Arte que cura heridas

Nota de prensa
• Angelina Valera Rojas. Ceramista y usuaria de Pensión 65 en Yarinacocha, Ucayali.

Unidad de Comunicación e Imagen

5 de noviembre de 2021 - 8:19 p. m.

Es una de las artistas más experimentadas y reconocidas del distrito ucayalino de Yarinacocha. Angelina moldea vasijas de arcilla con tradicionales diseños shipibo konibos desde que era una niña. Su madre le transmitió este saber y, a su vez, Angelina lo ha enseñado a sus hijas y nietas. Juntas han creado el museo “Non axebo”, que en español significa “Nuestras costumbres”. Ella ha ganado el concurso de cerámica “Mujer Indígena”, organizado por la Municipal de Yarinacocha. En el marco de Saberes Productivos de Pensión 65, transmite su arte a otros adultos mayores y a las nuevas generaciones.

Las tradiciones del pueblo shipibo konibo se transmiten de generación en generación a través de diferentes manifestaciones artísticas: cantos de ícaros, danzas milenarias y pinturas de telares y cerámicas. En esta última disciplina, una de las artistas más experimentadas y reconocidas del distrito de Yarinacocha, en la provincia de Coronel Portillo, región Ucayali, es Angelina Valera Rojas, quien con 70 años es considerada toda una institución en la elaboración de cerámica tradicional en su pueblo.

Angelina nació en la comunidad de Pahoyan, en el distrito de Padre Márquez, y cuenta que desde pequeña aprendió de su madre el arte de moldear tinajas de arcilla con diseños kené. “Recuerdo que nos sentábamos con todas las mujeres de la comunidad en el piso de pona y bordábamos nuestras pampanillas. Además, hacíamos vasijas, pulseras y collares que luego vendíamos a los turistas”, dice Angelina.

Desde una edad muy temprana comprendió que su arte podía ser una fuente de ingresos, a la vez que conservaba y compartía las técnicas de sus ancestros. Se casó con un maestro de medicina tradicional y juntos formaron un hogar muy unido. Tuvieron siete hijos, de los cuales las tres mujeres también aprendieron a moldear cerámica shipiba.

“Hay que enseñar a los jóvenes a continuar con la cultura, con las tradiciones, eso no se debe perder”, dice Angélica. Por eso ella también ha enseñado los secretos de la alfarería a tres de sus nietas, y juntas han creado el museo “Non axebo”, que significa “Nuestras costumbres” en lengua shipibo koniba, donde reciben la visita de turistas nacionales e internacionales. Además, ha compartido sus conocimientos con alumnos de diferentes instituciones educativas.

Lastimosamente, Angelina indica que cada vez es más difícil conseguir corteza de apacharama, uno de los materiales esenciales para elaborar las tinajas, pues sirve para mezclar la greda y darle forma a la cerámica. Aún así, ella no desmaya en su búsqueda, aunque cada vez tenga que caminar más profundo en el monte para conseguir la apacharama. Cuando no consigue la materia prima, la reemplaza con la cascarilla de arroz.

Hace siete años quedó viuda, y fue uno de los momentos más difíciles de su vida. Desde entonces se convirtió en el principal sostén de su familia, a pesar de su avanzada edad. El arte fue el principal refugio para aliviar su aflicción, y ahora se pasa casi todo el día en su museo taller creando nuevas obras con diseños kené. Cabe resaltar que según la tradición shipiba, dibujar estas líneas transmite paz y ayuda a sanar las heridas del alma.

“Me da mucha alegría cuando la gente me visita y se queda admirada por mis trabajos. Les gustan mucho y me hacen bastantes pedidos, aunque a veces la economía es difícil”, indica Angélica, orgullosa de continuar con la tradición de sus antepasados.

En el marco de la Fiesta de San Juan, Angelina ganó el concurso de cerámica “Mujer Indígena”, organizado por la municipalidad distrital de Yarinacocha. Ella obtuvo el primer lugar con un hermoso chomo titulado “Rina, la mujer curandera”, que representa a una mujer shipiba conocedora de los misterios de las plantas amazónicas. En el marco de la intervención Saberes Productivos de Pensión 65, transmite su arte a otros adultos mayores y a las nuevas generaciones.