Historias que nos unen: El sombrerero que volaba en las alturas de Nicasio

Nota Informativa
Ambrosio Chura, artesano puneño y gran atajador de penales. Beneficiario de Pensión 65 es uno de los pocos que aún elabora el P'itay Sombrero.
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Unidad de Comunicación e Imagen

4 de diciembre de 2022 - 8:30 a. m.

Se estiraba y volaba por los aires a 3850 metros sobre el nivel del mar. Ambrosio era el arquero titular de su selección y aún recuerda con emoción el día que salieron campeones gracias a sus atajadas en una emocionante definición por penales que paralizó a todo el distrito de Nicasio, en su natal Puno.

Desde muy joven, las manos de don Ambrosio Chura Mamani despertaron la admiración de todos, pero no precisamente por sus reconocidas cualidades bajo el arco. Él es uno de los artesanos más respetados de Nicasio, y tal vez el sombrerero más exquisito de esa zona del país donde se elabora el P’itay Sombrero.

Don Ambrosio no solo recuerda los momentos de alegría que vivió en su niñez y adolescencia. A sus 75 años todavía lo embarga la nostalgia cuando recuerda a su mamita. “Ella sabía hacer sombreros bordados, pero murió cuando yo tenía 7 años. Al poco tiempo mi padre nos abandonó a mi y a mi hermana”. Ambrosio alarga el momento con un silencio que conmueve.

Su papá y su abuelo eran sombrereros, pero ellos nunca le enseñaron a ser artesano. Sus otros familiares se ocuparon de él y lo encaminaron para que aflore en su interior esa herencia ancestral que con el tiempo lo convirtieron en un auténtico maestro. Su primer sombrero lo hizo cuando tenía 12 años, y desde entonces ha dedicado casi toda su vida a confeccionar el P’itay Sombrero, una de las prendas más hermosas y coloridas que siempre sobresale en los carnavales de Puno, especialmente en la fiesta de la Candelaria.

Emiliana, su esposa, lo ayuda en la elaboración de los sombreros. Ambos son beneficiarios del programa Pensión 65, y el subsidio económico que reciben los ayuda a tener una vida más tranquila en el campo, pues el artesano reconoce que sus fuerzas no son las mismas de antes.

“Antes hacía 10 sombreros al día. Ahora, apenas hago dos en cada jornada. Cuando tenía 40, 50 años iba a Moquegua donde tenía mis clientitos que me siguen pidiendo sombreros, pero les digo que ya no puedo. Mis manos están cansadas. Incluso me gustaría seguir jugando fútbol, pero mis piernas también han perdido fuerza”, nos dice el artesano, quien hace una pausa antes de compartir con nosotros uno de sus principales temores: el olvido.

Quedan pocos

“Hoy en día quedan pocos sombrereros. La nueva generación no usa sombreros de oveja, se ponen gorritos y los sombreros son solo para bailar en los carnavales. Cuando yo me muera, quedarán dos o tres artesanos, pero nada más”. Ambrosio sube la mirada. Sabe que el cielo no ha cambiado y que es el mismo que lo vio cuando lloraba porque extrañaba a su mamita, cuando hizo su primer sombrero, cuando atajó su primer penal y cuando se convirtió en el maestro sombrerero de Nicasio.

El proceso comienza con un viaje a Juliaca para comprar lana. De regreso al taller, la deberá lavar y secar, para posteriormente iniciar el escarmenado, es decir, limpiar y desenredar la lana. Luego se desmenuza y se corta con una tijera y se deshace en pequeños fragmentos con una herramienta de madera con forma de arco.

A continuación se juntan dos capas de lana que se colocan sobre una plataforma caliente para darle forma de campana. El proceso continúa con el teñido, el moldeado, almidonado y planchado. Luego llega el momento de los detalles que convierten al P’itay Sombrero en una pieza única.

Mientras que el borde del sombrero se asegura con una cinta bordada, en la mitad de la copa se coloca un bordado de hilos y lanas con formas de flores y figuras circulares multicolores, llamadas también t’ikas. Más arriba, como si se tratara de una corona florida, se pone otro bordado más delgado que le da el toque final a esta obra de arte.

Datos: 

  • El Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), atiende a 59 303 personas adultas mayores en los 110 distritos de la región Puno.

  • En la provincia puneña de Lampa, el programa Pensión 65 atiende a 2223 adultos mayores en condición vulnerable.

  • En el distrito de Nicasio, ubicado en Lampa y donde viven Ambrosio y su esposa Emiliana, el programa Pensión 65 atiende a 203 personas adultas mayores.

Esta noticia pertenece al compendio Historias Que Inspiran