El ángel de los niños
Nota de prensa• Justiniano Campos Sánchez. Promotor de salud y usuario de Pensión 65.



15 de octubre de 2021 - 6:22 p. m.
Ha sido rondero, soldado, cocinero, costurero y agricultor. Pero de adolescente tomó conciencia de la importancia del trabajo de su tía, que era partera de la comunidad de Colpatuapampa, distrito y provincia de Chota, Cajamarca. Entonces empezó a acompañarla cada vez que le tocaba atender un parto. Y así fue aprendiendo el oficio. Hoy, a pesar de que se quedó viudo y su hija se fue de la casa a formar su propia familia, no se siente solo. Está comprometido con los más pequeños de su pueblo y realiza visitas a las familias con niños menores de tres años, para asegurarse de que tomen suplemento ferroso e impartir mensajes de cómo prevenir la anemia y la desnutrición.
No estamos solos. Vivimos en una sociedad que constituye una compleja red de interrelaciones humanas. Se preocupan por nosotros; y nosotros nos preocupamos por alguien más. Y cuando esto último sucede nos alegramos. Porque la paz que experimentamos cuando ayudamos a los demás, es de las más duraderas. Esto lo sabe bien Justiniano Campos Sánchez, un hombre de 79 años que vive en Colpatuapampa, distrito y provincia de Chota, Cajamarca. Ha sido rondero, soldado, cocinero, costurero, partero, promotor de salud, agricultor; sabe tocar la quena, la tarola, se sabe versos de memoria, y actualmente ayuda a combatir la desnutrición infantil en su comunidad. “Lo más bonito que me ha pasado en la vida es sentir la gratificación de toda la gente que he atendido”, dice Justiniano.
Su madre siempre le inculcó la solidaridad con el prójimo. Por ello, de niño, Justiniano ayudaba con alegría en las labores agrícolas que se desarrollaban en la chacra familiar. Cuando ya era adolescente, tomó conciencia de la importancia del trabajo de su tía, que era partera de la comunidad. “Entonces empecé a acompañarla cada vez que le tocaba atender un parto. Y así fui aprendiendo el oficio, con la ayuda de mi tía”, refiere Justiniano.
Tiempo después se presentó la oportunidad de ser promotor de salud de la posta médica del caserío; con las capacitaciones que recibió de expertos pudo ser un mejor partero. “También me empecé a ganar la vida colocando inyecciones y sueros, todo bajo receta médica, por supuesto… Incluso hasta antes de la pandemia trabajé en la posta”, precisa.
Don Justiniano también sirvió a la patria. Fue soldado con honores, cabo de la Fuerza Aérea del Perú. “Ahí aprendí a no tener miedo a nada”, dice entre risas. Cómo no, de joven se le podía ver en las fiestas del pueblo, bailando, tocando la quena o la tarola, recitando poesía, a veces un poco sazonado con unas copitas de cañazo, “pero siempre con moderación”, subraya con un brillo juguetón en la mirada. “Hasta que mi hermano se convirtió en pastor de una iglesia evangelista; él me hizo cambiar de manera de vivir; los bailes y las fiestas quedaron atrás. Empecé a leer la biblia”, dice Justiniano, para luego agregar que cada vez que puede canta algunas alabanzas, “creo fehacientemente en la palabra de Dios”, y recita algunas frases de la Biblia.
A su esposa la conoció en Colpatuapampa. Ella se acababa de separar de una relación complicada y violenta, su pareja la maltrataba. “Nos enamoramos y nos fuimos un tiempo de mi pueblo; recorrimos toda Cajamarca; luego regresamos a vivir aquí en esta casita. No tuvimos hijos pero sí adoptamos a una niña de dos meses; a los 17 años se fue de la casa para formar su propia familia… Pero lo más triste que me sucedió en la vida fue la muerte de mi esposa”.
Justiniano no está solo. Vive en una sociedad que constituye una compleja red de interrelaciones humanas. Se preocupan por él; y él se preocupa por los demás. Actualmente, participa en la Meta 4 –acciones de municipios para promover la adecuada alimentación y la prevención y reducción de la anemia–, realizando visitas a las familias de su comunidad con niños menores de tres años, para asegurarse de que tomen suplemento ferroso, impartir mensajes de cómo prevenir la anemia y la desnutrición, y cómo preparar platos nutritivos para los niños. “Ayudar a los demás me pone alegre. Sin amor no hay nada. Ahora estoy comprometido con los niños de mi pueblo… Estoy muy orgulloso de Chota, de sus tradiciones, costumbres y paisajes. No hay nada cómo vivir en Chota”, dice con la mirada titilante.