Columna de Opinión: ¿Sismos en el valle del Colca?
Nota Informativa
Fotos: IGP
29 de marzo de 2022 - 10:54 a. m.
Todos sabemos que somos un país altamente sísmico y, por lo tanto, todos los peruanos en algún momento de nuestra existencia hemos experimentado los sacudimientos del suelo producto de la ocurrencia de sismos. En este escenario, la región Arequipa es dinámicamente muy activa, ya que no solo es afectada por los sismos que ocurren frente a sus costas, sino, también por procesos eruptivos, lluvias y todos sus efectos asociados.
En la zona andina de esta región, sobresale el Cañón del Colca, zona totalmente turística y orgullo de los arequipeños. Pero si hacemos un análisis realista, tendríamos que decir que el Cañón del Colca, las terrazas, las aguas termales y cordilleras, todas ellas se han formado por la ocurrencia de lluvias, erupciones volcánicas y sismos; es decir, si estos procesos no ocurrieran, no se tendría en superficie todo aquello que nos llena de orgullo.
En el caso de los sismos, paralelo al río Colca y entre las localidades de Huambo y Maca, pasando por Chivay e Ichupampa, existe un gran número de fallas tectónicas formadas por el fracturamiento de la corteza debido a la acumulación de esfuerzos que hacen que la cordillera continúe su levantamiento a razón de 4 mm por año.
Cada vez que uno de estos ramales acumula esfuerzo y deformación, inmediatamente libera la energía en forma de ondas de calor y sísmicas, estas últimas al legar a superficie sacuden los suelos con mucha intensidad. Considerando que las áreas urbanas están cerca de estas fallas y que los sismos ocurren a profundidades menores a 20 km, siempre los sacudimientos del suelo producto de la ocurrencia de sismos han causado el colapso total o parcial de viviendas precarias y de adobe; además, de deslizamientos de tierra y piedras, sumándose los procesos de licuación de suelos en las carreteras.
Asimismo, cada vez que ocurre un sismo es fácil ser testigo de toda la transformación de la superficie del suelo, primer indicativo de la dinámica de la Tierra y confirmación que aún está viva. Si la cordillera sigue deformándose, seguiremos siendo testigos de la ocurrencia de sismos de variada magnitud y los daños en las áreas urbanas, quizás se incremente a futuro por el solo hecho que ellas van creciendo, ocupando suelos que muchas veces no son tan compactos o siguen conservando viviendas construidas de manera artesanal.
Es importante que en pleno siglo XXI comprendamos que la naturaleza viva es la que nos provee de agua y los suelos donde sembramos nuestros productos y se alimenta al ganado. Por lo tanto, debemos aprender a convivir con la naturaleza, porque ella también nos traerá sismos, erupciones volcánicas, lluvias extremas y todos sus efectos asociados. En el Instituto Geofísico del Perú (IGP) seguimos haciendo ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.