Columna de opinión | El Misti: historia eruptiva y lecciones pendientes

Nota Informativa
Por: Bárbara Cuadros, experta en GRD del IGP
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Fotos: IGP

Unidad Funcional de Comunicaciones

22 de octubre de 2025 - 2:24 p. m.


Arequipa vive al pie de su volcán más emblemático: el Misti. Un símbolo de identidad, orgullo y belleza natural, pero también un recordatorio permanente de que la naturaleza no solo inspira, sino que advierte. Distritos tradicionales como Chiguata, Paucarpata, Miraflores, Alto Selva Alegre y Mariano Melgar, con su diversidad cultural y económica, comparten un mismo escenario: el de habitar en zonas que históricamente han sido afectadas por antiguas erupciones de este coloso volcánico.


Durante años, el crecimiento urbano de la ciudad de Arequipa ha avanzado sin una planificación que considere los riesgos volcánicos. Se ha construido sobre laderas y quebradas, sin pensar que, en caso de una eventual reactivación del Misti, los diferentes procesos que desarrollaría podría afectar la vida de miles de personas y sus bienes. Aunque hoy en día el Misti se mantiene en calma, su historia nos recuerda que es un volcán activo, que puede reactivarse.


El Instituto Geofísico del Perú (IGP), cumple una labor silenciosa pero vital: estudio del comportamiento dinámico de los volcanes, identificar las zonas de mayor exposición al peligro volcánico y mapear los peligros, generando conocimiento científico para la gestión del riesgo de desastres. Los estudios no solo revelan la magnitud del peligro, sino que también ofrecen a las autoridades herramientas concretas para la toma de decisiones oportunas, para planificar, prevenir y proteger.


Pero surge una pregunta ¿por qué seguimos culpando a la naturaleza de los desastres y las tragedias, cuando somos nosotros quienes ignoramos sus advertencias? La respuesta parece ser clara. Somos una sociedad reactiva ante cualquier fenómeno natural, en la cual la prevención no forma parte de nuestra cultura, pese a que la protección de la vida humana es el fin supremo del Estado. Esta falta de comprensión sobre la gestión del riesgo y todos los elementos que conlleva, debilita nuestra gobernanza y perpetúa la vulnerabilidad de nuestra ciudad.


Articular la ciencia con la gestión pública no es una opción, es una necesidad. Solo así podremos transformar el conocimiento técnico científico en políticas públicas efectivas y en acciones concretas de desarrollo territorial. Identificar las zonas expuestas al peligro volcánico del Misti no debe quedarse en un informe o un mapa de oficina; sino debe ser la base para construir una ciudad resiliente, donde conocer el peligro signifique también saber convivir con él.


Desde el IGP, la ciencia no es un lujo académico, sino un medio vital de conocimiento para la protección de la población. Hacemos ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.

Columna de opinión publicada en el diario Correo Arerquipa