El boom de las telecomunicaciones (2024)

Libro

1 de agosto de 2024

El OSIPTEL nació hace 30 años con un primer gran objetivo: supervisar a la empresa operadora de servicios de telefonía fija local y de larga distancia en un mercado que se abría a la actividad empresarial privada. De acuerdo con el contrato de concesión que dicha empresa suscribió con el Estado peruano, tuvo cinco años de concurrencia limitada, es decir, no podían ingresar otros competidores para ofrecer los servicios de telefonía fija local y de larga distancia. Esta primera fase fue precedida por la privatización de las empresas estatales que prestaban los servicios de telecomunicaciones de manera deficiente y onerosa para el fisco y para la población. Todavía, en ese momento, no se pensaba en la competencia, pues en los primeros años después de la privatización había que reconstruir y modernizar toda la red de telefonía, rebalancear las tarifas, mejorar la calidad básica de la red digital de servicios integrados –entre otros retos relacionados con la estructura de las telecomunicaciones en el país– y adecuar el servicio a los estándares internacionales de la época. El siguiente paso fue pasar del periodo de concurrencia limitada a uno que procure atraer mayores inversiones y expandir aún más la cobertura. Para ello, se estableció un marco de libre competencia. El segundo gran objetivo que se trazó el OSIPTEL en este nuevo contexto fue ofrecer condiciones de competencia equitativas y supervisar el cumplimiento de las metas que asumieron las empresas operadoras que ingresaron al mercado. Un nuevo reto Ya con una competencia dinámica, el tercer gran objetivo ha sido empoderar al usuario de los servicios de telecomunicaciones, proporcionarle las herramientas y la atención necesarias para que su experiencia cubra sus expectativas y que sus derechos como consumidor sean respetados. Este usuario espera recibir un servicio bueno, que le permita comunicarse con calidad en cualquier momento, con una facturación correcta, que cuando tenga un problema técnico tenga una atención rápida y amable, que solucione sus dudas y problemas. Eso es lo que buscaban los usuarios. Así que el reto que asumimos fue transformar la relación entre los usuarios y las operadoras, tarea que nos ha permitido implementar mecanismos de atención de quejas y reclamos, con una supervisión y fiscalización más estrictas y sanciones cuando no se alcanzan los parámetros técnicos que la regulación exige. Este reacomodo, que se encuentra en proceso de consolidación, generó en sus inicios algo de tensión, pues las empresas operadoras lo entendieron como un supuesto conflicto entre el bienestar del usuario y su rentabilidad. Pero eso no es así. Los servicios públicos –y las telecomunicaciones son un servicio público– están dirigidos a mejorar el bienestar del ciudadano, y por ello son regulados. En esta etapa, nuestro rol es definir parámetros mínimos para la prestación de los servicios públicos de telecomunicaciones. Por ello, en OSIPTEL buscamos que las operadoras cumplan con un servicio de calidad, en todo el país. Ese es el rumbo que estamos dando a la institución, lo que de ninguna manera está reñido con la promoción de la libre competencia y de un marco regulador alineado con la economía social de mercado que establece nuestra Constitución Política.

Esta publicación pertenece al compendio Libros del OSIPTEL

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