Mujer histórica
Nota de prensa


20 de marzo de 2021 - 12:00 a. m.
En Huánuco, hay un caserío llamado Pachachupan, en el distrito de nombre Chinchao. Ahí vive una señora que es considerada líder histórica de su comunidad, pues su labor en la creación del caserío donde vive fue importantísima. Acaba de recibir un reconocimiento por parte del Gobierno Regional. Y en el marco de Saberes Productivos, transmite el arte de tejer con lana de oveja a otros adultos mayores. A continuación, te contamos esta increíble historia de retos y valentía.
“Toda mi vida he vivido aquí, desde que nací, hace 85 años”, dice Antonia Gonzáles López con la voz vibrante y la mirada vidriosa. Cuando habla de Pachachupan se emociona. Acaso porque gracias a ella este caserío –ubicado en el distrito huanuqueño de Chinchao–, existe.
En el año de 1979, aproximadamente, la señora Antonia fue vicepresidenta en el Consejo de Vigilancia para la Creación del Caserío de Pachachupan. Su función era hacer participar a todos los pobladores en las asambleas. Desde entonces es considerada por sus paisanos como la primera líder de su comunidad, en una época donde pocas mujeres tenían protagonismo en las organizaciones sociales.
Responsabilidad, honestidad y perseverancia, son los tres valores que tomaron en cuenta en el Gobierno Regional de Huánuco para premiarla en la XV edición del certamen Gladys Ramos Figueredo. Se destacó su trabajo en favor del empoderamiento de las mujeres de su comunidad.
“Toda mi vida la he vivido trabajando. Cuando era chica, aprendí a coser camisas con una máquina que me regaló mi padre, camisas de hombres y de mujeres. En una fiesta, conocí a mi esposo Don Juan Espinoza Aranda, ¡también me gustaba bailar!”, recuerda Antonia. “Teníamos un burrito que utilizábamos para transportar productos de las chacras que luego vendíamos en Tingo María. Cuando tuvimos hijos ya no podíamos hacer estos viajes para vender productos, entonces empezamos a trabajar en una panadería en Pachachupan; recuerdo que venían niños con sus canastitas y nosotros les regalábamos panes para que vendan; en esos tiempos nace nuestra tercera hija, yo me puse enferma y no pude seguir en la panadería; me quedé en casa tejiendo, cosiendo ropa que se vendía en tiendas de Acomayo, criando a mis cinco hijos. Luego, cuando me pedían, empecé a vender chompas, medias, chalinas a los pobladores de Pachachupan…”.
Hoy, en el marco de Saberes Productivos, transmite el arte de tejer con lana de oveja a los más jóvenes.