Del dolor a la repostería: la historia de resiliencia de Leslie Pérez

Crónica
A sus 25 años sufrió un grave accidente, pero el amor por su hija la impulsó a seguir adelante. Hoy tiene su propio emprendimiento y le sonríe a la vida.
usuaria emprendedora
Usuaria en feria
En feria con directora de Juntos

Fotos: UCI

Yesenia Moreno - UT Lima

7 de noviembre de 2025 - 4:31 p. m.

La vida tiene giros inesperados y eso lo sabe muy bien Leslie Lucila Pérez Cuenca, vecina del distrito limeño de Lurín y usuaria del programa Juntos del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, quien en el año 2020 sufrió un accidente de tránsito que la dejó con una lesión medular irreversible.

Tenía solo 25 años cuando el diagnóstico la obligó a adaptarse a una nueva realidad: la paraplejia. Su movilidad se redujo a una silla de ruedas, pero no así su determinación. Lejos de rendirse, Leslie convirtió ese momento de dolor en un punto de inflexión para reinventarse como mujer, madre y emprendedora.

Antes del accidente, ya mostraba una profunda vocación por la cocina. Había llevado cursos de gastronomía y acumulaba experiencia trabajando en restaurantes. Sin embargo, cuando todo parecía detenerse, Leslie encontró una nueva motivación: el nacimiento de su hija Ivannia Saraí, lo que se sumó a su creciente pasión por la repostería.

Fue en ese proceso de reconstrucción personal cuando el programa Juntos del Midis se convirtió en una pieza clave de su historia. Como titular del programa, Leslie encontró no solo un alivio económico, sino también un respaldo emocional y social que le permitió enfocarse en su rehabilitación, en el cuidado de su hija y en su idea más ambiciosa, la de emprender un negocio.

Con el acompañamiento respectivo y con los incentivos del programa social, Leslie pudo organizar su tiempo y recursos para poner en marcha, “Ivannia Saraí”, pastelería que abrió con mucha ilusión y que bautizó con el nombre de su hija, que ya había cumplido dos años.

Desde una bodega que fue acondicionada como tal en la casa de su madre, ubicada en el km 40 de la Antigua Panamericana Sur, en Lurín, Leslie comenzó a producir postres caseros que pronto captaron la atención de sus vecinos. Las ventas empezaron por WhatsApp, compartiendo fotos de sus productos, así como las ofertas y promociones. Es así que, con la ayuda constante de su familia logró establecer una pequeña red de clientes fieles.

El rol del programa Juntos del Midis no solo fue económico. Fue una puerta que le permitió seguir accediendo a salud y educación para su hija, mientras ella concentraba sus energías en crecer como emprendedora. Además, ese ingreso representó una base estable en los meses más difíciles, cuando las ventas caían casi a cero.

Con el paso del tiempo y el esfuerzo constante, Leslie logró generar mejores ingresos, aunque reconoce que hay temporadas en las que las ventas bajan. Aun así, sigue firme. Cuenta con el apoyo incondicional de su madre Hilda, su padre José Luis, su hermana Massiel, y un taxista de confianza que la moviliza a ferias y eventos, permitiéndole recuperar parte de su independencia.

Hoy, Leslie no solo prepara dulces: cocina a fuego lento su futuro. Su objetivo es claro: tener un local propio donde pueda atender a más personas, expandir su catálogo de postres y, sobre todo, demostrarle a su hija que los sueños pueden alcanzarse, incluso cuando la vida da un giro inesperado.

En su historia se entrelazan el dolor, la resiliencia y la gratitud. Porque Leslie sabe que el apoyo del programa Juntos del Midis fue la chispa que encendió el horno de sus sueños. Tres años después, sigue amasando esperanza, horneando postres memorables y construyendo, con cada receta, una historia que inspira.