Historia del Señor de Huamantanga de Jaén del Perú

Crónica
Los orígenes y culto de esta milagrosa imagen del Señor Crucificado que todavía se envuelven en un velo de misterio.

Fotos: Imagen Institucional

Imagen Institucional

18 de agosto de 2022 - 3:25 p. m.

Los pueblos del norte del Perú veneran al Señor de Huamantanga de Jaén, cuya feria tiene como día central el 14 de setiembre. Los orígenes y culto de esta milagrosa imagen del Señor Crucificado están todavía envueltos en un velo de misterio, sin embargo, existen tradiciones orales, estudios de investigación y aproximaciones históricas que junto a los mitos y leyendas nos muestran la profunda fe y cosmovisión de nuestra gente, en que la casa de Dios no sólo son sus templos sino también la tierra donde viven sus hijos, y por eso debemos amarla y cuidarla.
Según el sacerdote jesuita José María Guallart, gran investigador y autor de varios libros sobre la zona nororiental del Perú, esta hermosa escultura de madera tiene influencias de la escuela clásica europea, sorprendiendo la perfección de sus rasgos anatómicos y su impresionante mirada. Imagen distinta a otras que fueron confeccionadas por manos indígenas, hermosas también, como la Virgen de los Dolores de la desaparecida Tomependa, o la antiquísima Santa Rosa de la Yunga, o la Mamita de Chirinos.
¿De dónde vino? El padre Guallart, en una de nuestras tertulias, nos confió que él había revisado todo el archivo colonial del Vicariato que está en la Parroquia de Jaén, y no había encontrado una sola pista. En todo caso, nos decía, la fuente más veraz, serían las tradiciones orales de los abuelos que de generación en generación contaban que lo trajeron del Ecuador; lo cual es posible por nuestra relación administrativa y política de pertenecer antes de la independencia, a la Audiencia Real de Quito.
En 1606, sesenta años después de la fundación española, Jaén tiene ya su iglesia, con su Patrón San Leandro, y aparece en el mapa de la conquista del capitán español Diego Palomino, que trazara en 1549. En el libro de bautizos de nuestra parroquia, hasta inicios del siglo XX se puede leer “bautizado en la iglesia de San Leandro de Jaén”.
Por otro lado, Martín Cuesta S.J. en su obra “Jaén de Bracamoros”, describe en el tomo IV, la visita del Monseñor Martínez de Compañón, Arzobispo de Trujillo, que realizara a fines del siglo XVIII a toda su diócesis, la cual incluía a estos territorios. Llegando al Jaén Viejo en 1783, aquel que estaba ubicado en el distrito de Santa Rosa, veinte años antes que los vecinos decidieran trasladar la ciudad a su emplazamiento actual en el valle La Quintana. En esta extensa gira, el arzobispo trujillano levanta el inventario de la iglesia matriz de Jaén, y hace constar a la Virgen de las Mercedes y la Virgen del Rosario (hoy restaurada en el obispado de Jaén), pero no menciona al Señor de Huamantanga. Lo cual nos indica que todavía no llegaba a Jaén.
Su culto y celebración podrían remontarse a la segunda mitad del siglo XIX. Nos relataba mi tía Trinidad Moreno Adrianzén, nacida en 1902, que de muy niña recordaba participar en esta fiesta, donde se iluminaba la plaza, encendiendo 4 fogatas inmensas, juntando leña en cada una de las esquinas. Los mayordomos se encargaban de la alimentación de la banda de músicos. Ella también confirmaba la procedencia ecuatoriana, que le contó su padre Artidoro Moreno Gutiérrez nacido en 1870, y de su abuelo Anacleto Moreno, originario de Cuenca, que fuera alcalde de Jaén en 1,888.
Otro hecho relevante es el terremoto de 1928 que afectó a Jaén. Se destruyó toda la ciudad, quedando en pie sólo las casas de horcones y quincha de embarre; también sucumbió la iglesia, ubicada en lo que es hoy el local de la Universidad de Cajamarca, Sección Jaén, frente a la plaza de armas. Se encontró a la imagen boca abajo, pese a que había caído de lo alto de su altar, sólo se había quebrado el dedo meñique de su mano derecha, lo que motivó más la fe religiosa. El dedo fue restaurado por un vecino de Chirinos don Juan Martínez y hoy se lo puede observar claramente.
En 1948, el diputado por Jaén, don Segundo Sergio Rodríguez, presenta en Lima, en la sede del Club Cajamarca, una monografía de nuestra provincia, donde se puede leer que “…En Jaén, desde hace más de 50 años se celebra la Fiesta en honor al Señor de Huamantanga…”
Sus fieles lo han colmado de obsequios: Clavos, corona, potencias de plata y de docenas de sudarios, andas de madera por los devotos de Catacaos. Los niños sueñan con crecer rápido para poder llevarlo sobre sus hombros, como lo hacen sus padres, otros le ofrecen hermosas ofrendas florales confeccionadas para su paso procesional.
Uno de los mejores homenajes, fue sin duda, a fines de los 80, la reubicación de la antigua feria pueblerina que se apoderaba y contaminaba el centro de la ciudad, impidiendo el paso triunfal de la procesión, a un campo ferial, gracias a la iniciativa de la Cámara de Comercio que presidía Armando Goicochea, apoyada por los directores de los centros educativos y aceptada por el Concejo Provincial. Asimismo el bosque de donde nace el agua que da vida y del cual depende el futuro de los distritos de Jaén, Huabal, Las Pirias y Bellavista, se llama “Bosque de Huamantanga”.
Muchas tradiciones se han perdido, como la bullanguera matraca, un cajón de madera con argollas de fierro, que era agitada durante la procesión. Igualmente la colocación de una niña vestida de ángel, sobre la cruz, para que derrame pétalos de flores. Pero de los ritos más significativos y que se conservan es la Ceremonia del Descendimiento, mediante la cual un grupo seleccionado de “Santos Varones”, se encargaban de bajar la imagen de la cruz de madera y luego de hincarse de rodillas frente a la Virgen Dolorosa lo transportan en brazos hasta su anda, donde recibe la adoración de miles de fieles y peregrinos venidos de todas partes del país.
El muy recordado y querido párroco Alfonso Arana Vidal, invitaba a los mozos más fornidos de las familias católicas de Jaén, para integrar la cuadrilla de Santos Varones, quienes lucían una túnica blanca. Se recuerdan a don Dagoberto Requejo, Rómulo Deza padre e hijo, Floro Obando, Lolo Vílchez, Oswaldo Montenegro y sus hijos, los hermanos Manuel y Félix Ríos; Alejandro, Ezequiel y David Linares Montenegro, y muchos más que con esmero cuidaron del Santo Patrón.
Por el año 2010 estuvieron en esta ciudad dos científicos amigos de Ulises Gamonal. Se trata del Prof. Józef Szykulski, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Wroclaw, Polonia; y el arqueólogo, paleólogo y especialista en arte religioso colonial, Dr. Enrique Bautista Quijano de la Universidad Central de Bogotá. Quienes fueron atendidos gentilmente por el párroco Humberto Tapia Díaz, en su visita a la Parroquia de Jaén.
Nuestros ilustres visitantes, al observar los santos antiguos de madera provenientes del Jaén colonial, dedujeron por sus características, que eran provenientes de Trujillo del siglo XVIII. Al examiar al Señor de Huamantanga, concluyeron que era una escultura proveniente de la Escuela Quiteña del Siglo XIX, por la técnica empleada llamada "corazón palpitante", que se observa a su costado izquierdo: un pequeño corazón rojo protegido por una luna; que da la impresión de moverse y que sólo fue usada por los escultores quiteños de esa época. Este argumento, le da la razón a nuestros abuelos, que siempre sostuvieron que a esta venerada imagen la trajeron del Ecuador al actual Jaén.
La escultura de Quito era muy apreciada a lo largo y ancho del continente; se compraban en grandes cantidades patronos de lo que hoy son Perú, Colombia, Venezuela, Chile y México, así como de Europa. En palabras del gran historiador del arte ecuatoriano José Gabriel Navarro, un hombre del siglo XX, “casi puede decirse que no hay nación en la América española en donde no se hallen cuadros, estatuas y crucifijos quiteños”. El mismo autor hace constar que, entre 1779 y 1788, salieron del puerto de Guayaquil nada menos que 264 cajas de esculturas quiteñas. Compitió en prestigio la famosa Escuela Cuzqueña, sobre todo por sus célebres pinturas de arte religioso.
La antropóloga ecuatoriana Magdalena Gallegos de Donoso, sostiene que la Escuela de Artes y Oficios de Quito fue organizada por los franciscanos en 1552. Sus esculturas del siglo XVII se distinguieron por la utilización del pan de oro. Se encuentran evidencias del aporte indígena en los retablos, marcos y esculturas ornamentadas con espejos. Asimismo usaron la “técnica del encarnado” (simulación del color de la piel del cuerpo humano). Una curiosa manifestación escultórica quiteña es la pasión de Jesús. Se hacen Cristos de Descendimiento con goznes en los brazos, tal como fue esculpido el Señor de Huamantanga. En el momento de la ceremonia del viernes santo, se retiran los clavos y los brazos caen pesadamente junto al cuerpo y empieza la Ceremonia del Descendimiento. Son estos los autos sacramentales que se repiten hasta nuestros días.
Termina la autora diciendo que su pasión por el arte colonial quiteño no sólo es un deleite estético, un interés histórico, una reflexión antropológica, sino también una profesión de fe. Lo cual compartimos plenamente.
Mención aparte lo que significó esta Feria para mi generación: La llegada de la banda de músicos era la señal inequívoca de la suspensión de clases en la Escuela 51 y toda la collera marchaba detrás de ellos hasta que se despedían de la ciudad; encabezaba la comitiva musical el espigado Manolo Marcelo, lanzando docenas de cohetes a su paso. Ni hablar de los juegos. El Chulo-Chulo o las corridas de toros en que vimos al famoso Rodolfo Rojas “El Nene”, o Paco Céspedes. El Contrato de una de las bandas de músicos era donación de mi tía Zoila Moreno y su esposo don Juanito Guerrero, como devoción que le tenían a nuestra sagrada imagen.
El Señor de Huamantanga constituye un poderoso elemento de cohesión religiosa popular, es la más genuina tradición histórica ligada a la espiritualidad, es la expresión del sincretismo cultural de nuestros pueblos que adoran hasta ahora a la naturaleza, al agua, a la tierra, a sus cerros protectores, bajo la advocación de un santo. Que su brazo nos guíe para que todos sigamos trabajando por un Jaén mejor, más humano, más limpio, más bonito, más solidario y consigamos ser lo que siempre nos dice Monseñor Santiago: “Jaén capital de la unidad”.
El Señor de Huamantanga y la Virgen del Rosario, constituyen lo más valioso de nuestro patrimonio histórico-religioso y son testigos de todo lo acontecido en la Provincia de los Bracamoros durante siglos. Oremos para que nos sigan bendiciendo y que estas tierras sigan conservando sus riquezas naturales y produciendo para el bienestar de sus hijos y los hijos de nuestros nietos.
Por: Ángel Moreno Alberca