Historias que nos unen: Luis, el valiente domador de caballos de Chumbivilcas

Nota Informativa
Usuario de Pensión 65 vive en el distrito de Llusco, en Chumbivilcas, provincia de Santo Tomas, en Cusco. Se fuerza por mantener las tradiciones de los “Qorilazos”.
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Fotos: Pensión 65

Unidad de Comunicación e Imagen

22 de julio de 2023 - 8:00 a. m.

Cuenta la historia que en las pampas del sur cusqueño, en Chumbivilcas, se encontraban los más valientes jinetes, también llamados Qorilazos (de las palabras quechua “quri”, que significa dorado y la española lazo), los cuales se dedicaban a adiestrar caballos y también toros. De ellos actualmente quedan muy pocos. Uno de los últimos es Luis Inga Romero, quien tiene 82 años y aún vive en la provincia de Chumbivilcas.
Este valiente Qorilazo vivió siempre en la comunidad campesina de Fuisa, anexo de Patapampa en el distrito de Llusco en la provincia cusqueña de Chumbivilcas. Aunque anheló ir al colegio, no pudo hacerlo; “Mis padres no tenían la posibilidad, fuimos cuatro hermanos y había que trabajar en la chacra”, recuerda.
Pero a la vez que trabajaba en el campo, don Luis aprendió los secretos y la técnica para dominar potros salvajes y toros bravos. Y también heredó de su padre la habilidad para trenzar lazos de cuero, el cual más que un accesorio es una herramienta para la mayoría de los chumbivilcanos, pues es usado en la fabricación de diversos artículos útiles para su vida cotidiana.
Cuenta que su habilidad para lazar toros y potros bravos lo llevó a numerosos pueblos, donde conoció a la que sería su esposa, Eusebia Laime Valdez, con quien tuvo cinco hijos, cuatro varones y una mujer.
El hijo mayor de don Luis, Juvenal, quien tras la muerte de su madre (hace 2 años), se encarga del cuidado de su padre, cuenta que su progenitor siempre se esforzó por su familia y les enseño a él y a sus hermanos a ser valientes y respetuosos y sobre todo, trabajar con honestidad. “Trabajó en la venta de ganado vacuno, adiestrando caballos y toros, en el campo, fabricando lazos y viajaba intercambiando productos a Combapata, Pampaparca y Abancay, para que no faltara en la casa”.
“Siempre estuve orgulloso de mi cultura. Me siento feliz de ser chumbivilcano y de haber trabajado por mi comunidad”, dice este valiente hombre que además fue una autoridad en su pueblo, pues fue rondero y también teniente gobernador. Junto con sus vecinos luchó para evitar que Sendero Luminoso los invada y también supo administrar justicia.

Hoy, a pesar a su edad, don Luis Inga no deja de cabalgar. Para él su caballo es su mejor amigo y el único transporte que utiliza, pues considera que es un animal que “jamás te va a traicionar”.

Y aunque los años le pesan y sus manos perdieron destreza, don Luis sigue trenzando lazos con la ilusión de mantener viva su tradición la cual ha legado a dos de sus hijos quienes prometen seguir tejiendo lazos y adiestrando caballos y toros bravos.

Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Nos Unen