Historias que nos unen: Herminia, artesana productiva a sus 80 años

Actitud positiva, perseverancia y responsabilidad son cualidades de toda mujer emprendedora que posee Herminia Amasifuén Guerra quien, sentada sobre un cajón de madera y con sus manos de artista, mezcla y trasforma la tierra y agua en tinajas, ollas, tiestos y jarras de barro, cargados de historia. 

 

Herminia nació hace 80 años, un 22 de noviembre, en la chacra de sus abuelos de origen quechua – Lamista. Sus padres se casaron muy jóvenes y tuvieron 7 hijos, al ser una de las hermanas más pequeñas siempre debía estar al lado de su madre y abuela.

 

A diferencia de sus hermanos varones, ella no tuvo la oportunidad de ir a la escuela. Pasaba largas horas contemplando a su progenitora, quien alternaba las labores domésticas con la elaboración de diferentes tipos de artesanía. De esta manera, doña Herminia aprendió a muy temprana edad, a tejer en hilo de algodón y a moldear en barro valiosas piezas de arte utilitario.

 

Al cumplir 15 años Herminia se casó y, al igual que su madre, trajo 7 hijos al mundo. Tener una familia numerosa la obligó a trabajar en su hogar, y junto a su esposo, también en la chacra. Cuando sus hijos aún estaban jóvenes su esposo falleció, por lo cual apremiada por las necesidades económicas tuvo que vender la chacra, pero también comenzó a tomar en serio su experiencia en la cerámica artesanal. 

 

Precisamente, en el año 2018 cuando ya era usuaria de Pensión 65 sus hijas la motivaron a ser parte de la intervención Saberes Productivos del programa social, para que pueda ser orientada e iniciar su pequeño negocio de venta de utensilios de cocina hechos a mano. 

 

Si bien Herminia no estaba completamente convencida de embarcarse en esta nueva faceta, terminó por aceptar, porque también veía que en su pueblo se estaba perdiendo la costumbre de utilizar instrumentos de barro. “A pesar de las altas temperaturas en Lamas, nuestros utensilios conservan el agua y la chicha frescas; les dan un sabor especial a los alimentos, cuidamos nuestro medio ambiente y mantenemos nuestra cultura”, añade la octogenaria.

 

Con el paso y peso de los años, las ganas de aprender no disminuyeron en Herminia y como estaba empeñada en mejorar su emprendimiento, decidió capacitarse y aun cuando era analfabeta, supo enfrentar el reto con el respaldo de sus hijas.  

 

Al ser parte de Saberes Productivos se le abrieron nuevas oportunidades ya que Pensión 65 coordina la participación de sus usuarios en actividades públicas de los municipios; así logró asistir a ferias locales y regionales, donde vende sus productos y a la vez, anima a otras mujeres para que elaboren herramientas de barro.

 

Hoy, en honor al origen de su nombre, que significa «soldado», Herminia sigue trabajando para demostrarle a las mujeres de su comunidad nativa Kichwa el Wayku, que tienen el poder de transmitir el conocimiento que heredaron de sus ancestros y que la edad no es un impedimento para hacer realidad sus sueños.