Columna de opinión | Sabancaya: nueve años de una erupción que sigue escribiendo historia
Nota InformativaPor Katherine Vargas, investigadora científica del IGP.

Fotos: IGP
16 de diciembre de 2025 - 11:00 a. m.
El Sabancaya es uno de los grandes regalos naturales de Arequipa. Custodiado por dos colosos —el Ampato, al sur, célebre por la momia Juanita, y el imponente Hualca Hualca, al norte— destaca por ser el más joven de esta alineación volcánica. Mientras esos gigantes están extintos, el Sabancaya permanece activo y hace honor a su nombre en quechua, “lengua de fuego”. Aunque su historia eruptiva se remonta a unos 10 mil años, en términos geológicos sigue siendo un volcán joven con mucho por revelarnos.
Hoy es el único volcán en erupción en el Perú. El Instituto Geofísico del Perú (IGP), su “médico de cabecera”, lo mantiene en alerta naranja porque su actividad continuará. El 6 de noviembre cumplió nueve años de erupción ininterrumpida. A diferencia del Ubinas, cuyos ciclos duran entre uno y cuatro años, el Sabancaya prefiere procesos prolongados: ya supera las 94 mil explosiones registradas, una muestra de la energía que aún conserva.
Su erupción es de tipo vulcaniana, es decir, explosiva. El magma, rico en sílice, es tan viscoso como una mazamorra espesa. Al ascender, se endurece y forma un “tapón”; cuando llega un nuevo pulso de magma, la presión rompe esa obstrucción y produce una explosión que pulveriza el material, dando origen a la ceniza que observamos. No obstante, su comportamiento no siempre ha sido el mismo: en el pasado también emitió flujos de lava, claramente visibles en imágenes satelitales.
El Sabancaya posee además un reservorio magmático profundo, a unos 13 km, que alimenta otro más superficial. Lo singular es que este reservorio profundo se ubica bajo el Hualca Hualca, generando presión que deforma la zona y que, durante el proceso eruptivo, puede activar fallas geológicas capaces de producir sismos.
Es también uno de los volcanes más vigilados del país. El IGP monitorea su sismicidad, deformación, gases y temperatura, y emplea cámaras en tiempo real, drones e imágenes satelitales. Gracias a este monitoreo permanente, el IGP pudo anticipar la erupción con tres años de anticipación, una información clave para proteger a las comunidades cercanas. Nuestros reportes, boletines, mapas de peligros y cámaras en vivo están disponibles en nuestras plataformas oficiales.
Durante estos nueve años, el Sabancaya ha fortalecido el conocimiento científico sobre los volcanes peruanos. Y el IGP lo sigue vigilando minuto a minuto, porque nuestra misión es hacer ciencia para protegernos y ciencia para avanzar.