Historias que nos unen: La madre de Antonio Panaifo fue una sirena

Nota Informativa
Usuario de Pensión 65 vive en San Martin. Curandero y contador de historias tradicionales.
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Fotos: Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65

Unidad de Comunicación e Imagen.

25 de marzo de 2023 - 8:00 a. m.

En San Martín, en el distrito de Chazuta, vive Antonio Panaifo Valera, un hombre que asegura que su madre fue una sirena. Y dice que ella le enseñó todo lo que sabe sobre plantas medicinales. Hoy su saber es reconocido en su comunidad y, además, transmite las tradiciones orales de su pueblo amazónico a las futuras generaciones, en el marco de la intervención de Saberes Productivos de Pensión 65, de la cual forma parte.
 
Se dice que, en la selva, todos los ríos y lagunas tienen una madre, un espíritu de la naturaleza que toma la forma de una sirena. En algún punto de La Laguna Azul, en la región San Martín, se puede observar “el asiento de la sirena”, una formación de piedras donde se ha visto a una hermosa mujer peinándose, en las noches de luna llena. Las sirenas, se sabe, utilizan sus encantos para enamorar a los hombres, llevarlos a las profundidades de las aguas, y devolverlos a la superficie sin vida. 
 
“Mi madre era una sirena. Cuando éramos niños, nos llevaba a bañar al río cuando caía el sol. Al anochecer, nos mandaba de regreso a la casa. Mientras íbamos alejándonos, ella caminaba hacia el río y su cabello se levantaba como un erizo; entraba al río y desaparecía; ella dormía ahí dentro, en las aguas”. 
 
“Pero volvía a la casa en la medianoche, y detrás de ella venían los espíritus de la selva. Mis hermanos dormían, pero yo estaba despierto; entonces los espíritus me abrazaban y me hacían temblar de frío, sentía que me dejaban algo en el cuerpo. Así fue como mi madre me transmitió su saber de la ‘curandería’, convirtiéndose ella en una sirena de las aguas del rio Chazuta”, asegura Antonio Panaifo, curandero y contador de historias.   
 
Cuenta que cuando sirvió en el Ejército, en una base de Iquitos, aprendió otros aspectos de la medicina natural; se especializó en curar mordidas de víboras como la naca naca, shushupe, jergón, cascabel. Para curar humea las heridas con tabaco. Además utiliza otras plantas maestras –como la múcura, el sirchsanango y la shimipampana– para curar distintas dolencias del cuerpo y del alma. No cobra por sus servicios, pero recibe la voluntad de sus pacientes.
 
Se casó dos veces y con su segunda esposa, Herlinda Cenepo Chujandama, tuvo siete hijos varones y una mujer, a los que crio gracias a la agricultura y a la pesca. Herlinda falleció sorpresivamente en el 2018 y “me dejó solo, aunque sé que me cuida desde el cielo. Le converso siempre, la veo en sueños, y me dice lo que debo hacer, la quise mucho, mucho”, cuenta con tristeza.  
 
Don Antonio dice que ser usuario de Pensión 65 le da tranquilidad, pues el dinero que recibe le sirve para comprar víveres. Además, participa en la intervención Saberes Productivos, a través de la cual transmite las tradiciones orales de su pueblo amazónico a las nuevas generaciones, “Ojalá que queden mis conocimientos, que los recuperen los jóvenes”, expresa con nostalgia.

25 de marzo de 2023
Unidad de Comunicación e Imagen
Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65

Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Nos Unen