Creando melodías con las niñas y niños del Inabif

Nota de prensa
Perfiles. Testimonio de Eliana Cabello Rodríguez, docente en arte especial y voluntaria en Inabif.
d
dd
ddd
dddd
ddddd

Fotos: Sub Unidad de Comunicación e Imagen

Sub Unidad de Comunicación e Imagen

29 de enero de 2024 - 10:58 a. m.

Desde hace tres décadas, Eliana Cabello Rodríguez trabaja con mucha pasión en la formación musical de jóvenes con discapacidad en diversas organizaciones. Como parte de esta trayectoria, hace dos años llegó al Inabif gracias a una convocatoria para dirigir a la banda de música que está integrada por adolescentes y jóvenes con discapacidad, residentes en diversos Centros de Acogida Residencial (CAR) de esta institución. 

Su pasión por la música y vocación solidaria la llevaron también a sumarse como voluntaria para enseñar música a las niñas y niños, entre 4 a 5 años, del CAR Divino Jesús, cuyo perfil es de personas con discapacidad.

“A la directora de este centro le propuse formar un quinteto musical y le agradó la idea. Y aunque nunca faltan compromisos, me doy siempre un tiempo para venir a este centro que alberga a niños talentosos y con grandes cualidades para la música”, refiere.

Eliana dice estar agradecida por ser parte de la vida de las/os residentes y que tenga la oportunidad de contribuir al descubrimiento de talentos, además de demostrar que la música es un gran medio para desarrollar la parte cognitiva, social y emocional de las personas. 

Su entusiasmo es compartido también por un grupo de generosas amigas voluntarias que, contagiadas por su motivación, han donado varios instrumentos pequeños como tamborcitos y platillos. “Gracias a ello, los niños y niñas han aprendido a tocar el cajón y entusiasmarse con cada sonido y repique que crean con la fuerza de sus manos”, expresa.

En octubre pasado, el quinteto infantil que formó se robó los aplausos del público con su interpretación de la “Marcha turca” de Beethoven, popularizada también como la canción de El Chavo del 8, durante su participación en el XIV Concierto del Inabif “Ritmos de Esperanza”. 

“Ese día ocurrió una anécdota olvidable; resulta que, de acuerdo a las bases de la competencia, yo no podía estar cerca de los niños, entonces que uno de los menores que tocaba cajón comenzó a dirigirlos. Lo hizo igualito que yo, imitaba mis palabras y gestos, y dirigió así a sus compañeros. Fue algo bonito, espontaneo y graciosísimo”, recuerda.

Ver que a sus alumnas/os les prodiga dedicación de una madre y paciencia venerable, uno puede deducir que su voluntariado va más allá de lo coyuntural, que es una especie de compromiso de vida con las personas con discapacidad en donde solo importa motivar los corazones para crear lindas melodías capaces de transformar el mundo. 

“Basta que nos salga una copla, que se sientan los primeros compases de una canción para saber que nuestro voluntariado tiene sentido, que nuestro tiempo y conocimiento no sirven de nada si no somos capaces de compartirlo”, dice.