"Si un niño ya aprendió a correr, los maestros le enseñamos a volar"
Nota de prensaMaría del Pilar López Amaro enseña a niños de 6 a 8 años desde hace más de tres décadas



Fotos: Oficina de Prensa
4 de julio de 2023 - 4:02 p. m.
- “Estoy muy orgullosa de ser maestra, y si volviera a nacer volvería a serlo”, dice
“Si un niño ya aprendió a correr, los maestros les enseñamos a volar, nos convertimos en psicólogos, padres y madres para ellos”, dice María del Pilar López Amaro, docente que ya tiene 32 años enseñando a niños de 6 a 8 años, una etapa que es la base para los aprendizajes posteriores.
María del Pïlar cuenta que entre sus antiguos alumnos hay ingenieros civiles, enfermeros, contadores y abogados que le confían la educación de sus hijos. “Ellos me dicen: Qué suerte que ahora le enseñe a mis hijos. Y para mí, es lindo saborear ese agradecimiento y saber que estoy haciendo algo útil y bueno”, comenta con estusiasmo.
Su vocación magisterial nació prácticamente en su hogar y su principal inspiración fue su madre. Ella enseñaba de ocho de la mañana a cinco de la tarde y la llevaba a su aula. María del Pilar escuchaba sus clases, veía cómo enseñaba y, cuando creció, la apoyaba en la revisión de los trabajos de los estudiantes.
Ahora, guiada por el ejemplo de su madre, como maestra implementa las mejores estrategias, prepara sus materiales educativos, evalúa el ritmo de aprendizaje de sus estudiantes y sus intereses, los deja ser, no es rígida y con dulzura corrige sus errores.
“Los niños deben aprender sin presiones. Es muy importante conocer sus niveles y ritmos, no podemos juzgarlos a todos por igual. Tenemos que conocer sus fortalezas para potencializarlas y sus debilidades para superarlas y hacer que obtengan logros”, señala la maestra del segundo grado de primaria nacida en Tarma en 1968.
María del Pilar, quien destaca el impulso que la actual gestión le ha dado al Ministerio de Educación, estudió pedagogía en el instituto Santo Domingo de Guzmán de Lima. Luego de graduarse, trabajó como maestra en los colegios San Luis, Virgen de la Merced, Horacio Patiño y finalmente fue nombrada en la I.E. Los Educadores del distrito de San Luis.
“Estoy muy orgullosa de ser maestra, y si volviera a nacer volvería a serlo, lo siento como algo que brota de mí, no me canso. Siento que el colegio es mi casa y los chicos son mis hijos. Me siento satisfecha porque soy una luchadora por mi país y considero que de nosotros, los maestros, depende el cambio”, afirma con esperanza.
María del Pïlar cuenta que entre sus antiguos alumnos hay ingenieros civiles, enfermeros, contadores y abogados que le confían la educación de sus hijos. “Ellos me dicen: Qué suerte que ahora le enseñe a mis hijos. Y para mí, es lindo saborear ese agradecimiento y saber que estoy haciendo algo útil y bueno”, comenta con estusiasmo.
Su vocación magisterial nació prácticamente en su hogar y su principal inspiración fue su madre. Ella enseñaba de ocho de la mañana a cinco de la tarde y la llevaba a su aula. María del Pilar escuchaba sus clases, veía cómo enseñaba y, cuando creció, la apoyaba en la revisión de los trabajos de los estudiantes.
Ahora, guiada por el ejemplo de su madre, como maestra implementa las mejores estrategias, prepara sus materiales educativos, evalúa el ritmo de aprendizaje de sus estudiantes y sus intereses, los deja ser, no es rígida y con dulzura corrige sus errores.
“Los niños deben aprender sin presiones. Es muy importante conocer sus niveles y ritmos, no podemos juzgarlos a todos por igual. Tenemos que conocer sus fortalezas para potencializarlas y sus debilidades para superarlas y hacer que obtengan logros”, señala la maestra del segundo grado de primaria nacida en Tarma en 1968.
María del Pilar, quien destaca el impulso que la actual gestión le ha dado al Ministerio de Educación, estudió pedagogía en el instituto Santo Domingo de Guzmán de Lima. Luego de graduarse, trabajó como maestra en los colegios San Luis, Virgen de la Merced, Horacio Patiño y finalmente fue nombrada en la I.E. Los Educadores del distrito de San Luis.
“Estoy muy orgullosa de ser maestra, y si volviera a nacer volvería a serlo, lo siento como algo que brota de mí, no me canso. Siento que el colegio es mi casa y los chicos son mis hijos. Me siento satisfecha porque soy una luchadora por mi país y considero que de nosotros, los maestros, depende el cambio”, afirma con esperanza.