Columna de opinión | ¿Los volcanes peruanos avisan su despertar?

Nota Informativa
Por Riky Centeno, investigador científico del IGP.
Columna de opinión | ¿Los volcanes peruanos avisan su despertar?  1

Fotos: IGP

Unidad Funcional de Comunicaciones

19 de diciembre de 2025 - 10:00 a. m.

La respuesta es contundente: sí, los volcanes avisan. Pero descifrar su lenguaje exige años de paciente observación, tecnología sofisticada, datos confiables y rigor científico inquebrantable para generar información con valor público. El Instituto Geofísico del Perú ha logrado traducir este código ancestral en dos colosos del sur peruano: el Ubinas y el Sabancaya.

En febrero de 2013, el Sabancaya rompió 15 años de silencio con la ocurrencia de cuatro sismos de magnitud superior a M4.5 en apenas 24 horas. Fue su primera declaración. Durante los siguientes tres años y ocho meses, el volcán continuó comunicándose: enjambres sísmicos en fallas tectónicas alejadas de la estructura volcánica, nuevos campos fumarólicos apareciendo a más de un kilómetro del cráter, y emisiones crecientes de dióxido de azufre que caracterizaron la transición hacia la erupción. El IGP escuchó cada señal. Cuando finalmente, el 6 de noviembre de 2016 a las 8:40 de la noche, ocurrió la primera explosión magmática, las autoridades y comunidades ya estaban preparadas. El Sabancaya había dado más de tres años de avisos sistemáticos.

El Ubinas, por su parte, ha mostrado un patrón de comportamiento diferente pero igualmente reconocible. Sus crisis de 2006-2009 dejaron valiosas lecciones sobre los patrones de actividad explosiva. Las posteriores erupciones de 2013-2017, 2019 y 2023 confirmaron esta predictibilidad: cambios en la sismicidad volcanotectónica y de largo período, deformación del edificio volcánico, incremento en las emisiones de gases y anomalías térmicas crecientes preceden sistemáticamente a sus explosiones. El monitoreo multiparamétrico instalado por el IGP permitió anticipar cada fase de actividad, reduciendo drásticamente el riesgo para las comunidades en sus alrededores.

La clave está en la integración de datos. Un sismómetro registra el pulso interno del volcán. Las estaciones GPS detectan milimétricos movimientos del suelo que revelan el ascenso de magma. Los sensores DOAS miden gases invisibles al ojo humano pero delatores de procesos profundos. Las cámaras térmicas identifican cambios de temperatura. Los satélites vigilan desde el espacio. Cada instrumento aporta una pieza del rompecabezas.

Hoy, el Sabancaya mantiene una erupción continua iniciada el 6 de noviembre de 2016, convertida en uno de los episodios eruptivos más prolongados de la historia volcánica peruana reciente. Cada explosión, cada centímetro de crecimiento del domo de lava, cada variación en las emisiones de gases es documentado en tiempo real. Este conocimiento acumulado no solo protege vidas en el presente, sino que construye la base para comprender mejor el comportamiento futuro de nuestros volcanes andinos.

La experiencia peruana demuestra que los volcanes sí avisan su despertar. Pero solo quien sabe escuchar puede descifrar sus mensajes. El monitoreo volcánico continuo, la investigación científica rigurosa y la comunicación efectiva con las comunidades son la única receta comprobada para convivir con estos colosos de fuego. Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.