Cuando la formalidad protege la vida: la historia del Centro Urku

Crónica
Un ejemplo de cómo la gestión responsable se convierte en sinónimo de vida para el bosque.
Archivo JPGE de Cuando la formalidad protege la vida: la historia del Centro Urku
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25 de noviembre de 2025 - 6:00 a. m.

Tarapoto. - En medio del verde intenso de la selva sanmartinense, un ocelote hembra observa en silencio detrás del follaje. Su mirada es profunda y desconfiada, pero también viva. Llegó al Centro Urku en 2018, deshidratada y sin fuerzas, después de haber sido hallada cerca de un puesto de control en el Área de Conservación Regional Cordillera Escalera. Se acercó sin miedo a un guardaparque, en búsqueda de ayuda. No sabía cazar ni tenía intenciones de atacar o defenderse.

“Cuando la trajeron, estaba muy débil. Seguramente estaba acostumbrada a que le dieran de comer”, indica César Guerra Saldaña, encargado del Centro de Rescate Urku. La historia de este ocelote resume la tragedia silenciosa del tráfico de fauna silvestre: animales que, al ser criados en cautiverio, pierden su instinto y no pueden regresar al bosque del que alguna vez formaron parte.

Urku: un refugio para las especies y un ejemplo de formalización
Desde 2006, el Centro Urku trabaja para revertir esas historias. Nació como una respuesta al creciente tráfico de fauna silvestre en la región San Martín. En ese tiempo, recuerda César, los animales eran decomisados, pero no había dónde llevarlos. Es así como, un grupo de personas decidió crear un espacio donde los animales silvestres pudieran recuperarse y, cuando fuera posible, volver a su hábitat natural.

El Centro Urku es hoy un centro de rescate y un espacio de educación ambiental. Su labor combina la atención directa a animales víctimas del tráfico ilegal, la rehabilitación para su reintroducción al medio natural y la educación del público sobre la importancia de conservar la biodiversidad.

Hasta la fecha, el centro ha rescatado y liberado más de 500 especímenes de diferentes especies. Tortugas de patas rojas, paujiles, monos y hasta un tapir forman parte de las muchas historias que han pasado por sus instalaciones.

El respaldo del OSINFOR, clave para una conservación responsable
El camino de Urku no solo ha sido de rescate, sino también de formalización. Desde su creación, el centro decidió trabajar bajo un título habilitante, que lo autoriza legalmente a operar como centro de rescate. “Trabajar dentro de las reglas es importante porque existen organismos que regulan los procesos. Desde el inicio decidimos acogernos a las normas”, señala César Guerra.

Esa decisión marcó la diferencia. Con el acompañamiento del Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (OSINFOR), el centro ha fortalecido sus conocimientos técnicos, su gestión documental y el cumplimiento de sus obligaciones legales, asegurando que se ejecute correctamente su plan de manejo.

Guerra destaca que cada supervisión del OSINFOR es una oportunidad para mejorar, pues los impulsa a mantener un trabajo responsable y conforme a la ley. Gracias a ese esfuerzo constante, en las últimas supervisiones el centro ha recibido constancias de cumplimiento de obligaciones, un logro que refleja su compromiso con la conservación responsable y dentro del marco legal.

Educar para cambiar el futuro
Urku también ha convertido su trabajo en una experiencia educativa. Cada año recibe cerca de 30 000 visitantes, entre escolares, universitarios y turistas. En cada recorrido, las personas aprenden sobre las consecuencias del tráfico de fauna y la importancia de respetar la vida silvestre.

El centro también impulsa la investigación científica. Uno de sus próximos proyectos es la implementación de un laboratorio de fauna silvestre, que permitirá a tesistas e investigadores profundizar sus conocimientos sobre conservación. Asimismo, cuenta con un acuario ecoamigable y autosustentable, único en su tipo a nivel nacional, el cual usa energía solar y agua de lluvia para la crianza de peces como el paiche, gamitana, doncella, entre otros.

La legalidad protege la vida silvestre
Detrás de cada animal rescatado, cada investigación y cada visitante que aprende, hay una convicción compartida: la conservación es más efectiva cuando se trabaja dentro del marco legal.

Esta autorización permite que centros como Urku operen con respaldo y transparencia, mientras que la supervisión del OSINFOR garantiza que ese compromiso se mantenga en el tiempo. Porque cuando la formalidad y la pasión por proteger la naturaleza se unen, el bosque vuelve a respirar.