Santa Catalina de Mossa: una comunidad que conserva el palo santo a través del uso responsable del bosque
CrónicaLa supervisión del OSINFOR en áreas autorizadas garantiza el aprovechamiento sostenible de esta especie emblemática del bosque seco.



30 de octubre de 2025 - 6:00 a. m.
A poco más de dos horas de la ciudad de Piura, cuando el ruido de la carretera se apaga y el polvo del camino se asienta, Casimiro Guerrero alista su mochila con agua, se pone una gorra y enfunda su machete para ir al bosque seco. Son las siete de la mañana, las nubes todavía encubren la fiereza con la que abate el sol en el norte del país, pero los pobladores de la Comunidad Campesina Santa Catalina de Mossa saben lo que significa caminar entre espinas y piedras para encontrar palo santo (Bursera graveolens): un árbol cuyo tronco y ramas, al cortarse, liberan un aroma que hace honor a su nombre.
Hoy, el palo santo se encuentra en peligro crítico de extinción. El Estado peruano promueve su aprovechamiento sostenible, a través de la recolección de árboles caídos o muertos. Santa Catalina de Mossa es uno de los ocho titulares que, este año, tienen autorización vigente para el aprovechamiento de esta especie, a través de un plan de manejo que es supervisado por el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (OSINFOR).
"Antes había mucha tala de los árboles, la gente lo hacía de una manera irresponsable. No había control. Gracias a Dios, hoy en día nos hemos organizado en la comunidad y, ahora, hay menos tala de nuestro bosque” cuenta Miguel Pintado, vicepresidente de esta comunidad campesina que se ubica en el sector Higuerón, en Morropón. Él es un hombre de mirada apacible, gestos tranquilos, barba encanecida y manos agrietadas por trabajar la tierra. A sus 56 años, sabe que el aprovechamiento sostenible es la única manera de asegurar que los nietos de sus nietos conozcan este árbol ancestral.
"La principal amenaza del palo santo es la tala ilegal. En áreas donde no hay un plan de manejo, personas ajenas inducen la muerte de este árbol para traficar su madera. Este comercio informal puede provocar que la especie desaparezca", advierte Freddy Palas, coordinador de la Oficina Descentralizada del OSINFOR en Chiclayo.
Camino a la santidad
No hay sol, pero la caminata no es sencilla. Los árboles de palo santo se ubican en la pendiente de los cerros, donde solo existen senderos de piedra que uno mismo va abriendo en el camino con ayuda de un machete. Sinuosas subidas y bajadas que representan un desafío para los citadinos comunes. Hasta ese lugar llega Mirna Montalván, una joven madre de 28 años que nació en el caserío de Higuerones.
"Las mujeres también participamos recolectando palo santo. Vamos dos o tres personas, subimos al campo y cuando lo encontramos, lo limpiamos y luego lo cargamos. Solo recogemos el palo seco que está caído. El verde lo cuidamos, lo limpiamos", dice Mirna con la timidez de hablar por primera vez frente a una cámara, pero con la misma convicción con la que mueve su machete para cortar la maleza.
La comunidad Santa Catalina de Mossa cuenta con un plan de manejo de 353 hectáreas de bosque seco, donde tiene autorizado recolectar una cantidad determinada de restos de árboles caídos, secos o que se han descompuesto naturalmente. La organización es doméstica y constante: cada familia programa sus salidas según sus tiempos para recolectar los troncos. También deshierban y cuidan los árboles semilleros para favorecer su crecimiento, porque saben que en su fruto late la posibilidad de que su bosque siga respirando dentro de cincuenta años.
Una vez completado el volumen aprobado por la Administración Técnica Forestal y de Fauna Silvestre (ATFFS) de Piura, la comunidad vende los troncos. El ingreso llega a las familias que recolectaron y deja un porcentaje para pequeñas obras comunales. Según sus propios registros, alrededor de 3000 comuneros se benefician de manera directa o indirecta del aprovechamiento sostenible.
Cuando el bosque devuelve lo sembrado
La madera del palo santo es muy valorada en el mercado nacional e internacional debido a sus propiedades medicinales y aromáticas. Transformada en aceites e inciensos, se usa para aliviar dolores musculares y articulares, reducir estrés y ansiedad. Tal vez, su uso más conocido ocurre en las festividades religiosas, donde trozos de esta madera ―conocidos como stick― son incinerados en vasijas para producir humo con intenciones espiritistas. Ese valor comercial, sin embargo, también lo vuelve un blanco de la ilegalidad.
El OSINFOR cumple un rol clave en la protección del palo santo: promueve su aprovechamiento sostenible ―a través de planes de manejo aprobados por la autoridad forestal por un plazo determinado―, supervisa su cumplimiento y brinda acompañamiento técnico a los titulares de títulos habilitantes, comunidades y poblaciones locales sobre su conservación.
En medio de las amenazas hacia el palo santo, comunidades como Santa Catalina de Mossa sostienen la esperanza de esta especie emblemática del bosque seco.


