La Importancia De La Salud Mental De Los Maestros Como Soporte Emocional De Sus Estudiantes
Nota de prensa
17 de junio de 2020 - 12:00 a. m.
Una de las grandes interrogantes que plantea el escenario de la pandemia de la Covid-19, y las subsecuentes medidas de aislamiento social establecidas por el gobierno peruano, es de qué forma inciden estas en la salud y estabilidad mental de los maestros.
Los últimos tres meses, entre otros muchos retos, los docentes de todo nivel de nuestra , jurisdicción de UGEL Tambogrande y tanto de instituciones públicas como privadas, se han visto forzados a salir de su entorno (las escuelas, instituciones y aulas de clase) y han tenido que adecuarse a un dominio casi cotidiano e intensivo de las herramientas informáticas y, por sobre todo, a replantear estrategias idóneas para poder cumplir a cabalidad con uno de sus objetivos más relevantes: fungir no solo como facilitadores y pedagogos, sino además constituirse en un soporte emocional para los estudiantes bajo su tutela.
Es por ello que, desde el Área de Convivencia Escolar de UGEL Tambogrande, se plantea la necesidad de que los docentes de Suyo, Las Lomas y Tambogrande, asuman el fomento de un aprendizaje socioemocional en los niños, niñas y adolescentes mediante el liderazgo y la resiliencia. Ambas actitudes presentan una urgencia especial frente a las dificultades que se nos presentan durante y post estado , la vocación educativa cobraron tamaña urgencia como ahora que los estudiantes (y todos) deben vincular el desarrollo de competencias dirigidas a concretar su bienestar integral con la reflexión de cómo debería ser esa “nueva normalidad” que nos aguarda y debemos construir.
De ahí que al tener tal responsabilidad en medio de un periodo de crisis en el que los rigores de la enfermedad, la situación material, económica o política pudieran generar un comprensible estado de pánico, es necesario que el docente sea apoyado, a su vez, con la adecuada asistencia socioemocional que nuestros profesionales de la salud mental deben brindar con igual atención a estudiantes, padres de familia y a quienes lo requieran dentro de la comunidad educativa.
Muchas veces, sin embargo, no se repara en la condición primera del maestro lo cual ciertamente pondría en riesgo su propia función como soporte de sus educandos. Se olvida que, detrás de los uniformes, registros, preparaciones y diarios de clase, las muchas horas invertidas en familiarizarse con las nuevas plataformas a distancia, las tecnologías de producción de material educativo y el trabajo hecho desde el domicilio y a sobretiempo, más allá de la jornada laboral, hay también un ser humano que siente y que tiene una vida propia, responsabilidades familiares, una dimensión espiritual, un fuero sentimental íntimo y, como muchos en medio de la crisis, un temor legítimo a que ellos mismos o sus seres amados se vean expuestos a contraer la COVID-19 y terminen falleciendo. Lo cual sin duda suma a todo lo anterior un nivel de angustia terrible.
Se soslaya, a veces por desidia, que tras el rol de pilar que cada maestro de nuestra UGEL, cumple dentro de, por ejemplo, estrategias como la de Aprendo en Casa; esa persona, además de guía y educador, es también la madre o el padre de una familia a su cargo, o es un hija o hijo que debe velar por sus padres o hermanos y que ha visto cómo una rutina entera de labores se ha visto subvertida, al tiempo que su espacio íntimo ha sido alcanzado por los sacrificios de pasar horas cumpliendo cuanto requisito administrativo se le requiera para dar todo de sí en beneficio de sus alumnos. Tales factores harían del docente una persona aún más expuesta a la andanada de cambios que la pandemia ha traído consigo. Lo cual nos lleva a cuestionar si acaso un maestro desprovisto de la asistencia socioemocional básica puede ser, a su vez, un soporte adecuado para sus alumnos. Todos los miembros de la comunidad educativa se enfrentan a un escenario desconocido y se encuentran expuestos a riesgos como los que trae el desarraigo de la escuela como espacio físico de encuentro, aprendizaje y desarrollo emocional, ético y psico intelectual. Pero el golpe repercute aún más en los actores directos del salón de clases. ¿Puede entonces un maestro desprovisto de apoyo, no solo logístico o material, sino también psicológico, sobreponerse a la incertidumbre y contribuir al desarrollo resiliente de sus estudiantes?
Además de ser trabajadores del sector educativo o servidores públicos, y de ser personas que, como todos, presentan distintas responsabilidades personales, los maestros se encuentran, también. frente a dificultades estructurales enmarcadas dentro de la brecha social y la situación de desigualdad material que puede afectarlos tanto a ellos como a sus estudiantes. Esto se pone aún más en relieve cuando en la urgencia de mantener el vínculo de aprendizaje se topan con que hay múltiples zonas sin acceso a internet, a las señales de tv o radio o, en tal caso, no cuentan con una computadora, un celular, una Tablet, incluso una TV. Lo cual le lleva a tratar idear la forma por la cual llegar si no a la totalidad a la mayor parte de los estudiantes a su cargo. Ello repercute en una sobrecarga de labores no contempladas que bien pudieran derivar en agotamiento y en un incremento de las causas de estrés que pudieran afectar su vida personal y profesional.
No cabe duda de que, más allá de su rol como facilitadores de conocimientos, nuestros maestros son una pieza importante dentro del sistema educativo. La relación directa que construyen con sus estudiantes, el acompañamiento que hacen de su formación, los saberes puestos a discusión y reflexión para su aprendizaje participativo en aula, todo ello teje una trama de interacciones en las que se retroalimentan conocimientos, pero también estados anímicos y emociones. Y aunque, dada la coyuntura, el soporte en el que se daba este entramado de interacciones ha pasado del medio físico al virtual, televisivo y radial, el objetivo sigue siendo mantener el contacto asiduo aun en medio de las situaciones más críticas.
En medio de un contexto en el que se busca preservar la retroalimentación e interacciones producidas entre educadores y educandos es que el soporte socioemocional que el maestro puede brindar juega un rol crucial. Ello en tanto que, aun cuando sea a través de una pantalla o de recursos de audio o vídeo, el maestro continúa siendo el transmisor de conocimientos, aprendizajes y, fundamentalmente, emociones. Por lo que es importante aprender a procesar adecuadamente la crisis. ¿De qué forma podría contribuir el maestro a lograrlo? Una de las alternativas relevantes en torno a esta cuestión es la colaboración mediante el fomento de la empatía, el trabajo en equipo, el diálogo asertivo de nuestros sentimientos y emociones comunitarias e individuales en medio del contexto e idear en conjunto alternativas para, poco a poco, sobreponerse a la incertidumbre que en ocasiones pudiera parecer inmanejable, pero, solo en apariencia. La mejor forma de lidiar con emociones y sensaciones generadoras de temor, frustración o ansiedad, angustia o pánico, es el tratamiento sincero de estas desde un punto de vita reflexivo y propositivo en el que estudiantes y docentes se involucren colaborativamente en la construcción de una alternativa de porvenir que les permita hacer frente a la “nueva normalidad”.
Llegados a este punto, debe recalcarse la importancia de las competencias socio afectivas que deben trasladarse a los estudiantes y a sus familias, ya que todos estamos involucrados en la ardua labor de sobreponernos y readaptarnos al escenario que tanto la pandemia como las medidas de salud, de seguridad y de distanciamiento social nos presentan. Por lo que se afirma que los maestros tienen un compromiso profesional y ético para con el desarrollo de sus estudiantes y que, por ende, deben permanecer atentos a prestar la asistencia que estos requieran, debe volverse la mirada al compromiso que desde el Estado hay que forjar con cada docente para brindar la asistencia que necesiten en salvaguarda de su estabilidad mental, anímica y emocional.
Durante el transcurso de la interacción con los maestros, por ejemplo, se pudo notar que si bien algunos pudieron adaptarse relativamente rápido a este nuevo contexto educativo y a las nuevas modalidades pedagógicas que se están implementando; otros han presentado numerosas dificultades que se los ha impedido.
De ahí que, frente a semejante estado de cosas, se viene articulando desde la UGEL Tambogrande un trabajo conjunto con todos los psicólogos de la jurisdicción. En el marco de dichas actividades se brindan capacitaciones constantes a través de videoconferencias; se realizan sesiones de soporte socioemocional; se envían cartillas informativas a los directivos, responsables de convivencia, educadores, coordinadores de tutoría y tutores, siempre aplicando estrategias, técnicas y recomendaciones diversas para posibilitar que los maestros puedan apuntar a mantener una salud mental estable. Asimismo, se les brinda atención oportuna a los estudiantes, siguiendo los protocolos de ley a fin de salvaguardar su salud emocional e integridad.
Finalmente, resulta fundamental que los equipos de profesores de los distritos de nuestra UGEL Tambogrande compartan y socialicen los aprendizajes personales de cara a este proceso. Y, aún más importante, se tiene que asegurar que cada docente se encuentre asesorado, acompañado y monitoreado por un profesional de la salud mental de forma oportuna, puesto que aquello contribuirán con su papel como soporte al educando y le permitirá ser percibido por este como un aliado capaz de transmitir la seguridad necesaria que le permita, tanto al estudiante como a su familia, sobre llevar las tribulaciones propias de esta situación tan crítica como inédita.
La salud mental del maestro como soporte de sus estudiantes se revela como un aporte significativo para el desarrollo de la propia comunidad educativa y aquello, en una instancia final, redunda en la conformación del país que queremos construir desde ahora y para cuando todo sea mucho mejor que hoy.
Espc. Katya Verónica Valverde Gutiérrez
Psi. Elizabeth Pacherrez Timana