Tejiendo con la naturaleza

Nota de prensa

24 de setiembre de 2021 - 7:25 p. m.

Don Horacio transforma fibras de los bosques selváticos, como tamishi o bejuco, en confortables muebles y sombreros, en la comunidad nativa San Carlos, del distrito de Bretaña, provincia de Requena, Loreto. Él conoce las quebradas donde crecen estos juncos y las técnicas para convertirlos en resistentes armazones, que asegura “duran para toda la vida”. La artesanía también le dio el amor: conoció a su esposa en un taller, llevan 42 años juntos y tienen diez hijos. En el marco de Saberes Productivos de Pensión 65, transmite su arte a otros adultos mayores y a las nuevas generaciones.
La vida de don Horacio Tanchiva Yumbato es un ejemplo del esfuerzo y el trabajo de los hombres de la selva. Nació en la comunidad nativa San Carlos, del distrito de Bretaña, provincia de Requena, región Loreto y, desde muy joven, ayudó en las labores agrícolas familiares junto a sus doce hermanos. “Sembrábamos maíz, plátano, yuca y algunas verduras”, recuerda don Horacio. Cuando llegó a la adolescencia, trabajó junto a su padre sacando látex de los árboles de shiringa, un oficio con muchos recuerdos entre los habitantes de la selva debido a los abusos de los patrones caucheros en décadas pasadas.

A los 15 años se mudó a Iquitos, donde vivió con una hermana de su padre que era maestra artesana. Con ella descubrió el arte de transformar las fibras del monte en confortables muebles y sombreros, una actividad que hasta el día de hoy, a sus 73 años, lo llena de vida. “Todos los hombres deberían aprender una técnica: ya sea de electricidad, carpintería o artesanía, como es mi caso”.

El servicio militar obligatorio interrumpió su aprendizaje, y don Horacio sirvió a la Patria durante dos años en la Marina de Guerra del Perú. A los 19 regresó a Iquitos, decidido a perfeccionar la técnica del trenzado de fibras vegetales para construir muebles.

“Desde entonces trabajo con varias fibras, como tamishi, huambe y bejuco, con las cuales fabrico muebles de mimbre. El tamishi es una fibra vegetal que nosotros recogemos de la montaña, y que también puede servir para hacer paneras, sombreros o canastones. De esta misma fibra del tamishi se saca el plano (la forma del tejido), el lomo (sirve para forrar), las varillas (que sostienen el tejido) y finalmente se sacan también los cordones. Luego de sacar la fibra de la montaña, se pela y se hace secar tres días. Luego viene la parte más trabajosa: raspar y raspar la fibra. Después se toman las medidas, según el mueble que planifique construir”, explica. En cuanto al bejuco, otra fibra selvática con la que también trabaja don Horacio, comenta que la encuentran en el canto de algunas quebradas, donde crecen naturalmente.

Luego que terminó su primer compromiso, la artesanía también le mostró el amor a don Horacio. Él conoció a su actual esposa, Romelia Tuesta, mientras trabajaban juntos en un taller, y ahí se enamoraron. Llevan 42 años juntos y han criado diez hijos, dos de los cuales han heredado su interés por la artesanía amazónica.

“Me siento orgulloso de ser artesano, y de haber mantenido mi hogar con el fruto de mis manos. Doy gracias a Dios por este arte, y también por el apoyo que me da Pensión 65”.

En el marco de Saberes Productivos de Pensión 65, transmite su arte a otros adultos mayores y a las nuevas generaciones.