Columna de opinión | Ecos del interior del volcán, un lenguaje oculto

Nota Informativa
Por Yovana Alvarez, vulcanóloga del IGP.
Columna de opinión | Ecos del interior del volcán, un lenguaje oculto 1

Fotos: IGP

Unidad Funcional de Comunicaciones

29 de octubre de 2025 - 4:00 p. m.

En la ciencia, como en la vida cotidiana, el ruido generado por diferentes fuentes debe evitarse. Sin embargo, en los últimos años, ese ruido aparentemente intrascendente ha revelado tener un valor insospechado: en el caso de la ciencia, una ventana hacia las profundidades de la Tierra. Lo que antes era un obstáculo en los estudios sísmicos, hoy se ha convertido en una herramienta valiosa para entender el comportamiento y la estructura interna de los volcanes.

El llamado ruido sísmico no es más que un murmullo constante del planeta: pequeñas vibraciones de la superficie terrestre, imperceptibles para nosotros, pero detectables por los sensores sísmicos. Su origen puede estar en el oleaje del mar, el viento, el tráfico o incluso las actividades humanas. Al registrarse de manera continua, ese “ruido de fondo” permite a los científicos observar cambios sutiles en la estructura interna del subsuelo, ofreciendo pistas sobre lo que ocurre bajo nuestros pies.

Gracias al análisis de estas señales, hoy es posible identificar la presencia de cámaras magmáticas, sistemas hidrotermales y fracturas internas, piezas esenciales para comprender el comportamiento de un volcán activo. Esta metodología, moderna y no invasiva, abre un nuevo horizonte para la vigilancia volcánica, al permitir seguir la evolución de los procesos internos sin necesidad de esperar grandes erupciones.

El Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha iniciado la aplicación de esta técnica en el volcán Sabancaya, activo desde 2016. Los primeros resultados han puesto en evidencia un sistema hidrotermal y áreas conectadas con la cámara magmática, distribuidas a distintas profundidades, aportando información inédita sobre la dinámica del coloso arequipeño.

Este avance científico no solo fortalece la investigación geofísica nacional, sino que refuerza el compromiso del IGP con la gestión del riesgo de desastres. Ampliar la red de estaciones y continuar con el monitoreo del ruido sísmico permitirá obtener modelos más precisos para el pronóstico y la prevención.

En tiempos en que la naturaleza parece recordarnos su fuerza, escuchar sus sonidos —incluso los más débiles— se vuelve esencial. El ruido, aquel que antes despreciábamos, hoy tiene algo que decirnos. Y al aprender a interpretarlo, descubrimos que en su aparente caos late la información que puede ayudarnos a proteger vidas. Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.

Esta noticia pertenece al compendio Columna de Opinión