Flor de Ucayali: Una comunidad shipibo-konibo sostenible
CrónicaLa comunidad Shipibo-Konibo asumió el compromiso de cuidar sus bosques para compensar su sanción forestal de la mano del OSINFOR





Fotos: Foto 1: Saúl Martínez y Jhon Guimaraes, comunidad nativa Flor de Ucayali.
18 de setiembre de 2025 - 6:00 a. m.
En la región Ucayali, en medio de la Amazonía peruana, se ubica la comunidad nativa Flor de Ucayali, donde 70 familias del pueblo shipibo-konibo viven en armonía con la naturaleza, cuidando sus recursos y preservando sus formas de vida ancestral. Con una visión clara: proteger su bosque para promover el desarrollo sostenible mediante el manejo responsable de sus recursos y la buena gobernanza comunal. Sin embargo, al principio no fue así.
En 2014, la comunidad atravesó un momento crítico: recibió una multa forestal por incumplimiento a la normativa y afectación al bosque, producto de un acuerdo con terceros. Al mismo tiempo, enfrentaron invasiones por actividades ilegales, como recuerda Irene Mariela Guimaraes Rojas, secretaria y exjefa de la comunidad. Docente de profesión y lideresa del pueblo shipibo-konibo, Irene lleva con orgullo el arte kené en sus vestimentas, símbolo vivo de su conexión con la cultura ancestral.
Gracias al mecanismo de compensación de multas mediante la conservación del patrimonio forestal y de fauna silvestre, impulsado por el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre OSINFOR, la comunidad nativa Flor de Ucayali destinó 585 hectáreas a la protección del bosque. En cinco años, lograron compensar más de 166 mil soles y, en 2024, retomaron la legalidad. Esta medida no solo alivió la deuda, sino que también fortaleció su organización interna y reafirmó su compromiso con el cuidado del bosque ancestral.
Un presente que apuesta por el futuro
Flor de Ucayali hoy no tiene deudas y se ha convertido en un ejemplo de cómo una situación de crisis puede transformarse en una oportunidad de desarrollo y resiliencia. Actualmente cuenta con un permiso forestal de comercialización a gran escala, vigente hasta el 2033, lo que les permite proyectarse hacia el futuro con seguridad.
Ahora la comunidad shipibo-konibo, se organiza a partir de su plan de vida e impulsa actividades como la agroforestería, las plantaciones forestales con capirona, la acuicultura y la artesanía, que les permiten obtener ingresos mientras cuidan su territorio. Además, participan en un proyecto REDD+, que busca conservar los bosques y generar recursos a través de bonos de carbono, esfuerzo que se complementa con la labor de su comité de vigilancia, integrado por hombres y mujeres indígenas que recorren día y noche para proteger su territorio ancestral. “El bosque es nuestro hogar, nos da alimento, medicina y vida. Es nuestro vínculo espiritual y cultural, heredado de los abuelos. Por eso lo cuidamos”, resalta Irene.
El apoyo de aliados como la Organización Regional AIDESEP Ucayali (ORAU), la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) y la Asociación Para la Investigación y el Desarrollo Integral (AIDER) ha sido clave, y la visión de la comunidad nativa Flor de Ucayali es clara, de acá a 30 años ser una comunidad autónoma, sostenible y orgullosa de mantener sus formas de vida ancestral con seguridad alimentaria y alternativas de desarrollo propias.
Con la experiencia vivida, Irene comparte un consejo a otras comunidades que enfrentan sanciones: “Hermanos y hermanas, no busquemos lo fácil, acerquémonos a nuestras organizaciones, a los mecanismos y a los aliados que pueden ayudarnos a resolver los problemas. Protejamos nuestros territorios y nuestros derechos, usemos los recursos de manera adecuada. Así lograremos un mejor futuro para nuestras mujeres, nuestros niños y toda la comunidad.”