El dueño de la laguna

Nota de prensa

3 de setiembre de 2021 - 2:07 p. m.

Para José la vida es bella cuando se sienta a contemplar la inmensa laguna que está frente a su pequeña casa de adobe con caña, construida por él, algo que lo llena de orgullo. Dice que ya no quedan pescados en sus aguas, pero él se conforma con su extenso esplendor. Perteneció a la Marina de Guerra del Perú. Fue un reconocido pescador en Piura y Tumbes. Se casó a los veinte años y tuvo dos hijos. Pero su vida dio giros trágicos: su esposa y uno de sus hijos fallecieron y él tuvo un accidente que le malogró la cadera. Pero a pesar de todo ello no se desanima. Vive en un centro poblado llamado La Coja, en el distrito de Papayal, provincia de Zarumilla, #Tumbes y trabaja a diario en su chacra. En el marco de Saberes Productivos de Pensión 65, ha enseñado sus conocimientos de pesca, construcción y agricultura a los niños y niñas de su pueblo. Ayudar a los demás, le da la verdadera felicidad.

Hubo un tiempo en que era parte de la Marina de Guerra del Perú. A los veinte años se casó y tuvo dos hijos. Hubo un tiempo en que era un reconocido pescador en Piura y Tumbes. Pero la vida se puede poner de cabeza de un momento a otro. Tu esposa puede fallecer; uno de tus hijos también; un auto te puede atropellar y malograrte la cadera… Todo eso le pasó a José Marino García Montalván, hoy de 79 años. “Todo ha sido sufrimiento para mí”, dice. Pero lo dice sonriendo, como si la inmensa laguna de Lamederos que está frente a su pequeña casa de adobe con caña, construida por él, le diera consuelo, le susurrara “Todo va a estar bien, José”.

Para llegar al centro poblado donde vive, llamado La Coja, se tiene que tomar un colectivo desde el distrito de Papayal, en la provincia de Zarumilla, Túmbes. Su casa –de adobe con caña, construida por él, algo que lo llena de orgullo– está en la parte plana de un cerro. Tiene una pequeña chacra donde cultiva frutales y algunas hortalizas. Una perrita que llama “la flaca”, el bullicio de las aves y el soplar del viento lo acompañan en sus labores agrícolas, día a día. Se levanta a las cinco de la mañana y a las once de la mañana termina su jornada. Luego se sienta en una silla de plástico en la puerta de su casa para observar la majestuosa laguna, como si quisiera encontrar respuestas en sus aguas.

“Hasta hace pocos años pescaba tilapias en la laguna y me servía para comer. Pero ya no hay pescados en la laguna. Además, me duele la cintura; andaba con mi bastón, arrastrándome, no podía caminar, así estuve como cuatro años; ya no tengo esperanzas de recuperarme”, dice ‘Cañasito’, como le dicen con afecto los pobladores de La Coja.

José agradece a Saberes Productivos de Pensión 65, pues le ha dado la oportunidad de enseñar sus conocimientos de pesca, construcción y agricultura a los niños y niñas de su pueblo. “Me siento revalorado y me hace feliz. Pero me pongo triste cuando me acuerdo de mi esposa y mi hijo, fallecidos los dos. Mi otro hijo no viene a verme; mis nietas tampoco. Pero a veces yo los visito en sus casas, les llevo yuca y camote… La laguna me acompaña; me gusta porque es amplia; eso me da paz”.