El arte como terapia penitenciaria en el penal de Chiclayo
Nota de prensaTres músicos internos han formado el grupo conocido como los “Arquitectos de la melodía”.




12 de abril de 2021 - 3:00 p. m.
NOTA DE PRENSA Nº 395-2021-INPE
La disciplina artística es el camino más seguro para sensibilizar el espíritu del ser humano ofreciéndole alternativas y oportunidades, sobre todo cuando se encuentra privado de libertad. Por ello, para el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) es parte prioritaria en su política de rehabilitación y/o resocialización.
La disciplina artística es el camino más seguro para sensibilizar el espíritu del ser humano ofreciéndole alternativas y oportunidades, sobre todo cuando se encuentra privado de libertad. Por ello, para el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) es parte prioritaria en su política de rehabilitación y/o resocialización.
Como en todas las artes, la música se convierte en un medio liberador de la creatividad interior que se manifiesta mucho más en las personas que se encuentran recluidas, como una forma de catarsis a las presiones y el estrés permanente.
Una muestra de ello, son los testimonios de tres músicos internos del Establecimiento Penitenciario de Chiclayo, quienes han formado un grupo conocido como los “Arquitectos de la melodía”, como un proyecto artístico con planes futuros.
José Luis Requejo Yamunaqué (36) “La verdad es que la música me hace libre. Cada vez que me inspiró, escribo y canto parece que no estuviera encerrado, me levanta el ánimo, hace volar mi imaginación, es como una terapia que alegra mi vida y mi corazón.
Mi proyecto de vida es la música. Soy compositor y cantante. Al salir quiero dedicarme por completo a mi talento. Muchas personas me están animando. Desde niño cada vez que miraba algo que me llamara la atención lo convertía en un tema y en mi oído sentía la melodía o canción que manifestara lo que estaba viviendo. Ahora conozco el valor del trabajo con el arte”.
Luis Christopher Santacruz Pastor (32) “Cuando toco mi guitarra las horas vuelan. Es un instrumento que me da fuerzas para seguir adelante. Me pongo a cantar y me da ánimos. Esto me apasiona. Nosotros cantamos en el patio. La gente nos escucha y nos contratan para alegrarles la vida. Durante la pandemia con las restricciones de las visitas, algunos amigos del penal nos buscaban para cantar a través del teléfono que hay en el patio una canción dedicada a su mamá. Otros para cantar las mañanitas en el día de su cumpleaños o una balada romántica por el aniversario de una pareja. Me siento feliz cuando mis compañeros se emocionan y cada vez que lo hacemos me da mucha alegría.
Deseo salir a trabajar y tener la oportunidad de estudiar música como carrera. Quiero tener un grupo. Voy a esperar a José y a Daniel para formar nuevamente el trio y ser reconocidos en el Perú”.
José Daniel Lozano Rojas (29) “Hace tres años y medio ingresé a este lugar, pensando que para mí todo había terminado, que mi vida estaba destruida. Pero en mi pabellón conocí unos compañeros que se dedicaban a la música, lo conversamos, hicimos algunos ensayos muy bonitos y decidimos agruparnos para componer e interpretar canciones, utilizando el tiempo en algo positivo.
Lo que más extraño son los momentos con la familia, el aire puro de libertad que en la calle y con el diario vivir no lo valoramos.
Voy a trabajar para comprar nuestros instrumentos y continuar con este proyecto que hemos logrado en el penal”.
Como dijera Deepak Chopra: “En toda semilla está la promesa de miles de bosques.