Historias que nos unen: Profe Manuel, el formador de talentos

Nota Informativa
Usuario de Pensión 65 vive en Cañete. Trabajó de mecánico, albañil, agricultor y entrenador de fútbol.
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Fotos: Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65

Unidad de Comunicación e Imagen.

1 de abril de 2023 - 8:00 a. m.

Formar a futbolistas no es solo un trabajo o una forma de ganarse una paga. Para Manuel Quiñones Quintanilla, entrenar a adolescentes y jóvenes en las calles de San Luis de Cañete es conectarlos con sus sueños, es hacer realidad su más cara aspiración: el de ser estrellas, ídolos del pueblo. 
 
Como en la mayoría de las historias de los usuarios y usuarias de Pensión 65, la vida de don Manuel constituye el testimonio de un hombre fuerte y valiente que sale de la penumbra para entregarle a los más jóvenes lo que mejor atesoró durante años: sus saberes y conocimientos, los mismos que le permitieron salir adelante en medio de las adversidades. 
 
Amante del deporte rey
Desde niño le gustó el fútbol. Amaba el deporte, pero más amaba a su club Alianza Lima. Cuenta que era aún menor de edad cuando le dijeron que era una promesa del fútbol. “Querían llevarme a Lima, pero los dirigentes de mi club en Cañete tuvieron desavenencias por mi pase y eso me impidió viajar”, cuenta aún con tristeza. 
 
Luego se marchó hacia Tacna, buscando un futuro como futbolista. Viajó solo, pues sus padres no tenían dinero, ni fuerzas suficientes para acompañarlo, pues aún tenían que sacar adelante a su numerosa familia. 
 
“Fuimos 12 hermanos de donde 11 son mujeres. Yo soy el último. De chico me decían ‘Chivas’, porque cuando mi mamá me mandaba a pastar a los chivatitos yo me iba a jugar futbol llevando a mis animalitos y ellos muy obedientes se sentaban en el pasto y me miraban jugar”, narra. 
 
Pese a su talento con el balón, el apoyo para que fuera futbolista le fue esquivo y  tuvo que conformarse. Entonces hizo de tripas corazón, dejó Cañete y se marchó a Lima, a trabajar en una fábrica que armaba vehículos que llegaban en piezas de otros países. Y es que su padre fue mecánico y conocía bien los secretos del oficio. 

Allí trabajó nueve años, hasta que en uno de sus viajes de fin de semana a Cañete se enamoró y se comprometió con Filomena Donaire. Ella era una mujer hermosa -prima del cantante Manuel Donaire- que lo flechó inmediatamente. Entonces empezaron a llegar los hijos, dos mujeres y dos hombres, y tuvo que regresar a San Luis de Cañete. 

Cuenta que fueron años difíciles. “Me empleaba en cualquier trabajo, albañil, agricultor y en los ratos libres enseña a jugar el fútbol”. Rápidamente, su talento para enseñar el futbol a los niños se extendió por Cañete y años más tarde, cuando supieron que se había formado en la Federación Peruana de Futbol para entrenar a menores, lo contrataron varios colegios particulares. 

Así, trabajando en todo lo que encontraba, crío cuatro hijos y enfrentó numerosas adversidades. Primero, hace muchos años, perdió a su esposa Filomena y luego a una de sus hijas, quien fue víctima de una negligencia médica. 

Todo el dolor lo pudo superar don Manuel gracias al fútbol. “Me ilusiona prepara a los chicos, llevarlos a Lima para equipos reconocidos o a la selección peruana. He sacado chicos que están jugando en equipos de Lima e incluso a uno se lo quieren llevar a Argentina. Ellos son mi orgullo”.

1 de abril de 2023
Unidad de Comunicación e Imagen
Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65


Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Nos Unen