Columna de Opinión: Pasión por la vulcanología

Nota Informativa
Por: Jean Pierre Llerena Madariaga, vulcanólogo del IGP

Fotos: IGP

Unidad funcional de Comunicaciones

23 de agosto de 2022 - 11:22 a. m.

“Cuando estudiaba en la primaria, la profesora nos pidió que dibujemos un volcán, luego ella hizo otro en la pizarra con tizas de colores y nos fue explicando cómo era por dentro. Fue ahí donde me apasione por los volcanes”. Y es que las personas que nos dedicamos al estudio de los volcanes y su monitoreo, tenemos sed por el conocimiento que puede ser tan irresistible como arriesgado.

A los vulcanólogos nos ayuda la pasión por nuestro trabajo, el deseo de siempre investigar y, sobre todo, disfrutar de la divulgación de nueva información científicamente corroborada.

Somos aquellos que debemos estar al pie del volcán hasta el último momento, los que cuidamos a la población de una furia que es capaz de arrasarlos en cuestión de segundos. Asimismo, somos los responsables indiscutibles de la vigilancia y la alerta volcánica y siempre estamos pendientes de pronosticar las erupciones mediante nuestras redes de vigilancias con distintas técnicas como geodésicas, sísmicas y geoquímicas, registrando en tiempo real el movimiento del volcán como su fracturación, deformación y emisión de gases y fluidos volcánicos.

También, realizamos los estudios y mapas de los peligros asociados a la actividad volcánica, analizando minuciosamente lo que “se oye, se huele y se ve”; podemos oír las explosiones de un volcán, su rugido y la caída de las “bombas”, observando como salen las fumarolas y oler el azufre del magma. Toda esta experiencia nos emociona y nos da miedo a la vez como una dosis muy cargada de adrenalina que corre por nuestras venas.

Somos personas muy conscientes de estos riesgos, por lo que, todo vulcanólogo es muy prudente en su forma de hablar y de actuar, tenemos la capacidad de ingresar a zonas excluidas siempre con el equipo de seguridad adecuado y los materiales necesarios, nunca nos acercamos a un volcán en pleno proceso eruptivo si no hay una real necesidad de hacerlo.

En este camino de riesgos y pasión, nunca cambiaría mi profesión de ser vulcanólogo -geoquímico en el Instituto Geofísico del Perú (IGP), donde tengo la oportunidad de servir, investigar y cuidar, desde el frente geoquímico, a nuestra población para así seguir fortaleciendo nuestro lema “Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar”.