Columna de Opinión: Venus y el futuro de la Tierra
Nota Informativa
Fotos: IGP
8 de marzo de 2022 - 3:01 p. m.
Durante los amaneceres de este mes, antes de la salida del Sol, nuestro cielo estará embellecido por el planeta Venus ¿Cómo lo podremos reconocer? Será muy fácil. Podrá verse como una “estrella” muy brillante de color blanco. Es importante mencionar que, dado su fuerte brillo, algunos hasta podrían confundir este lucero brillante, a primera impresión, con un avión. Pero, no es así, el origen del inconfundible brillo de Venus en nuestros cielos es gracias a su cubierta de nubes que reflejan intensamente la luz del Sol.
Dicho planeta posee características peculiares. Por ejemplo, la duración del día venusiano es mayor que la duración de su “año”. La duración de su día es veinte días más larga que su año. A modo de comparación, es como si nuestro día terrestre, en vez de durar 24 horas, durara más de un año. Así de lento tendría que ser nuestro día para ser semejante a Venus.
Otro detalle peculiar de dicho planeta es que, si lo pudiéramos colocar lado a lado a la Tierra, para poder comparar su rotación, notaríamos inmediatamente que ambos giran diferente. Efectivamente, si vemos desde el polo norte, observaríamos que la Tierra gira en sentido antihorario y Venus en sentido horario. Es decir, gira al revés, comparado con nuestro planeta.
Por otro lado, existen características con las cuales nuestro planeta es similar a Venus: ambos poseen tamaño y masa aproximadamente iguales.
Pero, existe una característica fundamental con la cual nosotros no quisiéramos parecernos a dicho planeta: Venus posee un efecto invernadero a escala global.
Dado que Venus representaba a la diosa de la belleza en la antigüedad, podríamos pensar que las características físicas de la atmósfera y superficie del planeta serían las de un paraíso perdido de origen planetario. Nada más lejos de la realidad: Las nubes de su atmósfera están compuestas en su mayor parte por gotas de ácido sulfúrico.
En estos precisos momentos, Venus atraviesa un cruel efecto invernadero que provoca la presencia de muy altas temperaturas sobre su superficie. Tan altas que pueden fundir el plomo ¿A qué se debe? A la presencia del gas de dióxido de carbono en su atmósfera. Recordemos que la concentración de dicho gas en la atmósfera terrestre está aumentando.
Así, más allá de la belleza propia de un lucero matutino en estos amaneceres, el planeta Venus es un cruel recordatorio del posible final que puede tener nuestro planeta. Un destino final que puede cambiarse, no solo con políticas de estado, sino también con la educación científica de la humanidad, teniendo presente que el estudio de otros astros puede ser una forma de entender y quizás prevenir un desastre venidero sobre nuestro planeta. IGP: Ciencia para protegernos, Ciencia para avanzar.