El entrenador del Callao
Nota de prensa


20 de agosto de 2021 - 4:36 p. m.
Se levantaba a las cinco de la mañana con su abuelo para ir al muelle del Callao, donde compraban pescados que luego vendían en el mercado. Años más tarde se recibió como profesor de educación física. Su vida dio un giro inesperado cuando unos niños se le acercaron en una esquina del Jirón Maranga, en el distrito de Bellavista, Callao, para pedir que les donara implementos para su equipo de futbol. Con esos niños fundó su club. Ellos lo consideran como un padre. Todos lo llaman, cariñosamente, “Pescadito”.
Acaba de cumplir 77 años y las dos casas donde vivió durante toda su vida, se ubican en distintas cuadras del Jirón Maranga, en el distrito de Bellavista, Callao. “Ahora vivo en la cuadra cuatro. Cuando tenía trece años, mi abuelo me llevaba a escondidas a las serenatas que se daban en el Jirón Huamanga, ¡me sacaba a escondidas por el techo de la casa! Hasta que un día nos pescó mi abuela, ¡al final se agarraron a cachetadas entre ellos!”, cuenta entre risas, Justo José Riera Galindo.
Justo fue criado por sus abuelos. Su abuelo vendía pescado. “Yo lo ayudaba. A las cinco de la mañana me levantaba para acompañarlo al muelle del Callao, donde comprábamos pescados, como el bonito o la lorna; luego bajábamos al mercado para venderlos…”, dice, y agrega que también trabajaba en albañilería con su padre y su abuelo, quienes eran además constructores; tiempo después trabajó como pintor en los buques anchoveteros de Luis Banchero Rossi. Pero era el deporte lo que realmente lo ponía contento. Practicarlo y enseñarlo.
“Yo enseñaba educación física en colegios; me recibí como profesor en el año 1979. Un día mientras estaba con unos amigos del trabajo, en una esquina, vinieron unos chicos a pedir que les donaran ropa e implementos para su equipo de futbol. Yo quedé con ellos para que me busquen al día siguiente, y les compré sus camisetas; en agradecimiento, le pusieron mi nombre al equipo: ‘Club Deportivo José Riera’. Pero al registrarlo en la Federación nos dijeron que el club no podía tener el nombre de una persona viva; así que lo cambiamos por ‘Unión Riera’, que se fundó, oficialmente, el 29 de marzo de 1970”.
Desde esa fecha empezó a formar a niños, no solo como futbolistas sino también como seres humanos con valores. Se preparó como técnico gracias al convenio Peruano-Alemán de la FIFA. “A los chicos no les cobro mensualidad, pero sí tienen que pagar la inscripción a campeonatos y el alquiler de la cancha. Hemos sido campeones en el extranjero tres veces y hemos viajado haciendo actividades como rifas, polladas… En estos momentos estamos en la liga distrital de Bellavista”, precisa Justo.
La alegría que siente al ver los niños triunfar en el deporte, se acrecienta cuando, años más tarde, los ve triunfando en la vida. “Algunos se han hecho médicos, policías y hasta congresistas; otros viven en el extranjero. También hay chicos que eran mis alumnos y hoy son futbolistas profesionales, como es el caso de Paolo de la Haza, Donny Neyra, Mario Velarde, Arias y muchos más”.
El club Unión Riera no le genera ingresos económicos a Justo pues no cobra una mensualidad. “Yo no hice esto con un afán de llenarme de dinero; mi principal motivación es la alegría de verlos formados, creciendo como adultos de bien, y que luego ellos se acuerden de mí, que me visiten o me entreguen regalos, así como donaciones para que los niños que están entrenando ahora puedan desarrollarse deportiva y personalmente”.
En el 2016, Justo José Riera Galindo participó en un emotivo y testimonial comercial televisivo navideño de panetón D’Onofrio, que le permitió luego reconstruir su precaria vivienda de madera. El spot publicitario, que hoy se puede ver en internet y resume su trayectoria, empieza así: “Mi nombre es Justo José Riera Galindo, más conocido como ‘Pescadito’, y tengo 55 años trabajando en el fútbol de menores…”. Luego hay una serie de testimonios de jóvenes que pasaron por su club, y de niños, agradecidos y afectuosos. Uno de los menores dice lo siguiente: “Le encanta poder ayudar. Más que un entrenador, es un padre para nosotros”.
El momento más triste de su vida fue cuando murió su madre, en el año 1997. “A pesar que no me crió, me sentí muy desolado… Lo que más recuerdo de ella es que compartía todo el alimento que tenía con todos sus hijos… También me duele mucho cuando uno de los chicos que he visto desde pequeño, que he formado, fallece… Alguna vez tuve un compromiso. Pero cuando era joven pensaba ‘para qué me voy a comprometer; es preferible morir de hambre solo, a que se mueran de hambre dos o tres...’. Pero los niños del club son como hijos. Ellos son el futuro del Perú”.