Clausura y manejo de praderas naturales protegen los ecosistemas y aseguran forraje en Cusco
Nota de prensaEl Proyecto Pastos Altoandinos impulsa la recuperación y conservación de pastizales en Espinar y Chumbivilcas, garantizando alimento para el ganado y equilibrio ecológico en las zonas altoandinas.

29 de octubre de 2025 - 2:27 p. m.
En las provincias de Espinar y Chumbivilcas, familias ganaderas vienen trabajando de manera organizada en la recuperación y conservación de sus praderas naturales, con el propósito de asegurar la disponibilidad de forraje para su ganado y proteger los ecosistemas que sostienen la vida en las zonas altoandinas.
Esta acción forma parte del Proyecto “Mejoramiento y Ampliación de la Cobertura de Pastos Altoandinos en las Provincias de Espinar y Chumbivilcas”, ejecutado por la Gerencia Regional de Agricultura Cusco, que promueve el mejoramiento de los servicios ecosistémicos y la gestión sostenible del pastoreo.
Esta acción forma parte del Proyecto “Mejoramiento y Ampliación de la Cobertura de Pastos Altoandinos en las Provincias de Espinar y Chumbivilcas”, ejecutado por la Gerencia Regional de Agricultura Cusco, que promueve el mejoramiento de los servicios ecosistémicos y la gestión sostenible del pastoreo.
Las praderas naturales constituyen el principal recurso alimenticio de vacunos, ovinos y alpacas, pero el sobrepastoreo, la degradación del suelo y la variabilidad climática han reducido su cobertura vegetal y capacidad de regeneración.
Por ello, el proyecto impulsa la clausura temporal de canchas de pastoreo, una práctica que consiste en cercar las áreas degradadas para permitir su recuperación natural, restaurando la composición florística y aumentando la productividad forrajera.
Por ello, el proyecto impulsa la clausura temporal de canchas de pastoreo, una práctica que consiste en cercar las áreas degradadas para permitir su recuperación natural, restaurando la composición florística y aumentando la productividad forrajera.
A través de módulos de clausura comunales y familiares, los productores retiran el ganado por un periodo determinado, mientras el suelo recupera su vigor y las especies nativas vuelven a multiplicarse. Esta técnica se complementa con el uso de mallas ganaderas, cercos de piedra y rollizos de madera, que protegen las zonas en descanso y evitan el ingreso de animales durante la etapa de recuperación.
Entre los principales beneficios destacan la implementación del pastoreo rotativo, la disponibilidad de cancha de reserva para la época de parición, la recuperación del microclima y la rápida regeneración de la cobertura vegetal y de las semillas nativas.
Asimismo, estas acciones contribuyen a reducir la erosión del suelo, conservar la humedad y mantener la biodiversidad propia de los ecosistemas altoandinos.
Asimismo, estas acciones contribuyen a reducir la erosión del suelo, conservar la humedad y mantener la biodiversidad propia de los ecosistemas altoandinos.
El compromiso de los productores es fundamental para el éxito de la clausura: cada familia asume la responsabilidad de mantener sus cercos, reparar estructuras dañadas y aplicar técnicas complementarias como el abonamiento orgánico, la revegetación de pastos nativos y el control de especies invasoras.
Estas prácticas fortalecen la cultura de manejo responsable del suelo y promueven una ganadería sostenible adaptada al cambio climático.
Estas prácticas fortalecen la cultura de manejo responsable del suelo y promueven una ganadería sostenible adaptada al cambio climático.
De esta manera, el Proyecto Pastos Altoandinos contribuye no solo a garantizar alimento para el ganado durante todo el año, sino también a preservar el agua, proteger los ecosistemas altoandinos y mantener el equilibrio natural que sustenta la vida en las comunidades rurales del Cusco.
La recuperación de las praderas naturales representa una apuesta por el futuro del campo cusqueño: un equilibrio entre productividad, sostenibilidad y respeto por la tierra que alimenta a las familias altoandinas.
La recuperación de las praderas naturales representa una apuesta por el futuro del campo cusqueño: un equilibrio entre productividad, sostenibilidad y respeto por la tierra que alimenta a las familias altoandinas.