El carpintero más querido de Tacna
Nota de prensa• Irenio Velásquez. Carpintero, músico y usuario de Pensión 65

13 de noviembre de 2021 - 10:48 a. m.
Empezó en la carpintería a los 16 años. Trabajaba como heladero manejando un triciclo que llevaba helados en una caja, hasta que su jefe le dijo que debía ir al carpintero para que la arreglen. Y eso hizo. Descubrió que trabajar con la madera implicaba conseguir finos acabados, una barnizada uniforme y reluciente. Le atrajo mucho la idea de trabajar duro para obtener bonitos resultados. Entonces dejó su trabajo de heladero y se convirtió en asistente de carpintero. “Entre las cosas más bonitas que hice como carpintero, fue haber contribuido en la restauración de la Casa de la Respuesta, en la ciudad de Arica, en Chile”, dice. Uno de sus hijos aprendió el oficio y hoy es un carpintero extraordinario.
La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Irenio Velásquez tenía 16 años cuando descubrió su vocación. Vendía helados con su triciclo por las calles del centro poblado de Challaviento, en el distrito de Pachía, Tacna. Pero el dueño de la heladería tenía dudas respecto a la buena hechura de la caja del triciclo que transportaba sus productos; no sabía si estaba realmente lista. Entonces le dijo a Irenio que debía llevar la caja a donde un carpintero. Ahí, en el taller, quedó deslumbrado con el lijado, el cepillado que el maestro de la madera realizaba en el cajón. “Me atrajo mucho la idea de trabajar duro para obtener bonitos resultados y acabados. Entonces le pregunté al señor carpintero si necesitaba un ayudante. Me dijo que sí. Ahí empieza una de las actividades más importantes de mi vida”, recuerda Irenio Velásquez, hoy con 78 años a cuestas. Y agrega: “Entre las cosas más bonitas que hice como carpintero, fue haber contribuido en la restauración de la Casa de la Respuesta, en la ciudad de Arica, en Chile, donde Francisco Bolognesi le dijo al enemigo que no se iba a rendir”.
Irenio Velásquez en su taller, en Tacna.
Gracias a la carpintería Irenio pudo sacar adelante a su familia. “Dentro de todas las alegrías que me ha dado trabajar con la madera, está el hecho de haberme permitido ser el sustento económico de mi hogar. Hasta ahora me permite obtener algunos recursos, pero ya no tengo la misma energía de antes. Uno de mis hijos aprendió el oficio, yo le enseñé con mucha alegría. Él se ha independizado, es un carpintero extraordinario… Quizá, una de las cosas más difíciles de la vida sucede cuando los hijos se van de casa para formar sus propias familias, pero eso es lo que toca y hay que sobrellevarlo…”.
Irenio se considera un artista. Sus obras lo demuestran.
La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Irenio Velásquez tenía 16 años cuando descubrió su vocación. Vendía helados con su triciclo por las calles del centro poblado de Challaviento, en el distrito de Pachía, Tacna. Pero el dueño de la heladería tenía dudas respecto a la buena hechura de la caja del triciclo que transportaba sus productos; no sabía si estaba realmente lista. Entonces le dijo a Irenio que debía llevar la caja a donde un carpintero. Ahí, en el taller, quedó deslumbrado con el lijado, el cepillado que el maestro de la madera realizaba en el cajón. “Me atrajo mucho la idea de trabajar duro para obtener bonitos resultados y acabados. Entonces le pregunté al señor carpintero si necesitaba un ayudante. Me dijo que sí. Ahí empieza una de las actividades más importantes de mi vida”, recuerda Irenio Velásquez, hoy con 78 años a cuestas. Y agrega: “Entre las cosas más bonitas que hice como carpintero, fue haber contribuido en la restauración de la Casa de la Respuesta, en la ciudad de Arica, en Chile, donde Francisco Bolognesi le dijo al enemigo que no se iba a rendir”.

Gracias a la carpintería Irenio pudo sacar adelante a su familia. “Dentro de todas las alegrías que me ha dado trabajar con la madera, está el hecho de haberme permitido ser el sustento económico de mi hogar. Hasta ahora me permite obtener algunos recursos, pero ya no tengo la misma energía de antes. Uno de mis hijos aprendió el oficio, yo le enseñé con mucha alegría. Él se ha independizado, es un carpintero extraordinario… Quizá, una de las cosas más difíciles de la vida sucede cuando los hijos se van de casa para formar sus propias familias, pero eso es lo que toca y hay que sobrellevarlo…”.

La guitarra con la que enamoró a su esposa en una de las fiestas a las que solía asistir cuando era joven, “¡era muy alegre, muy risueño!”, no la hizo él, pero la tocaba con mucha sensibilidad y pasión. “Hasta ahora sigo tocando la guitarra, ¡y la seguiré tocando hasta la muerte!”.
“Una buena guitarra, como toda buena obra hecha con madera, debe tener buenos y finos acabados. Eso es lo más difícil de trabajar con la madera: conseguir finos acabados, una barnizada uniforme y reluciente. La carpintería es un arte, como la música y el canto”, advierte Irenio. “Estoy orgulloso de mi profesión, es parte de mi cultura, de mi día a día. Incluso les he enseñado a mis sobrinos cómo se trabaja la madera. Yo le pido a Dios que me dé más vida para seguir trabajando; y que nos ilumine y nos de mucha salud en estos tiempos de emergencia mundial”, dice Irenio sin perder la fe en el futuro.
Tacna, 13 de noviembre de 2021
Tacna, 13 de noviembre de 2021