionales acreditados ante mi gobierno,
Señores embajadores y miembros del Servicio Diplomático del Perú,
Dr. Daniel Parodi, nuevamente, historiador y catedrático universitario,
Señoras y señores,
Es un privilegio especial para mí, que nos reunamos hoy en este histórico Palacio de Torre Tagle, un lugar que no solo es símbolo de nuestra tradición diplomática, sino también guardián de una parte esencial de la memoria de nuestra nación. Sus archivos, que datan de principios del siglo XIX, es decir desde los albores mismos de en ese entonces joven república, que contienen documentos de incalculable valor que preservan e iluminan nuestra historia, y que nos ayudan a entender los hitos que han definido nuestro camino como república.
Con el bicentenario de la victoria en Ayacucho en el horizonte, que fue una victoria militar importante, que definió y selló el curso de la historia de la independencia del Perú y de América del Sur, presentamos con orgullo esta muestra titulada “La batalla diplomática: campaña por la independencia”, que pone en evidencia, como ya lo ha hecho el Dr. Pardo, el papel crucial de nuestra Cancillería en los esfuerzos por consolidar la independencia del Perú.
Cada documento aquí expuesto, y que veremos en breve, narra una historia de patriotismo, visión y sacrificio. Estas piezas reflejan los valores y pensamientos de quienes forjaron, desde las canteras de nuestra diplomacia, la imagen internacional del Perú, un Perú soberano, una nación comprometida con los principios, el respeto al derecho internacional y la integración latinoamericana.
Aquellos documentos, que fueron como dije seleccionados para esta muestra, destacan el papel fundamental que desempeñaron los primeros ministros de Relaciones Exteriores del Perú en la construcción de nuestra política exterior. En 1821, el general don José de San Martín confió esta labor al primer canciller del Perú, el colombiano Juan García del Río, quien, junto con el médico y político inglés Diego Paroissien, tuvo la misión de obtener el reconocimiento internacional de la independencia del Perú, a la par de asegurar los recursos financieros necesarios para sostener al Ejército Libertador.
La correspondencia de la época nos ha de revelar los intensos debates en las potencias europeas sobre su postura respecto a los países que se habían independizado de España. Aunque inicialmente negaron un reconocimiento explícito, la designación de cónsules representó un reconocimiento tácito que, hacia mediados del siglo XIX se oficializó, consolidando así la soberanía del Perú.
En 1824, bajo el liderazgo del ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, don José Faustino Sánchez Carrión, y en estrecha colaboración con el general Simón Bolívar, la diplomacia peruana enfrentó dos desafíos clave: proveer al Ejército Libertador de los recursos necesarios para alcanzar la victoria en Ayacucho y gestionar el reconocimiento internacional del Perú como Estado independiente. Los primeros países en otorgar dicho reconocimiento fueron Chile, las Provincias Unidas del Río de la Plata, México y la Gran Colombia.
Estos esfuerzos continuaron tras la victoria en Ayacucho. Entre los hitos de nuestra diplomacia del XIX destacan las acciones para obtener el reconocimiento jurídico del Perú por parte de Gran Bretaña, Francia y España. Este proceso se desarrolló en un contexto internacional complejo, como ya hemos escuchado, influido por las medidas conservadoras del Congreso de Viena de 1815, que buscaban preservar la legitimidad de los regímenes monárquicos y sus dominios coloniales; y por otro lado por los intereses británicos de expandir sus rutas y vínculos comerciales que apuntaban a una hegemonía en el Pacífico.
En el ámbito interno, la inestabilidad política de los primeros años de la República, conocida como la época del Caudillismo, dificultaba la consolidación del Estado peruano. A pesar de estas adversidades, la Cancillería peruana demostró prudencia, tenacidad y visión estratégica, logrando superar las tensiones bélicas y obtener el reconocimiento jurídico internacional de nuestra independencia.
Entre los documentos más destacados de este archivo se encuentran los relacionados con la labor del primer cónsul estadounidense, William Tudor, quien llegó al Perú en 1824 y desempeñó un papel clave en medio de los desafíos de la guerra de independencia; así como aquellos que registran el nombramiento y la llegada de James Cooley como encargado de negocios de los Estados Unidos en Lima, marcando una etapa crucial en los primeros vínculos diplomáticos entre ambos países.
Asimismo, la interacción diplomática con las Provincias Unidas del Río de la Plata, con Chile, con México, España, la Gran Colombia, Francia y los Estados Unidos consolidó al Perú como un actor respetado en la región y particularmente en el ámbito internacional. Como han señalado numerosos historiadores, el derecho internacional de la época brindó al Perú las garantías necesarias para establecer relaciones comerciales y proyectarse gradualmente en el sistema financiero y comercial global del siglo XIX.
El reconocimiento de nuestra independencia marcó un hito en la consolidación de nuestra soberanía y definió al Perú como un actor con voz y proyección en el concierto de las naciones. En esta tarea, el Ministerio de Relaciones Exteriores, el primer ministerio creado en 1821, tuvo, qué duda cabe, un papel fundamental.
Hoy, a través de esta muestra, recordamos aquellos años decisivos que marcaron las líneas distintivas de nuestra diplomacia y que sentaron también las bases y la cultura institucional de Torre Tagle. Estos documentos no solo son testigos de un pasado de lucha y perseverancia, sino que también nos inspiran a seguir construyendo un Perú soberano, unido y con proyección hacia un mundo cada vez más interconectado, con la misma dedicación y compromiso de nuestros predecesores.
Muchas gracias.