COVID-19 y su comportamiento en el medio ambiente
Nota Informativa
Fotos: IGP
15 de junio de 2020 - 5:36 p. m.
Por: José Luis Flores, investigador científico del IGP.
El principio básico de la epidemiología es que la propagación de una enfermedad infecciosa no es un evento aleatorio. Cada individuo en una población tiene un conjunto único de características y niveles de exposición (factores de riesgo) que determina su probabilidad de contraer la enfermedad. Los componentes claves son huésped, agente y medio ambiente, cuya interacción controla las condiciones para la transmisión de enfermedades infecciosas. Los cambios en cualquiera de estos alteran esta probabilidad de expansión.
El patógeno viral SARS-Cov2 causante de la enfermedad COVID-19, identificado por primera vez en China en 2019, a junio del 2020 ha reportado 7.6 millones de infectados y 426 919 muertes en todo el mundo. En el Perú, según el Ministerio de Salud, se han reportados más de 220 749 infectados y 6 309 muertes. Las condiciones medioambientales en que se desarrolla la transmisión del SARS-Cov2 son fundamentales para entender la propagación del virus.
Basándose en datos epidemiológicos obtenidos de la región del Tíbet en China; Bolivia, cuya tercera parte de su territorio se encuentra en regiones de gran altura; y Ecuador, cuya mitad de su población reside también en regiones de mayor altitud, el departamento de Medicina de la Universidad de Quebec (Canadá) hizo un estudio cuyos resultados muestran una clara disminución del impacto de la infección del SARS-Cov2 en regiones sobre los 3 000 metros de altura. Las razones podrían estar relacionadas con factores medioambientales y fisiológicos.
Se especula que el ambiente de regiones de grandes altitudes está caracterizado por cambios drásticos de temperatura entre el día y la noche, y poca humedad en el aire, que hace que el tamaño de la inoculación del virus sea menor que a nivel del mar; además de los altos valores de radiación ultravioleta (UV). Un reciente estudio del Centro Nacional de Análisis y Contramedidas de Biodefensa del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, demuestra que la radiación UVB (280-315 nm) presente en la radiación solar natural desactiva rápidamente el SARS-Cov2 sobre superficies inertes. Sin embargo, es importante resaltar que los niveles de radiación UVB necesarios para desactivar el virus SARS-Cov2 dependen mucho de las condiciones atmosféricas locales, como la concentración de aerosoles y la nubosidad que modifican la intensidad de la radiación solar a nivel de superficie. También se ha verificado que la ruta de transmisión aérea a través de aerosoles expulsados en la respiración humana, es altamente virulenta y representa la ruta dominante para la transmisión de la enfermedad.
En este contexto, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) viene implementando metodologías y estrategias para evaluar el impacto de las variables atmosféricas más relevantes en las tasas de infección, recuperación y mortandad en las provincias de la región central del Perú (Junín y Lima), usando modelos epidemiológicos compartimentales que permiten pronosticar la propagación del COVID-19, con el objetivo de contribuir a la mitigación del riesgo de contagios en dichas regiones. Estos resultados permitirán evaluar la posibilidad de desarrollar un Sistema de Alerta de Riesgo de Contagio del COVID-19 (SARCovid19) utilizando variables atmosféricas generadas por el modelo numérico atmosférico WRF. En el IGP seguimos haciendo ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.
(Columna publicada en Diario Correo)