Columna de opinión | La Amazonía: ¿por qué debe importarnos a todos?
Nota InformativaPor Elisa Armijos, investigadora científica del IGP
Fotos: IGP
22 de noviembre de 2024 - 2:44 p. m.
Cuando pensamos en la Amazonía, la mayoría se imagina densos bosques con árboles de grandes tamaños, rodeados de abundante agua y numerosas especies de animales; sin embargo, este pensar no explora cómo la Amazonía influye, pese a la distancia, en nuestro día a día.
La cuenca amazónica, por ser tan extensa y cubierta de árboles, desempeña un papel muy importante en el balance de energía global, es decir, contribuye a los procesos atmosféricos a nivel del planeta Tierra. La Amazonía es, además del océano, uno de los más importantes capturadores de dióxido de carbono (CO2).
Sus beneficios tienen un alcance que muchos ignoran. Por ejemplo, gracias a la recirculación de la humedad, tenemos agua en Lima. Explicado de forma sencilla y resumida, la humedad que viene del océano Atlántico hacia la Amazonía se precipita en forma de lluvia y, gracias a la “respiración” de los árboles, esta humedad regresa a la atmósfera para ser trasladada por los vientos en dirección a la cuenca del Mantaro, en la cual se desarrollan procesos de trasvase para Lima.
Muchas personas creen que los recursos de la Amazonía son inagotables; no obstante, cada año, los árboles son reemplazados por cultivos de palma o soya; la minería ilegal se expande con el incremento de vías de acceso y se desarrollan proyectos que ignoran los hábitats naturales y las necesidades de las comunidades. Por ejemplo, se piensan en proyectos hidroeléctricos dado que los ríos amazónicos son grandes portadores de agua, pero no se tiene en cuenta la presencia y el rol de los sedimentos, los cuales enriquecen la cuenca, la biodiversidad acuática y la agricultura ribereña, todo ello sustentado por los nutrientes que transportan desde los Andes hasta la planicie amazónica. La presencia de embalses o represas significa cambios en el régimen hidrológico y en el suministro de nutrientes, cambios cuyos impactos se prolongan aguas abajo y no son tomados en consideración.
Y eso no es todo. La vulnerabilidad de la Amazonía se incrementa. Los años 2023 y 2024 han sido de los más secos de los últimos 40 años, con vastas pérdidas económicas, comunidades aisladas, escasez de agua y alimentos, incremento de enfermedades y riesgo en la seguridad alimentaria con la muerte de peces. Enfrentamos un gran desafío: adaptarnos, y esto solo será posible con una base científica sólida combinada con el conocimiento ancestral de las comunidades.
Por ello, el Instituto Geofísico del Perú (IGP), junto con el Senamhi, el IRD, SO-HYBAM y la Wildlife Conservation Society, vienen trabajando conjuntamente para fortalecer la adaptación al cambio climático en la Amazonía. Es una ardua labor, pero sin esfuerzo no podremos enfrentar los cada vez más crecientes desafíos que amenazan la estabilidad de la cuenca amazónica. IGP: «ciencia para protegernos, ciencia para avanzar».
Columna de opinión publicada en el diario El Peruano