Willian Tseje, el joven awanjún que cultiva vida para combatir la contaminación minera
CrónicaUsuario de programa del Midis, que ganó prestigioso premio por su proyecto para proteger el medio ambiente, destaca que Juntos fue un soporte importante en su formación.





Fotos: UCI
14 de noviembre de 2025 - 9:24 a. m.
Entre los múltiples contrastes y desafíos que caracterizan nuestra Amazonía, el joven awajún William Tseje Kantuash transformó el conocimiento de su tierra en una potente herramienta para combatir la contaminación minera. Su proyecto, reconocido con el Premio Nacional de la Juventud “Yenuri Chiguala Cruz” 2025, que otorga la Secretaría Nacional de Juventud (Senaju), lo proyecta como un líder comprometido con la protección del medio ambiente.
Willian es un técnico agropecuario de 20 años, que se formó con el apoyo de Juntos, que lo acompañó desde el 2008, año en que su familia se afilió al programa. Nacido en la remota comunidad nativa de Kuyumatak, en el distrito de El Cenepa, se convirtió en el amazonense más joven en desarrollar un fertilizante natural capaz de mitigar los efectos de la contaminación minera.
En las últimas décadas, el impacto devastador de la minería ilegal de oro en la provincia fronteriza de Condorcanqui, enclavada en la selva norte del Perú, mostró una dolorosa realidad. Bajo el manto verde de sus bosques, el polvo de mercurio se dispersa como una plaga silenciosa, contaminando ríos y erosionando los suelos de cultivo. La vida de cientos de familias indígenas se ha visto afectada, y con ello, la productividad agrícola que sostiene a sus comunidades. Frente a este panorama sombrío, el proyecto de William emergió como una verdadera luz de esperanza para propiciar el cambio que todos esperan.
Sus padres Joaquín y Chini son agricultores que dedican su vida a la siembra de yuca y plátano. Gracias al acompañamiento de Juntos, interiorizaron la importancia de la salud y educación como vehículo para salir de la pobreza.
Cuando William terminó la secundaria a los 16 años, intentó acceder sin éxito a una universidad. La falta de conectividad digital y la lejanía de su comunidad —una de las más remotas del país— jugaron en contra. Pero, no se amilanó y siguiendo los consejos del gestor local de Juntos, ingresó en el 2022 al Instituto Fe y Alegría 74, en el distrito de Nieva, para estudiar la carrera de Producción Agropecuaria.
“El gestor local siempre le aconsejaba a mi mamá que sus hijos tenían que ser profesionales. Ella fue mi mayor inspiración y Juntos un soporte muy importante. Soy el único de mis hermanos que logró estudiar una profesión; ellos no pudieron por falta de oportunidades. Ahora quiero que mi hermana menor (Ana Olivia) me siga los pasos. Lo que más quiero es ayudarlos a salir adelante”, cuenta con orgullo William.
William creció entre cultivos, semillas y palanas, por lo que su vínculo con la naturaleza estaba en su ADN. Así, en la pequeña parcela familiar hacía sus tareas escolares mientras que, junto a sus hermanos, ayudaba en las labores del campo. Allí nació su amor por las ciencias agrarias y su deseo de aportar soluciones a los problemas de su tierra.
Proyecto ganador
Willian es un técnico agropecuario de 20 años, que se formó con el apoyo de Juntos, que lo acompañó desde el 2008, año en que su familia se afilió al programa. Nacido en la remota comunidad nativa de Kuyumatak, en el distrito de El Cenepa, se convirtió en el amazonense más joven en desarrollar un fertilizante natural capaz de mitigar los efectos de la contaminación minera.
En las últimas décadas, el impacto devastador de la minería ilegal de oro en la provincia fronteriza de Condorcanqui, enclavada en la selva norte del Perú, mostró una dolorosa realidad. Bajo el manto verde de sus bosques, el polvo de mercurio se dispersa como una plaga silenciosa, contaminando ríos y erosionando los suelos de cultivo. La vida de cientos de familias indígenas se ha visto afectada, y con ello, la productividad agrícola que sostiene a sus comunidades. Frente a este panorama sombrío, el proyecto de William emergió como una verdadera luz de esperanza para propiciar el cambio que todos esperan.
Sus padres Joaquín y Chini son agricultores que dedican su vida a la siembra de yuca y plátano. Gracias al acompañamiento de Juntos, interiorizaron la importancia de la salud y educación como vehículo para salir de la pobreza.
Cuando William terminó la secundaria a los 16 años, intentó acceder sin éxito a una universidad. La falta de conectividad digital y la lejanía de su comunidad —una de las más remotas del país— jugaron en contra. Pero, no se amilanó y siguiendo los consejos del gestor local de Juntos, ingresó en el 2022 al Instituto Fe y Alegría 74, en el distrito de Nieva, para estudiar la carrera de Producción Agropecuaria.
“El gestor local siempre le aconsejaba a mi mamá que sus hijos tenían que ser profesionales. Ella fue mi mayor inspiración y Juntos un soporte muy importante. Soy el único de mis hermanos que logró estudiar una profesión; ellos no pudieron por falta de oportunidades. Ahora quiero que mi hermana menor (Ana Olivia) me siga los pasos. Lo que más quiero es ayudarlos a salir adelante”, cuenta con orgullo William.
William creció entre cultivos, semillas y palanas, por lo que su vínculo con la naturaleza estaba en su ADN. Así, en la pequeña parcela familiar hacía sus tareas escolares mientras que, junto a sus hermanos, ayudaba en las labores del campo. Allí nació su amor por las ciencias agrarias y su deseo de aportar soluciones a los problemas de su tierra.
Proyecto ganador
De esa conexión con su entorno nació su proyecto “Formulación de bioinsumos a base de cepas nativas de hongos benéficos”. El bioestimulante, de nombre comercial Bio Ikam (que significa bosque nativo), fue diseñado junto al ingeniero Gim Vílchez García, su profesor de Control Biológico. Fueron tres años de investigación, innumerables ensayos en biohuertos y una alta dosis de pasión.
“Desde niño siempre fui curioso. Me gustaba investigar, ir más allá de los libros. Cuando entré al instituto, el ingeniero Vílchez me invitó al equipo de biotecnología. Analizamos varias especies de hongos que crecen en la zona y descubrimos su potencial para recuperar suelos degradados por la minería. Así nació el proyecto del bioinsumo”, recuerda William.
Su logro fue doblemente recompensado. Además de recibir un importante reconocimiento económico, el instituto le ofreció un puesto como asistente de laboratorio, confiando en su talento y visión científica.
William Tseje Kantuash es la prueba viva de que el conocimiento local y la formación técnica pueden unirse para sembrar un futuro más justo y sostenible. Su historia reafirma el papel crucial de los jóvenes amazónicos en la construcción de un desarrollo que respete la naturaleza y dé oportunidades a todos. Con su mérito, demuestra que la educación tecnológica y la investigación aplicada pueden, transformar vidas y territorios.
“Desde niño siempre fui curioso. Me gustaba investigar, ir más allá de los libros. Cuando entré al instituto, el ingeniero Vílchez me invitó al equipo de biotecnología. Analizamos varias especies de hongos que crecen en la zona y descubrimos su potencial para recuperar suelos degradados por la minería. Así nació el proyecto del bioinsumo”, recuerda William.
Su logro fue doblemente recompensado. Además de recibir un importante reconocimiento económico, el instituto le ofreció un puesto como asistente de laboratorio, confiando en su talento y visión científica.
William Tseje Kantuash es la prueba viva de que el conocimiento local y la formación técnica pueden unirse para sembrar un futuro más justo y sostenible. Su historia reafirma el papel crucial de los jóvenes amazónicos en la construcción de un desarrollo que respete la naturaleza y dé oportunidades a todos. Con su mérito, demuestra que la educación tecnológica y la investigación aplicada pueden, transformar vidas y territorios.




