Madres de Pensión 65: ejemplo de fuerza y valentía
Nota de prensaPrograma social rinde homenaje a usuarias en el Día de la Madre


12 de mayo de 2023 - 2:37 p. m.
Ser mamá y luego abuela. Ese suele ser el orden que marca la vida, pero ¿qué pasa si nunca se deja de ser mamá? ¿Qué pasa si la responsabilidad nunca termina? Esas preguntas las podrían responder varias de las madres usuarias de Pensión 65 que no se jubilaron nunca de su rol de mamás, pues tuvieron que seguir sin pausa al cuidado de hijos y nietos.
Fabiana Arias Aguilar de Ticona jamás descanso de la maternidad. Trabajó como peón de chacra y cocinera para criar a sus siete hijos y luego siguió trabajando para cuidar sola a tres de sus nietos, de los cuales se hizo cargo desde pequeños, pues un día su madre se marchó y no supo más de ella.
Hoy, sus nietos-hijos ya son adultos, pero aún tiene que cuidar al menor de ellos, el cual es una persona con discapacidad. A pesar de sus 81 años, Fabiana sigue labrando la tierra para sembrar verduras y tubérculos en su casa del sector El Valle, distrito de San Antonio, provincia Mariscal Nieto, Moquegua.
Juana Condori Quispe, es una madre que, pese a sus 73 años, sigue llevando de la mano con mucho amor a la mayor de sus hijas, Celia Díaz Condori, de 52 años, quien es una persona con discapacidad y no puede desplazarse con facilidad.
Juana nació en el anexo Rituy, distrito de Viraco, en Arequipa. Fue la última de 8 hermanos, 7 de los cuales murieron por neumonía. Muy joven se casó y se mudó a la ciudad de Arequipa donde nacieron sus 7 hijos. Por muchos años vivió con un esposo violento y despreocupado. Trabajó de sol a sol para alimentar a sus hijos y mandarlos al colegio. Vendía legumbres, cocinaba y lavaba ropa.
Al cumplir 48 años no aguanto más y se marchó llevándose a sus hijos y sola siguió luchando. Hoy, vive en el distrito arequipeño de Cerro Colorado y en compañía de Celia. Siempre se les ve juntas, cuando cosecha los tumbos que produce su huerto, cuando vende sus productos en los mercados y hasta cuando sale a cantar la música que le gusta. Celia la acompaña con la Tinya.
Estefa Bravo Malpartida, tiene 111 años y es una de las madres más longevas del país. Ella vive en el distrito de Chaglla, en Huánuco, rodeada del amor y cuidados de sus 8 hijos. Cuentan que ella siempre fue muy trabajadora y que su principal actividad fue el pastoreo, con el que sacó adelante a sus hijos.
Ella comparte su longevidad con su paisano Marcelino Abad Tolentino, quien sería uno de los adultos mayores más longevos del mundo. Doña Estefa es usuaria del Programa Pensión 65 desde el año 2012 y se siente feliz de vivir rodeada del amor de sus familia y vecinos. Y es que todos en Chaglla cuidan y admiran a doña Estefa.
Hirene Cruz de Orosco tiene 103 años y continúa hilando. Quedó viuda cuando solo tenía 37 años y sola, con ayuda de la agricultura y también empleándose como pastora y peón en las grandes chacras, crio a sus 11 hijos. Trabajar siempre fue una constante en su vida.
No sabe leer ni escribir, pues no puedo ir al colegio, sin embargo, es una mujer sabia en cuanto alimentación se refiere. El consumo de chuño, caya, mashua, tocosh de maíz y de papa, charqui (carne seca), menestras y tubérculos y el consumo de café, dice “son el secreto para una larga vida”.
"Mamita Hirene", como la llaman de cariño en el distrito de Ulcumayo, en Junín, donde vive, tiene 10 nietos y 5 biznietos y todos los días, por la tarde se sienta a hilar en a puerta de su casa.
Nicolasa Huamaní Uscata cuenta que no conoció a su madre ni a su padre. Le contaron que murieron cuando era niña. Creció al cuidado de su hermana, quien no la trataba bien y decidió marcharse cuando fue adolescente. Se empleó en casas y también para labrar la chacra.
Siempre trabajó muy duro para sobrevivir, más aún cuando llegaron sus 4 hijos a los que le dio mucho amor, el amor que ella nunca tuvo de sus padres. Ahora, a sus 105 años, vive bajo el cuidado del último de sus hijos, en la zona de Pedregal, distrito de Majes, en provincia arequipeña de Caylloma, donde es feliz, pues a pesar de su edad, “Mamacha” como le dicen de cariño, es una activa participante del club del adulto mayor donde le gusta compartir las historias de su vida.
En la Mza R, de la calle Miguel Grau, en el AA.HH 28 de Julio, distrito de Belén, en Loreto, vive Catalina Macedo Fernández, quien tiene 81 años. Ella es madre de 6 hijos, abuela de 15 nietos y bisabuela de un pequeño de 6 años. Pese a su edad, aún ayuda en la cocina para darle el toque del sabor a los juanes que prepara su hija para la venta. Cuenta que a la edad de 17 años se comprometió con su esposo Manuel y codo a codo con él sacaron adelante a su familia.
Aunque hoy, a doña Catalina le duelen los huesos, no deja de trabajar y de transmitir sus conocimientos de la cocina tradicional de Loreto a los jóvenes de su pueblo. “siempre besen y acaricien a sus madres mientras están vivas”, aconseja.
Aunque Santosa Carbajal Utani, a la que todos llaman “Mama Santu”, tiene 100 años, su memoria, está intacta. Recuerda su vida en el campo y lo difícil que fue criar a sus 8 hijos en medio de la pobreza. Se siente muy triste al recodar que tres de ellos fallecieron a causa de diversas enfermedades. “Una madre nunca debe de enterrar a sus hijos”, dice con tristeza.
Santosa, como la mayoría de mujeres que viven en las zonas rurales del Perú, se dedicó al pastoreo y a labrar la tierra y además elaboraba ponchos, llicllas, chalinas y mantas con el telar de cintura. Siempre fue una mamá querendona y por eso es feliz cuando sus hijos la visitan para abrazarla y mimarla en el Barrio Bella Vista Baja, en Abancay, Apurímac, donde vive actualmente.
La llamaban Teresita y siempre fue una mujer atractiva, pero sobre todo trabajadora y alegre. Teresa de Jesús Rodríguez Cabezudo tiene 84 años y se casó dos veces, pues cuenta sonriendo que estaba buscando “al mejor compañero”. Tiene 8 hijos, 4 mujeres y 4 hombres, de quienes hoy tiene 30 nietos, 10 bisnietos y 5 tataranietos. Tanto ella como su esposo son usuarios de Pensión 65.
Era aún adolescente cuando murió su mamá y por eso trabajó en casi todo. Fue cocinera, lavaba ropa, se empleó como obrera y también en el campo. Así sacó adelante a sus hijos.
Teresita fue una de las primeras moradoras de la zona de Túpac Amaru Inca, donde se asentó con su familia hace más de 60 años. Desde que llegó, recuerda, no cesó de exigir a las autoridades que les brinden servicios básicos para que pueda darle una mejor calidad de vida a su familia.
Lima, 12 de mayo de 2023
Unidad de Comunicación e Imagen
Programa Nacional de Asistencia Solidaria - Pensión 65