In Memoriam a Miguel Ángel Ñiquen Carranza

Nota Informativa

21 de julio de 2021 - 5:28 p. m.

Biólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, investigador del Instituto del Mar del Perú desde 1980, cuando se inició en el Área de Monitoraje de Anchoveta. Llegó a ocupar el cargo de Director de la Dirección General de Investigaciones de Recursos Pelágicos por más de diez años. Para todos los imarpinos, “Miguelito” como todos lo conocíamos, deja un gran pesar y un vacío irreemplazable, por sus dotes de gente y de científico.
 
Como investigador, tuvo una amplia trayectoria, habiendo participado como autor o coautor en la producción de más de cuarenta publicaciones científicas nacionales e internacionales, e innumerables informes técnicos internos sobre la situación de los principales recursos pelágicos del Perú. Coautor de una de las publicaciones científicas más notables sobre la dinámica interdecadal del mar peruano. Participó en diversas reuniones científicas en representación del país, por lo cual tiene reconocimiento internacional. Durante más de cuarenta años, estudió la biología y pesquería de la anchoveta, la sardina, el jurel la caballa, y últimamente el perico y la vinciguerria, convirtiéndose en el investigador con el mayor conocimiento y el más destacado en el estudio de estas especies pelágicas de gran importancia en nuestro ecosistema marino y en la economía del país. 

Era de ese tipo de científicos que pudo ser capaz de construir un modelo mental de la población de anchoveta y no requería de sofisticados modelos matemáticos para pronosticar con certeza el estado de la población de este recurso. Siempre encontraba el camino más simple para la solución de los problemas del día a día. Su gran espíritu de indagación, capacidad de análisis y sentido crítico, le permitieron encontrar respuestas simples a preguntas  complejas. 

Como persona era especial, su sensibilidad y calidad humana, sus bromas, su alegría, su espíritu a veces casi infantil y de ayuda hacia los demás, y sobre todo su capacidad de liderazgo, que lo ejercía con el ejemplo. Era el primero en llegar a la oficina con su famosa bolsa de pan calientito y el último en irse. El más entusiasta, tanto en el trabajo como en las actividades extracurriculares, principalmente las deportivas, en las que también destacó. Siempre impulsando a los colegas, especialmente a los jóvenes, a seguir capacitándose y apostando por el instituto y el mar peruano.  Sus pupilos nunca olvidarán sus dichos, al encargarle las tareas: ¡Siéntete orgulloso, por eso te la asigno!, o si no: ¡Es facilito, sólo cinco minutitos!

Ahora le tocó partir, aunque un poco temprano, mientras había comenzado una indagación sobre la estructura de la parte oceánica del ecosistema del mar peruano. Lamentablemente, partió llevándose muchos secretos que había descubierto en su actividad científica. Deja un legado muy grande, y una huella muy profunda grabada en esta su segunda casa que es el Imarpe. ¡Su ejemplo nos acompañará en cada una de nuestras acciones y la mejor forma de honrar su memoria, es seguir trabajando con mucho ímpetu por el Imarpe y por nuestro país! Tal como lo hizo y siempre lo repitió ¡PERMANECEREMOS SIEMPRE UNIDOS!
 
¡Hasta siempre Miguelito, descansa en paz!