Sí se puede vivir del amor

Nota de prensa
En el distrito de Vilca, Huancavelica, un adulto mayor diseña mates burilados con mensajes que invitan a reflexionar sobre la vida y la preservación del medio ambiente.

29 de mayo de 2021 - 12:00 a. m.

Su padre le enseñó a trabajar en la chacra y a pescar truchas, a más de tres mil metros de altura, en el distrito de Vilca, Huancavelica. Era muy estricto su padre y él, Timoteo, muy soñador. Cuando se hizo adolescente empezó a visitar los pueblos aledaños, le gustaba participar en las festividades, bailaba y cantaba. Se diría que tenía alma de artista. Incluso, ya de joven, participó en un concurso de canto; aún conserva la grabación del tema que interpretó. “A mi esposa la conocí en el colegio”, dice Timoteo Mejía Galindo, hoy reconocido artesano de su comunidad y usuario de Pensión 65. “A ella también le gustaban mis canciones”.

Hace 55 años Timoteo y Sabina Balbín se casaron y juntos siguen formando una sólida dupla que les permite salir adelante, sobre todo en estos tiempos de pandemia, donde han tenido que buscar distintas maneras de salir adelante. En uno de esos viajes que Timoteo emprendía en su juventud, fue a la costa; ahí aprendió la técnica para diseñar mates burilados.

Años más tarde, le transmitió este arte a su esposa, y hoy trabajan juntos productos que no solo sirven de adorno, sino también de, por ejemplo, porta lapiceros. “Gracias a la municipalidad de Vilca, ahora nos dieron un espacio en la plaza para tener un kiosco donde vender nuestros mates burilados, trabajos de madera y miel de abeja”, dice Timoteo quien, además de artesano, es apicultor. Por su parte, Sabina es experta en la elaboración de remedios en base a hierbas naturales, los cuales también venden en el pequeño puesto, así como cojines de piel de animales y tejidos de atarraya para la pesca y producir miel de abeja.

“Los dos somos usuarios de Pensión 65; las subvenciones ayudan mucho para comprar nuestro material de trabajo; y vender estos productos nos ayuda a vivir mejor”, asegura Timoteo, que recuerda como uno de los momentos más felices de su vida cuando sus hijos aún estaban en casa. “Pero ellos ahora tienen sus propias familias. Yo les enseño a mis nietos a que sean respetuosos, a que trabajen, ahora los niños ya no son como antes, la tecnología ha cambiado muchas las cosas… Pero a los niños hay que enseñarles valores, costumbres, tradiciones. Antes de la pandemia, yo enseñaba en las escuelas ha hacer mis mates burilados, mis trabajos en madera, esperemos que eso pueda continuar… Mi mayor felicidad es cuando veo mi trabajo decorando tiendas, restaurantes o casas; en esos frutos de mate o calabaza ornamentados de forma artesanal, transmito mensajes de la Biblia, de la naturaleza, de la vida”.