La hermana Carlota y su labor de evangelización que cambia vidas en el penal Miguel Castro Castro

A lo largo de los años, las personas recluidas en los centros penitenciarios han sido y son marginadas y excluidas por la sociedad, según el delito cometido, pero detrás todo ello se desconoce las situaciones difíciles o duras que han tenido que pasar muchos privados de libertad a causa de abusos, maltratos, abandonos y la falta de oportunidades, que los arrojaron o condicionaron a tomar el camino equivocado.

Es una realidad común en el establecimiento penitenciario como es el caso del EP Castro Castro, donde soy testigo y creyente del verdadero arrepentimiento de internos, cuenta la hermana Carlota Calle de la congregación de “Las hermanas misioneras de la sociedad de María de la Diócesis de Chosica”, quien viene realizando acciones de evangelización que promueven la convivencia pacífica de la población penal.

Como parte de su labor altruista desde la Capellanía del EP Castro Castro, hace 8 años la religiosa desarrolla diversas actividades que abarcan el área espiritual, social, laboral y salud, mediante el apoyo gratuito de medicinas para pacientes con tuberculosis y donación de “alimentos refuerzos” (desayunos nutritivos) a internos vulnerables, enfermos, adultos mayores, sin familias y de escasos recursos económicos.

Su trabajo ha permitido que, a través del arrepentimiento basado en la fe a Dios, los privados de libertad reflexionen sobre su accionar y cambien el concepto errado que tienen de la vida, concientizándolos a mejorar sus comportamientos y actuar dentro de lo correcto, muchos ellos ahora son misioneros y ayudan a que más compañeros se sumen a esta noble labor de recuperar personas.

"Si queremos cambiar la sociedad, debemos cambiar primero y aprender a no condenar a los demás", nos dice Carlota. “No pidamos lo que no damos, porque a veces somos tan crueles con los internos cuando no le hemos dado educación, salud, vivienda y los condenamos”, agrega.


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