Reseña histórica del distrito de Jayanca

Enrique Brünning, quien recoge la leyenda escrita por el cronista Miguel Cabello de Balboa en su libro Misceláneas Australes, señala que el mítico fundador de Lambayeque, Naylamp, tenía un sastre muy querido y estimado por su habilidad en confeccionar trajes de plumas, llamado Llapchillully. Poco después de la muerte de Naylamp, este se dirigió acompañado de un ejército hasta el valle que hoy se conoce como Jayanca.

El origen de este lugar se remonta a la época preinca. El japonés Izumi Shimada, en su libro La ciencia de la astrología, dice que sus primeros habitantes pertenecieron a la cultura Chavín de Huántar y formaron asentamientos rurales en los valles fértiles de Jayanca, Salas y Motupe. Según Shimada, Sarayoq fue el nombre primitivo que tuvo Jayanca, considerado reino de los Mochicas. Esta palabra de raíz yunga significa "gran productor" o "despensa de cereales".

Por su parte, el Inca Garcilaso de la Vega afirma que la palabra Sayanca es el futuro absoluto de la tercera persona en singular del verbo quechua sayay, que quiere decir "estar parado" o "estar de pie". De manera que Sayanca significa "estará parado" o "estará de pie", pero también pudo derivarse del verbo quechua chayay, que quiere decir "llegar, arribar, acertar, cocer a punto, hacer provecho, probar bien". Por lo tanto, Chayanca es "llegará, arribará, acertará, cocerá a punto, hará provecho, probará bien".

En la etapa incaica, esta ciudad fue sometida por el Inca Huayna Cápac, quien, al mando de 40 mil hombres, había salido del Cusco rumbo a Quito y en su travesía fue conquistando varios valles de la costa norte, entre ellos Jayanca. Esta conquista se llevó a cabo entre los años 1498 a 1490, muchos años antes de la invasión española.

En los siglos XV y XVI, Jayanca se ubicó en la cima del cerro Jo Toro, en el cual se observa muros defensivos de piedra concéntricos y andenes. Por el centro, pasa el camino real del Inca, que desemboca en una plaza grande. Los vestigios de Jayanca inca son el Templo del Sol, casas de las vírgenes, palacios, fortalezas y otros edificios que corresponden a la descripción de la metrópolis incaica que realizó el investigador Sebastián Lorente en su obra Historia antigua del Perú.

Cuando los españoles invadieron esta parte del continente y empezó la lucha por la repartición de tierras, las de este valle fueron muy codiciadas por su fertilidad y las grandes extensiones de algarrobales y pastos. Por ese entonces, en el Perú existía el cacicazgo y Jayanca tenía un cacique principal. Tan luego los invasores tomaron posesión de sus nuevos dominios, optaron por llevar a la población incaica de Jayanca a otro lugar para alejarla de sus idolatrías, convirtiéndola al cristianismo.

La zona donde fueron reubicados los habitantes es la ciudad que actualmente conocemos como "Jayanca viejo", donde hasta hace poco existían vestigios de la iglesia antigua y actualmente está construido el cementerio Divino Maestro. Se afirma que el pueblo viejo de Jayanca fue destruido por una inundación causada por las fuertes lluvias que se dieron en febrero y marzo del año 1578.

En 1825, durante el gobierno del presidente Simón Bolívar, se creó el distrito de Jayanca. Posteriormente, el 19 de septiembre de 1898, en el gobierno del presidente Nicolás de Piérola, fue elevado a la categoría de villa. Con el Decreto Ley Nº 12419, el 7 de noviembre de 1955, durante el gobierno del presidente Manuel A. Odría y el alcalde Enrique Morante Maco, la villa obtuvo la categoría de ciudad.

Con el transcurso de los años, siguió su tradición de pueblo laborioso y floreció la gran industria del vino, que lo llevó a ser conocido a nivel nacional. También lo fue por su anexo, la hacienda La Viña, debido a los famosos toros de lidia de "La Viña". Jayanca sigue siendo tierra del vino y, dada la amabilidad de su gente, es conocida como "ciudad hospitalaria". Hoy tiene un desarrollo pujante gracias a las empresas agroindustriales que se han asentado y que impulsan la agroexportación.