Columna de Opinión | El sonido silencioso de los volcanes
Nota InformativaPor Roger Machacca Puma, vulcanólogo del IGP

Fotos: IGP
7 de octubre de 2025 - 3:58 p. m.
Los volcanes, aunque muchas veces se presentan como silenciosos gigantes, emiten señales acústicas. Las erupciones volcánicas al igual que otros fenómenos como los sismos, tormentas o incluso la caída de meteoritos, generan infrasonidos, es decir, ondas acústicas de bajas frecuencias (<20 Hz) que no podemos escuchar. Estas vibraciones viajan por la atmósfera y son registradas por sofisticados instrumentos llamados sensores de infrasonido, capaces de detectar pequeños cambios de presión atmosférica.
Cuando un volcán entra en erupción y expulsa gases y material caliente, la rápida expansión de estos productos en la atmósfera produce señales infrasónicas. El análisis de estas señales permite comprender la dinámica de los procesos eruptivos, pues permite identificar fases, medir variaciones de la energía liberada, entre otros parámetros que no siempre son evidentes en los registros sísmicos. No es casualidad que, en las últimas dos décadas, el estudio del infrasonido volcánico haya cobrado gran impulso, gracias al desarrollo tecnológico de los sensores y al acceso a nuevas herramientas de análisis.
En Perú, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha incorporado esta técnica en su sistema de vigilancia volcánica. Durante las erupciones del volcán Ubinas, registradas en 2019 y entre 2023-2025, el monitoreo infrasónico permitió identificar cerca de 400 señales infrasónicas, clasificadas en cuatro tipos: explosiones, emisiones continuas de ceniza, escapes de gases magmáticos y vibraciones internas del edificio volcánico. Este trabajo ha sido fundamental para comprender mejor la dinámica eruptiva. Por ejemplo, en una explosión volcánica, parte de la energía se libera al suelo en forma de ondas sísmicas, mientras otra parte se propaga a la atmósfera en forma de ondas acústicas. Los estudios del IGP revelaron que, en el caso del Ubinas, la energía acústica llegó a ser hasta 100 veces mayor que la sísmica. Asimismo, las diferencias en los tiempos de propagación entre las ondas sísmicas y acústicas hicieron posible localizar estos eventos a profundidades menores a los 300 metros por debajo de la base del cráter.
Los infrasonidos no solo sirven para analizar explosiones. También ofrecen pistas valiosas sobre otros peligros asociados, como tasa de emisiones de ceniza o lahares (flujos de lodo volcánico), convirtiéndose en una herramienta clave para la vigilancia volcánica y la reducción del riesgo de desastres.
Así, mientras para nosotros los volcanes pueden parecer en silencio, sus infrasonidos nos cuentan una historia diferente: una narración invisible que la ciencia, a través del IGP, está aprendiendo a descifrar para proteger a la población y reducir la vulnerabilidad ante las erupciones volcánicas. En ese camino seguimos haciendo ciencia para protegernos, ciencia para avanzar.
Columna de opinión publicada en el diario Correo Arequipa