La vacuna, esperanza de vida

Nota Informativa
#CrónicasdeSebastianHani

Oficina de Relaciones Públicas e Imagen Institucional

10 de febrero de 2022 - 9:23 a. m.

La región de Tacna amaneció el 10 de febrero del 2021 esperanzada. Esa mañana un aeroplano de la Fuerza Aérea del Perú arribaba a la ciudad con el primer lote de la vacuna Sinopharm: 1 709 aproximadamente. Significaba, pues, ese pequeño destello de luz, de vida, entre la desolada realidad que el coronavirus trajo consigo un año antes. Esa oscuridad que parecía inundar de alguna manera u otra a cada uno de los ciudadanos: un familiar fallecido, un amigo en UCI, un conocido desesperado por conseguir oxígeno. Un sistema de salud quebrado, desnudado. Una economía hecha pedazos en poco tiempo, con una muchedumbre que cayó en el desempleo ante el quiebre de empresas que veían en la presencialidad algo ineludible para subsistir.

Aun cuando el horizonte era sombrío, el pueblo de Tacna creyó fervientemente en la vacuna. Primero, en febrero y marzo, los sanitarios e integrantes de las fuerzas militares y policiales fueron inoculados. Eran ellos quienes desde el inicio de las restricciones arriesgaron su vida para mantener a raya a la población, para atenderlos en los niveles de atención primario y en los nosocomios. Ellos alentaban la vida, a cuidarnos, a no desprotegernos, aguantando los embates de la covid-19, aun con las dos primeras olas tratando de cubrirlos.

A fines de abril, inició la vacunación a los ciudadanos, comenzando por los adultos mayores y personas con comorbilidades. La región de Tacna fue un ejemplo: se volcaron numerosamente a los centros de vacunación instalados principalmente en los colegios y fuimos primeros a nivel nacional en el avance de la inmunización. El ritmo era impresionante, un éxito. Pero el entusiasmo no debía acabar ahí, este ejemplo era el principio de todo.

El director regional de Salud, Méd. Oscar Galdos Rodríguez, cuenta que, luego de esa primera entrega, el gobernador regional y él viajaron a Lima para seguir insistiendo en el envío de un número de dosis de vacunas que superaran ampliamente a ese primer traslado. Así fue. El envío de las dosis de las tres marcas con que el Gobierno central firmó acuerdos de compra superó las 5 mil dosis, en un primer momento, y posteriormente las 10 mil dosis.

Para agosto de ese año, Galdos Rodríguez informaba que, tras una reunión con el viceministro de Salud, Gustavo Rosell, se tenía previsto el envío de 31 mil 200 dosis. Una semana después esas dosis se aplicaban en los centros de vacunación. Superando el 50 % de personas con el esquema de vacunación completa, la estrategia experimentó cambios a favor de la ciudadanía: suministrarlas en los centros y puestos de salud de la región, con el objetivo de evitar largas colas y que el alcance sea mayor. Actualmente, con la llegada de la tercera ola se está demostrando la efectividad de la vacuna. Son muchos los contagiados en lo que va del 2022, pero apenas unos cuantos los que sufren esta enfermedad con cuadros críticos o severos. “Esta tercera ola, sin la vacuna, hubiese sido catastrófica”, asiente el director regional.

Después de un año, las cifras siguen mejorando progresivamente. Ya se superó el 85 % de vacunados con dos dosis y los vacunados con sus dosis de refuerzo son más de 75 mil en la región. En este momento, el reto principal que se afronta es la vacunación en niños entre 5 y 11 años, a quienes se le suministra la dosis pediátrica de Pfizer. La desconfianza inicial de los padres, ese temor que el desconocimiento impulsa, muestra signos de desvanecimiento. En los últimos días, gran cantidad de familias llegan a distintos colegios con la esperanza de recibir una vacuna que les dé la seguridad de iniciar las clases en marzo. La vacuna es esperanza. Esperanza de volver a clases, esperanza de combatir a este virus, esperanza de reactivar la economía, esperanza de volver a tiempos en los que nos desenvolvíamos sin ataduras de orden sanitario.