Lahares: los huaicos volcánicos, por el MSc Nino Puma

Nota Informativa
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29 de enero de 2019 - 12:44 p. m.

Escribe el MSc Nino Puma, investigador científico del IGP. Uno de los principales peligros volcánicos que ocurre en temporada de lluvias son los lahares, también conocidos como “huaicos volcánicos”. Lahar es un término indonesio que describe la mezcla de agua de lluvias o de deshielos y los productos expulsados por los volcanes, principalmente la ceniza. No se necesita que un volcán esté activo o en proceso eruptivo para que este fenómeno se produzca. El poder destructivo de los lahares ha generado grandes tragedias en el mundo, como la ocurrida en el volcán Nevado del Ruiz (Colombia) en 1985, donde ocasionaron la muerte de aproximadamente 23000 personas y cuantiosos daños materiales. En el Perú, varios volcanes reúnen las condiciones para generar lahares, entre ellos el volcán Misti. Muchos recordarán lo ocurrido en 2013, cuando flujos importantes descendieron por el flanco suroeste del volcán y destruyeron la Av. Venezuela y el mercado El Palomar. Otro de estos eventos se produjo al norte del volcán Sabancaya en la década de 1990, en la quebrada que desciende hacia el pueblo de Pinchollo, poniendo en riesgo el canal del proyecto Majes. Recientemente, el 24 de enero de 2019, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) reportó el descenso de un lahar por la quebrada Volcanmayo que dejó incomunicado al pueblo de Ubinas. ¿Puede monitorearse estos eventos y alertarlos para evitar la destrucción y muerte que producen a su paso? Sí, y el IGP lo viene realizando gracias a las redes sísmicas de monitoreo instaladas en los 8 volcanes principales del país que transmiten ininterrumpidamente la información en tiempo real. La red de sismómetros puede detectar cualquier vibración que se produzca en la zona del volcán, pero ¿cómo se logra discriminar los sismos propios del volcán con aquellos generados por los lahares? Ello es posible debido a la alta sensibilidad de los sismómetros y, principalmente, a la frecuencia de vibración del suelo, es decir, las veces que se mueve el suelo en un segundo. La señal de los sismos producidos por la actividad propia del volcán, al generarse a grandes profundidades, es detectada con frecuencias menores, mientras que la señal de los lahares, al ser estos superficiales, es detectada con frecuencias de vibración mayores. El IGP, como entidad rectora del monitoreo volcánico y sus peligros asociados, emite alertas por lahares en las que detalla la velocidad y dirección del flujo, con las respectivas recomendaciones para las autoridades y población. Habitar las quebradas y cauces de ríos es exponer la vida e ignorar que estos se formaron debido a que alguna vez grandes flujos descendieron por sus cauces. Hay que tener en cuenta lo siguiente: si ocurrieron en el pasado, volverán a ocurrir en el futuro. Columna publicada en el diario Correo Arequipa, el 29 de enero de 2019.