Historia de superación: Perdió una pierna, pero encontró en los estudios su motivación para seguir adelante

Nota de prensa
Marilyn estudia Medicina en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, becada por el Pronabec.

10 de mayo de 2021 - 12:38 p. m.

Cuando apenas tenía seis años, Marilyn Carmen Rodríguez Camino perdió la pierna izquierda en un accidente vehicular. Ella regresaba de su colegio y una unidad que transportaba turistas hacia el Parque Arqueológico de Raqchi, ubicado en su comunidad con el mismo nombre, en la provincia cusqueña de Canchis, impactó sobre la joven talento. Aquel día su vida cambió. Las visitas al hospital se volvieron recurrentes. En ese ambiente de personajes con batas blancas, inyecciones y constantes chequeos, descubrió su verdadera vocación. Quería ser doctora y hoy está a punto de lograrlo gracias a una beca.
 
“Mis papás me contaron que habían arreglado la carretera y todo estaba lleno de tierra. Creo que mi herida se infectó. Me llevaron al hospital de Sicuani. Estuve dos días ahí, pero no me atendieron. Luego, me trasladaron a una clínica privada y tuvieron que amputarme. Mi pierna se había gangrenado”, asegura Marilyn, quien gracias al apoyo de personas generosas consiguió una prótesis para movilizarse con menos dificultad. Cuenta que lo más difícil fue asimilar que ya no podía correr como los otros niños. “Todos jugaban, correteaban y yo no podía. Me sentía triste”, recuerda. 
 
En la actualidad, ella tiene 21 años y se encuentra en el décimo ciclo de la carrera de Medicina Humana en la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC). Este año, la talento se convirtió en una de las beneficiarias de la Beca Inclusión para carreras universitarias o técnicas, dirigida a personas con discapacidad, y podrá continuar sus estudios con todos los gastos cubiertos por el Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
 
“Me preparé desde cuarto año de secundaria en la academia e ingresé a la universidad en el primer intento en el 2015. Mi papá René es profesor de matemáticas y parte de mi logro se lo debo a él. Siempre me enseñaba, me decía que él no pudo ir a la universidad porque no tenía dinero y quería que mis hermanos Brandon, Elisban y yo sí lo hiciéramos, por eso siempre trataba de destacar desde la escuela”, comenta Marilyn. 
 
En el 2020, justo el 16 de octubre, en el Día Nacional de la Persona con Discapacidad, se enteró del lanzamiento del concurso Beca Inclusión por las redes sociales del Pronabec y no dudó en postular y ganó. Con el apoyo económico que le otorga el Estado peruano, entre otros beneficios, ahora ella ahora puede costear sus gastos de alimentación, movilidad y el alquiler de su pequeño cuarto, ubicado a espaldas de su casa de estudios en la Ciudad Imperial. Con la beca también adquirirá una nueva laptop, ya que la suya es antigua y pesada.
 
Aunque aún no decide si especializarse en neurología o pediatría, Marilyn quiere trabajar en su ciudad natal para ayudar a los que más lo necesitan y está segura que su discapacidad no será un obstáculo para que cumpla sus objetivos. “No me he sentido menos. En el colegio no podía hacer Educación Física por mi condición. Ahí sí me sentía excluida, pero no en lo académico. No me gusta que me traten diferente, soy una persona normal, solo tengo una discapacidad”, afirma. 
 
“A nivel de mi comunidad es la única que está estudiando Medicina en la UNSAAC. Nos sentimos orgullosos de ella. No es fácil salir adelante cuando vives en el campo. Hemos pasado por momentos difíciles”, cuenta su mamá Esther Camino. “A ella no le gusta que le digan ‘pobrecita’. Cuando hay colas en el comedor, evita las preferenciales, incluso cede los asientos en el bus”, agrega. 
 
En sus ratos libres, Marilyn mira películas y sale a caminar. Sabe que su región tiene hermosos lugares turísticos, pero su favorito es Raqchi, el pequeño pueblo donde nació, situado a 3480 m s. n. m., en el distrito de San Pedro, y compuesto por unas ochenta familias dedicadas a la agricultura, la cerámica y el turismo vivencial. Esta última actividad quedó frenada por la pandemia y entre los afectados se encuentra doña Esther, quien se ganaba la vida vendiendo vasijas de arcilla a los visitantes. 
 
A las personas que padecen de una discapacidad, la estudiante les aconseja aprender a amarse como son. “Tienes que aceptarte como eres, quererte como eres. Eso a mí me ayudó bastante”, deja como mensaje. Ella es un ejemplo de que los sueños existen para ser cumplidos, con compromiso, confianza y convicción.